VALENCIA (VP). Los 'stress test' son ejercicios de simulación de pérdidas para determinar las necesidades de capital -dinero-, que pueden tener las entidades financieras en un futuro. O dicho de otro modo: plantear diferentes escenarios negativos con objetar de comprobar si la entidad analizada tiene provisiones acumuladas, beneficios y recursos propios suficientes para cubrir esa pérdida, sin que el nivel de solvencia caiga por debajo del mínimo exigido que es del 8%.
Los 'test de estrés' han llegado para revolucionar el sistema bancario y convertirse en una especie de 'totem calificador' -al uso de las agencias de rating- en un momento clave en el devenir del sector bancario. Para 'tensionar' a las entidades se utilizan variables como el Producto Interior Bruto (PIB), morosidad, tipos de interés, tasa de paro, endeudamiento, precios inmobiliarios... cuyos datos que se toman varían en función de los diferentes escenarios que se utilizan.
Por ejemplo, hasta dónde estaría dispuesta a aguantar con sus recursos propios una entidad que tuviera que hacer frente a una tasa de morosidad disparada, sin financiación posible en los mercados internacionales de deuda y su cartera de inmuebles perdiendo valor a pasos agigantados...
La combinación de los datos se comparan con las coberturas que tienen las entidades para hacerles frente, es decir, si cuentan con fondos suficientes para equilibrar la balanza de sus cuentas. Para ello es necesario que los ‘test de estrés' sean capaces de dar previsiones de la evolución de pérdidas en los diferentes escenarios definidos.
El primero en echar mano de estos instrumentos de evaluación de riesgos a partir de proyecciones de futuro fue Estados Unidos entre el invierno de 2008 y la primavera de 2009, cuando la banca de inversión norteamericana se tambaleaba tras la bancarrota de Lehman Brothers de septiembre de 2008, la mayor de la historia del país.
El Gobierno de Obama decidió entonces someter a los 'stress test' a los 19 bancos más grandes de EE UU para conocer sus niveles de solvencia. Un número reducido, pero que representaban más de dos tercios del total de los activos del sistema bancario americano y más de la mitad del crédito de la economía estadounidense.
EVITAR MALES MAYORES
A mediados de mayo del pasado año se conoció que más de la mitad (10), necesitaban recapitalizarse para no seguir los pasos de Lehman. En dinero contante y sonante la cifra era de casi 75.000 millones de dólares, determinante para protegerse de la crisis financiera que ya entonces hacía estragos. La Administración Obama, que detalló cuánto capital requería cada entidad, les concedió seis meses para corregir los desmanes, por lo que tuvieron que tomar cartas en el asunto para evitar males mayores como hubiera sido el derrumbamiento del sistema financiero de la primera economía del planeta.
Las medidas adoptadas lograron limpiar bastante los maltrechos balances, mientras que la iniciativa de los ‘stress test' fue recibida con optimismo por los mercados, lo que provocó que se restañara la confianza sobre los bancos y se reactivaran las compras, que no tardaron mucho en llegar a las acciones de las entidades financieras.
Sin embargo, lo que nunca ha trascendido ha sido cómo se realizan realmente tales test, la operativa que se sigue, el mecanismo en una palabra. Ni en EE UU, ni tampoco en Europa donde precisamente se acaban de realizar en estos días por primera vez en la historia. Un secreto bien guardado donde sí que ha trascendido que Banco Santander y BBVA son las entidades que mejor solvencia tienen de toda la banca europea, pero habrá que esperar hasta la segunda mitad del mes que viene para conocer más detalles.
POSITIVA ACOGIDA DENTRO Y FUERA DE ESPAÑA
La decisión de publicar las pruebas de tensión a que han sido sometidas las entidades bancarias han sido aplaudidas desde varios frentes. Así, Miguel Martín, presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), ha considerado que "ocultar las cosas no tiene ningún sentido" y además "alimenta los rumores infundados con intenciones perversas".
Para el director general de La Caixa, Juan María Nin, los ‘stress test' es una buena herramienta para demostrar que el sistema financiero español no está peor que el resto de europeos e incluso mejor que muchos de los competidores. "Así cortaremos de raíz la insidia de que estamos barriendo debajo de las alfombras".
Y fuera de nuestras fronteras, los Veintisiete se han mostrado muy favorables a la postura española para callar así los persistentes rumores sobre un posible rescate financiero por parte de la Unión Europea (UE). El presidente permanente del Consejo, Herman Van Rompuy, calificó de "valientes y eficaces" las medidas, mientras que el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, consideró que van "en la dirección correcta".
Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha visto con agrado la decisión de España -y también de Alemania- de hacer públicos los resultados de las pruebas de estrés a las que han sido sometidos los grandes bancos europeos, al considerar que esta decisión contribuirá a restaurar la confianza de los mercados y reducir la incertidumbre.
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