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el caso minguez y los internautas

Twitter lo carga
el diablo

X. AGUAR. 11/10/2011 Burla y sarcasmo, los mejores castigos para una clase política que a veces abusa del 'gatillo fácil' en las redes sociales

VALENCIA. Las redes sociales, en especial Twitter, han adquirido rango de termómetro social en los últimos años. La clase política, ha visto el filón en este ámbito para captar adeptos, lanzar sus consignas u opiniones y propagar los mensajes de sus respectivas formaciones. La inmediatez, especialmente en Twitter, es uno de los rasgos principales: siguiendo a los referentes adecuados, un rápido vistazo a esta red permite al usuario estar al tanto de todo lo que ha ocurrido en las últimas horas en su área de interés.

No obstante, la avidez de estar presente en Twitter y convertirse en un referente digital, tiene riesgos para los políticos. El pasado domingo, hubo un ejemplo de cómo un suceso puede amplificarse en esta red social de microblogging. El secretario de Presidencia en Les Corts,  Ángel Mínguez, perteneciente al PP, hacía un imprudente comentario sobre la periodista de TVE Ana Pastor en referencia a su futuro laboral después de las elecciones generales. La respuesta de la presentadora no se hizo esperar y la bola se fue haciendo tan grande que los medios de comunicación se hicieron eco. Mínguez terminó pidiendo disculpas, pero el debate siguió coleando hasta ayer mismo.

Pero lo que le ocurrió a Mínguez no es un hecho aislado. Hasta los políticos más curtidos y expertos se han visto obligados también a dar marcha atrás o, al menos, a matizar sus palabras después de haber ‘disparado' tuits de forma precipitada.

El propio vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, criticó hace un par de semanas que en los informativos de 24 horas de TVE apareciera de fondo de emisión la imagen del candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. Poco después, el ente público se defendió demostrando que durante el informativo aparecían otras imágenes a la espalda de la presentadora, como el logo del PP. El número tres de Mariano Rajoy aceptó las explicaciones de TVE y zanjó el asunto rebajando el tono.

Otra que se pilló los dedos recientemente con Twitter fue la coordinadora de campaña del PSOE para las elecciones generales, Elena Valenciano, quien tuvo un traspiés al criticar la fotografía  de portada en el diario La Razón. En ella aparecían varios emprendedores -entre ellos una cocinera-  junto a Mariano Rajoy. Valenciano, feminista convencida, criticó la imagen y prendió la mecha de Twitter, que se encendió hasta puntos insospechados. Finalmente, quedó con la protagonista y matizó las palabras colgadas en la red.

La guerra en Twitter no descansa. Es habitual encontrar iniciativas de carácter político que son dinamitadas por los usuarios de la red -difícil discernir si son independientes o militantes de otros partidos-. Recientemente, se puso en marcha un hashtag (etiqueta que agrupa los 'tuits' de un mismo tema) llamado #preguntaleamariano que fue ‘machacado' a preguntas en tono irónico o burlón por los ‘tuiteros'.

Un escándalo online más reciente aún fue el que sacudió Twitter en la convención del PP de Málaga, cuando desde la formación que lidera Mariano Rajoy se activó una campaña para obtener mayor repercusión de sus jornadas. Ésta consistía en que los internautas cedieran su perfil en Twitter o Facebook durante la convención para que el PP colgara en esas cuentas los mensajes que fueran saliendo del acto. Una medida que discrepaba con los términos y condiciones de uso de redes sociales como Facebook, que no permite ese tipo de utilización si no existe un consentimiento previo por escrito. La respuesta en Twitter fue inmediata: los usuarios de la red crearon el hashtag #prostitwitt y las críticas mordaces y descarnadas coparon el debate en la red.

LOS 'TUITEROS' PONEN FIRMES A LOS POLÍTICOS

La bisoñez de algunos dirigentes en el uso de estas redes o las propias coyunturas de la agenda política han propiciado que los ‘tuiteros' lleguen a generar un revuelo que ha llevado a explicaciones públicas sobre determinadas situaciones. Una de las más recientes, la avalancha de mensajes a raíz de la polémica con el Consejo de RTVE, en la que se aprobó la supervisión de los informativos a través de un programa de producción. Esta decisión se rectificó pocas horas después.

Otra de las noticias que encendió Twitter fue la votación sobre acerca de los vuelos en primera clase de los eurodiputados. El hashtag #eurodiputadoscaraduras acrecentó una polémica que conllevó un torrente de matizaciones y explicaciones al respecto por parte de los parlamentarios españoles que detallaron exhaustivamente cómo se gestionaban los viajes desde la UE. Desde algunos partidos, se anunció la rectificación en el voto.

Estos ejemplos son sólo una muestra de las dificultades que están encontrando los políticos para triunfar en las redes sociales. En el ámbito individual, el gatillo ‘fácil' a la hora de opinar sobre las cuestiones de actualidad en amplios y exigentes foros eleva el factor de riesgo para los dirigentes. En lo que se refiere a los partidos, redes como Twitter se han convertido en un exigente fiscalizador de la gestión de Gobierno y oposición que influye, para muchos, de una manera más consistente que las propias manifestaciones en la calle.

 

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