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La III Gran Guerra: Europa contra el déficit

Londres Plaza / VÍCTOR JIMÉNEZ. 30/05/2010 ¿La culpa es de los especuladores? En los diez años de vida de la moneda comunitaria, aparte de la insobornable Finlandia y un minúsculo Luxemburgo, ningún estado miembro ha mantenido sus promesas fiscales. Al Viejo Continente se le han acabado los pretextos: el bombardeo inversor contra el euro no cejará en su empeño a menos que los 16 estados prueben el pago de su deuda

LONDRES. "La parte más difícil de comprender del euro es que no tiene propietario", dice Asad Rizvi, asesor de la firma Currency Market Associates. Y añade: "Es una moneda sin estado".

La realidad es incluso más retorcida: el quid de la debacle del crédito europeo se encuentra en algún punto entre el 'Duelo a garrotazos'  de Goya y el Glitz nazi sobre Londres, entre las recriminaciones centroeuropeas contra los zafios mediterráneos y el odio al capitalismo anglosajón. El último episodio es su consecuencia: la plaga de recortes en los servicios públicos debe reunir los 860.000 millones que han prometido las naciones del euro, recriminándose unas a otras por no haber sido capaces de revertir sus desequilibrios presupuestarios. ¿Lo conseguiremos?

Richard Young, de la Chatham House británica (el instituto de asuntos exteriores) nos habla del legado que se avecina tras la batalla contra los déficits soberanos: en casa, "las medidas de austeridad que se han anunciado por todo el sur europeo dañarán fuertemente el modelo social que encarna el continente"; fuera, "las naciones asiáticas, que emergieron de su propia crisis financiera hace una década, mantienen ahora una salud económica robusta y afirman abiertamente que no se sienten inclinadas a seguir el consejo sobre regulación financiera que proviene de las debilitadas autoridades europeas".

Pobres e irrelevantes; aún contando para la hoja de balance colectiva con el último repunte de la semana ─el viernes, el euro saltó medio punto a las dos horas de abrirse la Bolsa de Londres─, nuestra moneda ha caído cerca de un 8% respecto al dólar en lo que va de año, según el índice de correlación Bloomberg.

Desde 1999, únicamente Luxemburgo y Finlandia han cumplido con la fiscalidad de la Unión Monetaria Europea. El resto de países, durante al menos cinco años, ni han frenado su deuda para que no rebasara el 60% del producto interior bruto, ni han contenido su déficit presupuestario por debajo del 3%. Resulta natural, pues, que en la tabla del Banco Mundial sobre protección de inversiones, ningún estado europeo aparezca entre las 50 primeras posiciones: Italia ocupa la posición 57, Francia la 73, Alemania y España la 93.

Grecia es el país número 154, de los 183 listados.

A QUEMAR LASTRE

En Downing Street, el gabinete de gobierno se ha reducido el sueldo en un 5% y ha congelado los salarios públicos, como Portugal. Italia ha aprobado la misma dieta y ha extendido la era glacial a los próximos tres años. Francia ha cerrado con llave los presupuestos ministeriales, también hasta 2013. El tijeterazo al gasto público del 10% se ha convertido, al oeste del Rin, en una medida popular: la aplica Francia ─que revisará a la baja las inversiones corrientes─, Italia ─que ha metido a los ayuntamientos en el carro─ y Portugal ─aunque los lusos han apuntado hacia las obras públicas de los ferrocarriles como víctima más propicia.

A ojos del inversor extranjero, sin embargo, nuestro destino es similar. El sentimiento de los mercados se resume en estas palabras dedicadas a Valenciaplaza.com procedentes de una ex banquera, la señora Vokes: "Con los gobiernos europeos yendo cada uno por su lado, el Banco Central Europeo no puede ni controlar eficazmente la inflación... una recesión doble en la Unión Europea es casi inevitable".

La aparente movilización, de Atenas a Lisboa, para destripar los déficits estatales y resolver el pago de la deuda está levantando visibles pero grandilocuentes señales de humo. Peor todavía: la distancia entre las diversas ligas económicas europeas crece.

