LONDRES. "Nuestra sociedad tiene un problema", confesó el líder del gobierno de Coalición del Reino Unido, David Cameron, cuando abrió con su discurso la sesión especial del pasado jueves en la Cámara de los Comunes: cuatro días después de que se produjera la primera protesta en el barrio londinense de Tottenham, Cameron declaró que "hay niños que crecen sin saber la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal". "No es una cuestión de pobreza", sentenció, "sino de cultura".
Sobre las consecuencias económicas de los saqueos nocturnos que han recorrido Inglaterra de norte a sur -de Londres, Bristol y Oxford, a Birmingham, Nottingham, Manchester y Liverpool-, la discusión es inexistente. La factura va a salir cara. La Asociación de Aseguradoras Británicas cuantifica en 200 millones de libras (unos 228,5 millones de euros) la primera oleada de reclamaciones por daños y perjuicios, mientras que las organizaciones de comercios locales estiman que los destrozos han provocado cerca de 91 millones de euros en pérdidas, cifra a la que habrá que añadirse otros 70 millones del coste de rehabilitación de las tiendas y establecimientos. La industria del turismo habla de 594 millones de euros de posible gasto turístico que el eco de las revueltas estaría desviando fuera de la región hacia otros destinos en el continente europeo.
Además, la decisión de Downing Street de denominar oficialmente los sucesos como "disturbios", ha inflado el colchón legal para que los negocios sin cobertura de seguro puedan lanzarse a la piscina del erario público. Por ello, la administración británica ha inaugurado un "programa de recuperación" de 11,5 millones de euros, cuyos fondos están disponibles con carácter inmediato, y una línea de crédito de ayuda al comercio con 22,8 millones. El período de solicitud, normalmente de dos semanas, ha sido ampliado a 42 días.
El extracto de la nota que presentan los recientes motines, por otro lado, todavía no muestra el cargo procedente de las sentencias judiciales. Más allá de las horas extra de los letrados -Cameron prometió jornadas intensivas "durante tanto tiempo como Scotland Yard lo requiera"-, las cuentas son abrumadoras, de alrededor de 29.000 euros de gasto por persona condenada a seis meses de prisión.
Pero, si los efectos de la inestabilidad social son computables en números rojos, ¿lo serán también sus causas? A pesar de que Cameron y su ministro de Economía, George Osborne, han rechazado las críticas laboristas contra los recortes del 19% en gastos sociales, la Universidad de Chicago y el Centro de Investigación de Política Económica coinciden: los presupuestos de austeridad provocan saltos en la criminalidad desorganizada.
TIJERAS FISCALES Y EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
En Chicago, concluyen que "el nivel de pobreza tiene una proyección limitada en el caso de motines inciviles, pero su influencia se dispara cuando ha generado sentimientos de injusticia y frustración sobre las aspiraciones individuales". Por cada punto porcentual que el producto interior bruto nacional cae, las probabilidades de reventón social aumentan hasta un 12,3%.
Asímismo, en países con un 75% de población localizada en núcleos urbanos, el crecimiento en un 1% de nueva inmigración no integrada dispara la conflictividad en un 20%. En los Estados Unidos, también la mayoría de los participantes en alborotos colectivos son jóvenes de entre 16 a 30 años de edad, desempleados y miembros de familias carentes de vivienda propia.
El Centro de Investigación de Política Económica (CEPR) señala los motivos de este tipo de tumultos criminales de manera más directa. "Desde el final de República de Weimar en la década de los treinta, a las manifestaciones contra el gobierno de Grecia en 2010 y 2011, los presupuestos de austeridad tienden a aparecer ligados a la violencia y la inestabilidad social... los resultados muestran una correlación entre los recortes en la inversión pública y los desórdenes".
Cada punto porcentual que se pierde de gasto estatal, asegura el estudio, equivale a un tercio más de rebeliones en determinados sectores de la sociedad que desemboca en actos criminales. Como ejemplo, los autores mencionan las secuelas de las intervenciones del Fondo Monetario Internacional en los países de Sudamérica: "huelgas generales, disturbios, manifestaciones antigubernamentales, intentos de asesinato e intentos de socavar la autoridad de las instituciones oficiales y fuerzas de seguridad".
En este sentido, el CEPR hace un curioso descubrimiento. Mientras que los medios de comunicación tradicionales sustentan la habilidad de la administración del estado para recuperar el control de la situación, los nuevos medios electrónicos en Internet pueden mejorar ostensiblemente la capacidad ciudadana para protestar o para subvertir el orden.
Pues nada hay que dar vivienda gratuita y subvenciones de todo tipo para que puedan jugar con la blackberry y conectarse al facebook, con el dinero trabajado de los demas. Cuando alguien recibe sin trabajar alguien ha trabajado sin recibir.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.