VALENCIA. Creo que ya nos hemos desgarrado suficientemente las vestiduras porque ya resulta imposible una fusión entre Bancaja y CAM (¿De verdad es definitivamente imposible?). Hay motivos para tirarse de los pelos y para lamentar esta forma alargada de la Comunitat Valenciana y que el "alicantonismo" haya vencido, a lo largo de los años, en este pulso etéreo de la fusión entre las dos cajas valencianas que se lleva desde hace más de 20 años como recordaba el nacido para presidente Modesto Crespo. En el momento del desgarro deberían echar cuentas todo el mundo: quién puso la primera sucursal enfrente de la otra caja, por qué se les dejó crecer en la duplicidad, por qué se presionó para invertir en comandita por intereses políticos, por qué no se presionó más en aquel o en el otro momento, por qué se dejó que coincidieran tanto en clientes y proyectos.... Ya es tarde para ello. Mirémoslo de otra forma.
Si hemos de creer que Francisco Camps, el presidente del Consell, no ha podido ejercer la suficiente presión en esta escapada a la fusión de la CAM, con la espada de Miguel Angel Fernández Ordóñez sobre su cuello, es tiempo de celebrar que la política no haya sido determinante. ¿No estamos siempre quejándonos de eso? La cajas, siempre al servicio de los políticos y de los gobernantes autonómicos, se les moteja. ¿No se quiere ahondar a partir de ahora en la despolitización de las cajas, no es ese el futuro con la entrada además de los bancos? Pues ya ha llegado.
Si aceptamos la premisa de que el presidente del Consell estaba más ocupado leyendo sentencias y autos dictados en Madrid que de impedir que la caja valenciana y la CV perdieran fuerza en el conjunto financiero y geopolítico español, tenemos que concluir que ha imperado el criterio de los responsables de la entidad, el imperio de los números. Quienes han visto los estudios - ¿cómo pudo decir Gerardo Camps que no sabía nada de eso?- han aceptado que era una locura la fusión de las dos cajas: miles de empleos, sucursales, cuotas, clientes saltaban por los aires. ¿Todo por qué? ¿Por un sentimiento patriótico que estaba aletargado y que ha despertado cuando se acababa la noche?
Entiendo que si es un acuerdo de la propia CAM no hay mejor noticia sobre su solidez, sin que nos cueste dinero, que esa. Siempre se ha pedido desde todos los sectores que se dejara hacer y decidir a los consejos. En esta ocasión no creo que nadie tenga duda de que ha sido así.
La "fusión fría" transmite un mensaje de aliento hacia un nuevo tiempo, con expectativas de crecimiento en líneas y territorios a los que se va acceder más rápidamente. Con Bancaja hubiera sido de sufrimiento, de tensiones, un penar traumático. Un consejero alicantino me comentaba que a corto plazo es una buena medida, porque quita de encima las presiones del Banco de España y a medio plazo abre expectativas de contar con presencia financiera en operaciones de pasivo, que dan mucho más solidez como grupo y también muchas más oportunidades de negocio como inversores, pero eso si inversores más prudentes. Es una buena unión entre inversores más agresivos, más mediterráneos, y los más prudentes y comedidos del norte.
Y bueno, bueno. Lo mejor. Si todas las personas sensatas, empezando por Juan Roig, reclaman que los líderes, las formaciones políticas, se pongan de acuerdo para transmitir una sensación de estabilidad a la sociedad, no me dirán que no es poco ni sorprendente que los dos representantes de los principales partidos valencianos estén de acuerdo en la solución de la "fusión fría" de la CAM con Cajastur y otras. Camps y Alarte han respaldado la solución que ha tomado la CAM. Es un buen mensaje para la estabilidad y la confianza.
Otra cosa es que Alarte haya estado totalmente alejado del proceso, como si no fuera una de las dos cosas más importantes que han pasado en la CV en las dos últimas semanas. Decepcionante este descreimiento del secretario general de los socialistas valencianos.
EL OTRO CAMPS
Quedábamos pocos periodistas el jueves en las Corts siguiendo el debate que pidió el Consell para rechazar el decreto en el que el Gobienro de Zapatero piensa imponer un recorte social para reducir el déficit público hasta el nivel que exige la Unión Europea a sus socios. Gerardo Camps defendía la propuesta. Francisco Camps se había quedado en el escaño para escuchar a su compañero y amigo o para que se le rebajara la tensión arterial después de haberse envuelto en la senyera para defenderse de los ataques del Estado. Rita Barberá no dejaba de ver y escribir mensajes en su teléfono móvil de pantalla táctil. Otras señorías aprovechaban su intervención para hacer sus cosas.