Mientras los premiers con déficits superiores al 5% ─Italia, Francia, Portugal─ y al 10% ─España y el Reino Unido─ mascullan cifras insuficientes, la chancellor Angela Merkel expone una ruta creíble de guerra a la incontinencia de las arcas públicas donde a cada sección le corresponde un número de euros factible.

El ejecutivo alemán retirará 3.000 millones de sus carteras de gobierno y 10.000 millones de gasto estatal cada año hasta 2016 (de hecho, el recorte en 2011 será de 15.000 millones para acelerar el proceso). Por otro lado, aumentará los impuestos ecológicos en un tercio de mínima, las contribuciones de la empresa a la seguridad social en un 0,2% y cargará una nueva tasa de circulación al transporte industrial, con lo que calcula conseguir más de 11.000 millones de euros al año entre ahorros e inversión. Y les recuerdo que Alemania apenas sobrepasa en dos puntos el requisito del 3% de déficit.

El agujero en el bolsillo alemán pesa 80.000 millones de euros y sólo su programa de emergencia presupuestaria ya cubre el 75%. Por el contrario, la del gobierno de coalición británico ─que, por ejemplo, ha decidido mermar la protección social local e infantil en 15.500 millones─ equivale a un exiguo 4% de su déficit nacional, unos 182.000 millones de euros.

En el lado continental del Canal de la Mancha crece el desconcierto. El volumen de la asimetría en el fondo de pensiones francés sumará por sí solo 25.000 millones de euros al déficit galo si no se alivia antes de 2015, o 50.000 millones para 2020; Italia pretende "desmantelar la presencia del Estado hasta su mínima expresión" sin aportar un contrapeso que nivele el mezzogiorno subdesarrollado; y en Portugal, preparan un impuesto corporativo de 27,5% cuando el salario mínimo se encuentra estancado en los 475 euros mensuales ─158 euros menos que el español.

Hay otra disparidad de mayor calado, además. Merkel ha blindado la inversiones en educación, por valor de 12.000 millones de euros. En el resto de la unión monetaria, en cambio, nadie se acuerda del futuro.

¿Y en los alrededores? pintan bastos: en Westminster, conservadores y liberales han vaciado cerca de 79,80 millones de euros de la botella de oxígeno público para instituciones culturales como la National Gallery, el Museo Británico y la Tate Modern, junto a otros 234 millones de euros menos para las universidades, lo que corresponde a 20.000 plazas de estudios.

CORTAR LAS ALAS A LOS MERCADOS

No obstante, no todos los varapalos se reparten desde los presupuestos nacionales. "La prohibición de las ventas en  corto nos cayó como una bomba. Nadie ha tenido tiempo de prepararse, vaya", se lamenta Jochen Kindermann, especialista en mercados del capital de la firma Simmons & Simmons en Frankfurt.

Ese era el objetivo: cuando el ministerio alemán de Finanzas decidió vetar las apuestas en corto al descubierto (sin haber adquirido antes los valores contra los que se vende), su era proteger las acciones y bonos corporativos, bonos emitidos en euros y productos derivados de la moneda europea contra lo que el propio jefe ejecutivo de Commerzbank, Martin Blessing, llama "especulación abusiva".

Blessing presiona ahora para que las garantías de impago sobre los bonos soberanos ─los Credit Default Swap (CFS) se utilizan de ese modo─ se compensen en los parqués oficiales, no en las cámaras alternativas bajo el control de la banca inversora internacional con sede en Wall Street y la City de Londres. Las restricciones de las ventas en corto, por cierto, llegaban el viernes al Mediterráneo de la mano del gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, que obligará a los apostadores a la baja a revelar sus posiciones ante el regulador, la CNMV, a partir del 10 de junio en el caso en que superen el 0,2% del capital en las compañías cotizadas.

La fiscalía general italiana ha abierto un frente todavía más intrigante e inesperado: el gobierno de Silvio Berlusconi desea impedir los tratos entre los ayuntamientos del país de la bota y el Bank of America, al que acusa desde los tribunales de Bari de haberles provocado hasta 870 millones de euros en pérdidas. El pleito continúa.

¿Qué ocurrirá con el euro? Quizá sea demasiado pronto para esgrimir conclusiones, pero es seguro que habrá palos para todos.

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