VALENCIA. Mientras la UEFA comprueba si es capaz o no de ponerle puertas al campo, una revolución silenciosa amenaza con introducir cambios de hondo calado en el gobierno corporativo de los clubes de fútbol. Los aficionados de base empiezan a organizarse para ganar influencia en la gestión de los equipos. En el Reino Unido, una iniciativa del gobierno laborista dio lugar a la creación en enero de 2000 de Supporters Direct, una organización de ámbito privado que asesora a los fans a la hora de constituir asociaciones de pequeños accionistas. En Alemania, los clubes se estructuran como Verein, asociaciones que gozan de un estatuto jurídico independiente y pertenecen al menos en un 51% a los aficionados. Y en España, cabe recordar que los equipos de fútbol también operaban como asociaciones hasta la entrada en vigor de la Ley del Deporte de 1989.
Lógicamente, estas iniciativas no pretenden retroceder a tiempos pretéritos en que los abonados cambiaban presidentes desde la grada a golpe de pañuelo. Se trata simplemente de que los clubes reconozcan que su objetivo no consiste únicamente en ganar partidos, sino también en dar satisfacción a su hinchada, promoviendo unos valores éticos con los cuales la gente se pueda identificar, fijando precios razonables y horarios decentes, desarrollando el fútbol base y convirtiendo el estadio en un lugar adecuado para invertir el tiempo de ocio en compañía de familiares y amigos.
Un artículo reciente, firmado por los profesores Madden y Robinson de la Universidad de Manchester, demuestra teóricamente que al aumentar la influencia de los aficionados en la gestión de los clubes, el gasto en jugadores disminuye, los precios son más asequibles y la asistencia de público a los encuentros aumenta. Ello explicaría por qué la Bundesliga, cuyos clubes pertenecen a los aficionados, es la competición con mayor presencia de espectadores en las gradas y, al mismo tiempo, la menos endeudada de Europa.
En Valencia...
Los dos clubes más representativos de la ciudad de Valencia, Levante UD y Valencia CF (por orden de antigüedad), cuentan con la herramienta perfecta para poner en práctica una gestión consensuada con la afición. Tanto la Fundación Cent Anys como la Fundación del Valencia CF, ostentan un porcentaje mayoritario de las acciones, que podrían utilizar para imponer estrategias más ligadas a los objetivos extradeportivos de los aficionados, cuyos intereses en teoría defienden.
No obstante, los miembros de ambos patronatos han sido nombrados directamente por los consejos de administración de los clubes, sin que hasta la fecha, los aficionados hayan podido elegir directamente a sus representantes. En definitiva, existe la herramienta pero todavía no la voluntad política de incorporar a la función de objetivos de los clubes valencianos argumentos distintos de la mera maximización de las victorias deportivas.
Sin embargo, y como demuestra el caso alemán, promover la dimensión social del fútbol no es sinónimo de pérdidas, sino muy probablemente una condición necesaria para la recuperación del sector. Este verano, y en las peores condiciones económicas posibles, la Fundación del Valencia CF ha llenado sus campus de formación para niños. Lo de menos es el fútbol. La idea es utilizar el deporte como mecanismo de socialización. Este es el camino a seguir.
En palabras de José Luis Arnaut, exministro portugués y autor de un informe sobre las perspectivas del futbol europeo, que fue elaborado en 2006 con el patrocinio de la Comisión Europea: "Si los aspectos relativos al gobierno corporativo de los clubes no son abordados de forma urgente, existe el riesgo de que los clubes de fútbol pasen a manos inapropiadas, los auténticos valores del deporte quedarán erosionados, y el público mostrará una desafección creciente hacia este precioso juego".
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