Cristina Moreno, la portavoz socialista en asuntos de economía, repelió el discurso del vicepresidente con el inevitable argumento de que aquello es un parlamento valenciano y no se debería perder el tiempo en asuntos que otra cámara estaba abordando esa mañana del jueves del tijeretazo y del 169 a 168 , y también con que se trataba de tirar una cortina de humo sobre el "gurtelazo". Incluso con guiños ocultos como su referencia a que hay que tomar mucho soma.
Pero Gerardo Camps, con su presidente ya fuera del Palau de Benicarló, respondió con un alto nivel. Se enseñoreó de la cámara dominando el territorio que tanto y tan bien domina, recreándose en la suerte, pero sin alharacas, ni frases desmedidas, ni estridencias. Despertó a sus compañeros de bancada del shock de Gürtel, del despiste que llevan en busca de una salida a la situación. Parecían estar viviendo un aturdido sueño en el que veían un recambio. Los calurosos aplausos del grupo popular lo reflejaron. Eran el contraste con la tibieza con la que habían recibido por la mañana al presidente.
AMIGOS, SIMPLEMENTE AMIGOS
Al presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios, Francisco Pons, le entró cierta inquietud cuando alguien le sopló poco antes de que llegara el diputado Juan Costa al palacio de la sede de la Bolsa de Valencia que era muy valiente por su parte presentar el libro "La revolución imparable". El hermano de Ricardo Costa fue el único que levantó la voz, como débito fraternal y como importante líder político con ascendente Rato, cuando el PP de Francisco Camps no tuvo más remedio que entregar la cabeza del irreverente ex secretario general. Juan Costa no se cansó de denunciar que su hermano era el chivo expiatorio de un escándalo que correspondía a más gente y de mayor graduación. La presentación del libro en Valencia, ya que el periplo ha sido largo, tenía, por tanto, su intríngulis y sus lecturas políticas según quien acudiese al acto y cómo se desarrollara. De modo que la expectación fue notable, teniendo en cuenta que la presentación corría a cargo de Pons y de Gerardo Camps.
Y no defraudó. Efectivamente: nadie o casi nadie del PP y nadie del Consell estuvo allí. En realidad sólo acudió Marta Torrado, diputada en las Cortes Generales y miembro de la directiva del partido como vicepresidenta de Comunicación. Con el tiempo justo, he de decir, porque hubo de abandonar el acto, que empezó tarde, para ir a la fiesta que daba Rita Barberá por su cumpleaños en el Ayuntamiento de Valencia.
Era pues un acto que se veía con recelo desde las altas esferas del partido, así es que Torrado fue la única representante. Fue una asistencia controlada: compañera de cámara y compañera de partido. Y punto. No hubo más. Del Consell no se vio a nadie, ni tampoco a otros altos cargos de otras asociaciones económicas. Ni Arturo Virosque.
A la sola presencia del díscolo diputado se añadía el aliciente de la del propio "chivo expiatorio" y la de Gerardo Camps, que no está contaminado por el caso Gürtel, porque no ha contratado con ninguna de las empresas de Correa, conscientemente. ¿Qué diría en la presentación del libro?
Poca cosa pero insistió notablemente en que su presencia e intervención en el acto se debían exactamente a su relación personal con el profundamente ensimismado Juan Costa, el Al Gore español revelado. Estaba allí como amigo, no como miembro del PP, ni del Consell. La cosa quedaba, de esta manera, absolutamente clara. A Juan Costa, ni agua. Él tampoco estuvo manco y en los prolegómenos del acto soltó una velada crítica a Francisco Camps, aunque tras largarla le consultó a su hermano si no había estado demasiado duro. Nada comparado con lo que iba a hacer dos días después el juez Pedreira.
