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VALENCIA. La creciente tensión de los últimos meses entre los grandes accionistas del Banco de Valencia con plaza en su consejo de administración y el presidente de la entidad como representante de Bancaja (formalmente del Banco Financiero y de Ahorros) estalló en la reunión celebrada el pasado viernes por la tarde en la sede del banco, en la calle Pintor Sorolla de Valencia.
La sesión finalizó un tanto abruptamente con la dimisión del presidente José Luis Olivas ante la sorpresa general, a la que siguió la del consejero Jose Luis de Quesada Ibáñez, presidente de la constructora Pavasal y miembro del consejo también a propuesta de la caja de ahorros. Otro consejero también amagó con su dimisión, aunque finalmente daría marcha atrás, según las fuentes consultadas por este periódico. La renuncia de Quesada, que sopesaba su marcha desde hacía tiempo, aún no ha sido comunicada oficialmente.
La tensa reunión se cerró con el nombramiento de Aurelio Izquierdo como presidente, a quien Olivas propuso al tiempo que presentaba su dimisión. Izquierdo había sustituido hace menos de un mes a Domingo Parra como consejero delegado del banco. Ahora ocupará los dos cargos.
La constante pérdida de valor de la acción del Banco de Valencia en los últimos meses y la elevada concentración de riesgos en el sector inmobiliario, con los consiguientes problemas de morosidad y adjudicación de activos, han generado un creciente malestar entre los consejeros que representan a accionistas privados (grandes familias valencianas) y los que representan a Banco Financiero y de Ahorros (en el que se ha integrado Bancaja), que controla el 39,12% del capital.
La destitución de Domingo Parra, a cuya gestión se atribuye parte de la crisis actual, fue bien recibida por el consejo pero no fue suficiente para aclarar el futuro del banco, descolocado en el nuevo grupo financiero que tiene como mascarón de proa a Bankia, entidad también cotizada y con la compite directamente ahora sin la protección que le ofrecía Bancaja en solitario.
El motivo aducido públicamente por José Luis Olivas en nota de prensa para su dimisión señalaba precisaente a que "tanto las normas de gobierno corporativo, como las internas de Bankia y de Banco de Valencia aconsejan la máxima independencia entre dos entidades que compiten en el mercado financiero español".
A eso hay que añadir las importantes decisiones que deberá tomar el banco a corto plazo, como una obligada ampliación de capital para reforzar su debilitada solvencia y un plan de choque para frenar la caída de beneficios que registra en lo que va de año. El panorama que se dibujó el viernes en el consejo abre un proceso de imprevisibles consecuencias.
En círculos financieros de la ciudad se especulaba este fin de semana con la posición en el consejo de adminisración de otro consejero, Antonio Tirado, que del mismo modo que Olivas y Quesada, también ocupa su puesto en representación del BFA.
Será ahora el nuevo presidente de la entidad, Aurelio Iquierdo -hombre de confianza de José Luis Olivas desde le nombrara director general en Bancaja en sustitución de Fernando García Checa, en 2007-, quien deba lidiar con estos problemas y hacerse cargo de la cuenta de resultados de una entidad que atraviesa horas bajas.
Si Aurelio es hombre de confianza de Olivas ¿para qué dimite éste?
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