VALENCIA. José Luis Olivas presentó este viernes su dimisión como presidente del Banco de Valencia "por razones de posible concurrencia de un conflicto de competencias" con su cargo de vicepresidente en Bankia, según informó la entidad en un comunicado. Aurelio Izquierdo, consejero delegado desde el pasado día 7 de este mismo mes, ocupará su puesto compatibilizando ambos cargos.
Olivas comunicó su renuncia prácticamente al final de la reunión que el consejo de administración celebró con carácter ordinario para aprobar las cuentas trimestrales. La decisión, pese a que se había barajado como una opción en los últimos meses, cogió por sorpresa a la cúpula accionarial de la entidad.
Según la nota remitida por el banco a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la dimisión voluntaria de Olivas obedece a que "tanto las normas de gobierno corporativo, como las internas de Bankia y de Banco de Valencia aconsejan la máxima independencia entre dos entidades que compiten en el mercado financiero español".
La integración del grupo Bancaja en Banco Financiero y de Ahorros (BFA-Bankia), que controla el 38% del capital, y el difícil encaje del Banco de Valencia en la nueva estructura, ha ido distanciando a Olivas del resto del consejo de la entidad, ante la dificultad para defender al mismo tiempo los intereses de los dos bancos.
A este complejo escenario "estructural" se une la delicada situación económica de la histórica entidad financiera valenciana, necesitada de una inyección de capital que, de momento, se ha podido ir aplazando con el permiso del Banco de España .
Esta situación, sin embargo, podría haber cambiado en las últimas semanas. El primer movimiento fue la destitución de su consejero delegado, Domingo Parra, a primeros de octubre y su sustitución por Aurelio Izquierdo, hombre al que Olivas aupó a la dirección general de Bancaja tras la marcha de Fernando García Checa. El balance de la gestion de Parra durante su última etapa al frente del BVA comienza a ser cada vez más cuestionado entre el accionariado de la entidad, que no se siente completamente informado de la situación.
Pero si ese fue un cambio que se esperaba en el seno de la entidad, la repentina marcha de Olivas abre una etapa nueva para el banco. Las lecturas apresuradas que se hacían entrada la noche del viernes en el entorno financiero valenciano no despejaban las dudas sobre cuál es el futuro que Bankia, como accionista de referencia, tiene previsto para su filial.
El Banco de Valencia quedó integrado en la matriz Banco Financiero y de Ahorros cuando se hizo el reparto de activos que iba a salir a bolsa bajo el paraguas de Bankia. Se le excluyó, con todo el negocio inmobiliario como incómodo compañero de viaje, de los activos que se presentaron al mercado como los más atractivos para los inversores.
Con la dirección de BFA, presidida por Rodrigo Rato, concentrada en el debut de Bankia en el parqué y en la creación del 'primer banco de la nueva banca', en el banco valenciano cundió cierta sensación de abandono que se ha ido incrementando con el tiempo, más ante la necesidad de afrontar el descenso de los beneficios y la caída del valor de las acciones en bolsa.
El futuro inmediato, según todas las fuentes, pasa por la convocatoria de una junta general de accionistas en la que se propondrá una ampliación de capital. A partir de ahí todo son incógnitas que ahora tiene que ir despejando Izquierdo como máximo responsable del banco y representante del accionista de refencia. No en vano fue el propio Olivas quien propuso su nombramiento al tiempo que comunicaba su dimisión. Las próximas semanas se antojan decisivas.
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