EL PSPV PERSIGUE AL PERIODISTA
El PSPV pierde buena parte de su fuerza en la campaña que lleva contra la desinformación de la "radiotelevisiónvalenciana" al emprender una caza de brujas de los redactores que han podido elaborar las noticias referidas al caso Gürtel por considerarlas -no sin razón en muchos casos- manipuladas y tendenciosas. Se equivoca de cabo a rabo cuando acude hasta la presidenta de las Corts Valencianes en busca de su amparo para que el director general del ente autonómico entregue los nombres. Han actuado exactamente igual que cualquier fiscal que persigue una información periodística en un caso penal. Los redactores son responsables de sus informaciones pero no de la intencionalidad que el medio quiera darles. Puede que no haya otra forma mejor de ir contra la libertad de información que esa persecución "ad hominem", incluso, sí, en TVV. No creo que esa sea la dirección adecuada. Nuria Espí y Carmen Ninet han rubricado así una lamentable iniciativa parlamentaria, extraña en la ideología y en el carácter del PSPV. La izquierda, cuando rebasa esa barrera, como lo hizo recientemente Mónica Oltra contra el quehacer periodístico del fotógrafo Manuel Molines, desconcierta a los suyos y, encima, se explica muy mal. Y argumentar, como se ha oído, que también ha elaborado o está elaborando listas negras de periodistas el PP es torpe.
LOS INSULTOS
Ahora está de moda, no sé si se han dado cuenta, que los improperios políticos contra los rivales tengan un alto componente silábico de "in". No sé cómo explicarlo. Mejor si le digo que las retahílas de descalificaciones casi siempre empiezan por "in". Gerardo Camps, por ejemplo, se despachó a gusto diciendo que "España está sufriendo la inoperancia, inacción e improvisación de un gobierno que ha primado sus intereses partidistas sobre los intereses de los españoles". La verdad es que les salen bien, de corrido, a los políticos. Sale solo el encadenado de palabras, sin asesor que te sople al oído como en el "cant d´estil". Pero GC y otros mantienen el estilo. Barberá lo perdió enfadadísima - enseñó su peor imagen- en la rueda de prensa contra el decreto del Gobierno que impide endeudarse a los ayuntamientos. Siguiendo la línea, Barberá, que ha vuelto a ser el apoyo de Camps tras un distanciamiento provisional, soltó la retahíla, pero se le fue el punto al insultar al presidente del Gobierno... además sin el preceptivo "in": incompetente, ignorante, inmoral político... pero también añadió "miserable". La vehemencia le gastó una mala pasada. Y se ve que más de uno le dijo que se había pasado. De modo que se vio en la obligación al día siguiente, no de pedir disculpas, que hasta ahí podíamos llegar, sino de justificar su desbarre en que otros le insultaron en el mitin del PSOE del fin de semana anterior en Elx. En concreto dijo que Jorge Alarte, que no Zapatero, le llamó a ella y a Camps "gente deshonrada". Una justificación de patio de colegio, como se ve. Penosa.
Un industrial que está que trina contra Zapatero por el aumento del IVA que viene y otras cosas me señaló la injusticia: "Será ZP lo que quieras, pero nunca pierde el tono, el decoro y jamás ha insultado a nadie".
EL BROTE VERDE DE LA SEMANA
Se han acabado, por fin, las obras de la nueva Fe. Seis años después de que se pusiera la primera piedra y un poco más desde que le adjudicaran la obra a la UTE liderada por la empresa de Florentino Pérez y de que se pusiera en solfa la adjudicación y la forma en la que se había llevado a cabo. En fin. Aquella agua no va a mover ningún molino. De modo que ahora toca felicitarse. Ya ven, las obras, cuando no está Calatrava de por medio, se acaban. Presidencia montó un buen espectáculo para retransmitir a bombo y platillo ese momento, que en otras ocasiones, no hubiera sido tan reseñado por la oficialidad. Pero estaban faltos la semana pasada y la anterior - y seguramente esta- de esos efectos fuertes de gobierno para dejar bien claro que el Consell sigue rodando, que siguen las cosas razonablemente bien.
El fin de las obras no es un brote verde... es todo un árbol. Es una gran noticia para la sociedad valenciana, un gran avance para la medicina y para la Comunitat Valenciana, pese a que el Gobierno de Zapatero nunca lo ha querido ver así y le ha retirado su condición de hospital de referencia y, por tanto, de ayudas a la construcción. Igual esta realidad, su próxima puesta en marcha, les haga cambiar de opinión.
Me alegra leerte de nuevo,Pedro.Además, tus artículos siempre son interesantes. Mi enhorabuena a este periódico por su nuevo y gran fichaje. Muchos éxitos , los mereces
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.