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Blog 'habla por ti'

Rubalcaba,
la campaña de puntillas

ÁLVARO MOHORTE. 18/10/2011 "Quizás el signo más evidente haya sido la desaparición desde el primer momento del color rojo en los actos públicos del PSOE y su sustitución por el azul, asociado al Partido Popular..."

VALENCIA. Los ojos enseñan lo que los labios callan. Al contrario de lo que ocurrió en las elecciones de 2008, al PSOE no le conviene en absoluto meter tensión esta vez. A más ruido electoral, mayor movilización del electorado del PP. Las encuestas cantan.

Estos mimbres explican que el Partido Popular haya aceptado que los dos partidos mayoritarios tengan un cara a cara dialéctico por televisión el lunes 7 de noviembre (pero, ojo, a catorce días de las elecciones). Todavía está por ver si el preacuerdo se cumple, pero el debate será una de las escasas escaramuzas que plantea el PSOE en estas elecciones.

Lejos de optar por echarse al monte, Rubalcaba empezó con un lema de baja intensidad emotiva como "escuchar, hacer, explicar" y la estrategia sigue fiel a esa línea. Mejor llegar al 20N discretamente y que sea lo que Dios (y el electorado) quiera.

EL EJEMPLO

La misma línea sigue el ambivalente lema de precampaña socialista, uno de los más interesantes de los últimos años: "No es lo mismo Rubalcaba que Rajoy", dejando el nombre del candidato del PP siempre visible, al quedar a la derecha del cuerpo de candidato.

Con esta táctica se hace omnipresente al candidato del PP de forma neutra (sin entrar en valoraciones) y se recuerda al electorado de izquierda y centro izquierda que "esto va en serio" y que el candidato conservador puede recibir las llaves La Moncloa después de un paseo en barca.

Por otra parte, la presencia gráfica del nombre del candidato del PP modera inconscientemente la reacción del espectador conservador ante Rubalcaba y los candidatos socialistas. Sobre este aspecto de la predisposición del público ante determinados mensajes no puedo dejar de recomendar los entretenidos trabajos de Dan Ariely, profesor de psicología del consumo en el MIT. Aunque él los aplica a marcas comerciales, el lector comprobará que encajan como anillo al dedo en el llamado marketing político.

Quizás el signo más evidente haya sido la desaparición desde el primer momento del color rojo en los actos públicos del PSOE y su sustitución por el azul, asociado al Partido Popular. Un fondo rojo es un capote que puede animar a embestir a demasiado votante descontento.

Igualmente, el tamaño del logotipo del partido socialista es reducido en la cartelografía y desaparece del encuadre del orador. Ya se sabe que lo que no sale en la tele, no existe. Además el propio Rubalcaba ha creado un emblema propio, una gran R blanca, que más recuerda al logotipo de una gestoría que a una oferta política.

OTROS ASPECTOS

Las acusaciones contra José Blanco por corrupción (un delito del que el gobierno de Zapatero no había tenido frentes abiertos hasta ahora) daña la imagen del ministro y salpican al partido, del mismo modo que desmoviliza al votante socialista y moviliza al del PP. El peor escenario posible y lo que más le conviene al PP.

El PP es consciente de que un PSOE sin Zapatero es un peso muerto y necesita generar tensión para hacer más holgada su previsible victoria electoral. No quieren que se repita la "amarga victoria" de 1996 en la que tuvieron que pactar con CiU y PNV-EAJ, algo que habían criticado cuatro años antes a Felipe González.

Esta estrategia de la tensión explica los mensajes más duros emitidos por el entorno del candidato (María Dolores de Cospedal, Esteban González Pons, Ana Pastor, Soraya Sáez de Santamaría o José María Aznar) que arropan al candidato Mariano Rajoy, quien sigue suspendiendo pese a ser el favorito para gobernar. En el mismo sentido van acciones de corte victimista como la denuncia diaria de supuestos casos de manipulación en los informativos de TVE, que a veces cuesta de entender pero que quiere fidelizar al electorado más perezoso.
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Álvaro Mohorte es periodista y autor del blog Habla por ti

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