VALENCIA. Lo advierte Jon Saralegui, de Richard Ellis. Y se sustenta en ejemplos que todos tenemos en la cabeza: Por el local situado en el numero 10 de la calle Poeta Querol, el ‘Rodeo Drive' valenciano, han pasado en la última década marcas tan sólidamente asentadas en el mercado como Ermenegildo Zegna, North Sails y Luisa Spagnoli.
El emblema de la elegancia italiana masculina se trasladó de acera mientras que la marca deportiva no soportó el final de la Copa del América y su última inquilina, Luisa Spagnoli, con 80 años de experiencia en la fabricación y venta de prendas de punto, no ha cumplido el año.
El número 5 de la misma calle cumple la misma maldición: Sahzá, Frette, Samsonite, Black Lebel y ahora, Tommy Hilfiger. "El local no tiene ningún reproche, vale tres veces menos que el que Tommy ocupaba en Jorge Juan pero en Poeta Querol, con buena imagen de marcas, no funciona en ventas", explica Saralegui.
El new american style of life recogió el testigo de las maletas y bolsos diseñados por Alexander Macqueen y las piezas firmadas por Mathew Williamson para Samsonite. La reina de los complementos de viaje, a su vez, había reemplazado la ropa de cama italiana que desde 1860 ha acompañado al Orient Express, el Titanic o el Queen Mary II.
Antes habían pasado los diseños sobrios y sofisticados de Sahzá. "No aconsejo un local con mucha rotación. Mira a ver quién se ha ido y pregúntale por qué", insiste Jon Saralegui.
Muy cerca hay otros bajos con escasa suerte comercial. Aún están a la espera de pretendientes tanto el que ocuparon Mercedes Soler y Kabak en la plaza del Patriarca con Libreros, como el de Unicef y Maje en Comedias. A la diseñadora de interiores le sustituyó un espacio multimarca con Vittorio&Lucchino, Aninoto... llegado del barrio de Salamanca de Madrid que no cuajó en el Patriarca. Su competidora Maje, con el inconfundible aire francés de niña buena a base de blusones y vestidos baby doll, se trasladó de Comedias (local todavía vacío) a Jorge Juan.
El señorial taller de Enrique Lodares dentro del Hotel Inglés continúa vacío dos años después. El veterano diseñador, dominando el lápiz desde hace treinta años, optó por un piso en la calle La Paz. No demasiado lejos llega un palmo de calle gafado: el que se sitúa entre el Teatro Principal y la cafetería Barcas, 7.
Se estrenó la italiana experta en sastrería Boggi y tras su pinchazo llegaron las fórmulas estéticas de Dorsia, que también echaron el cierre. Años y años permanece sin actividad el espacio contiguo de la famosa -en la década de los 90- boutique 20 Años y el de la papelería Sena Alós, ahora en la calle Trànsits.
El maleficio de que en el centro, a 50 metros de Colón, Russafa y Don Juan de Austria, no tiran las ventas se cumplen en otro par de lugares. Si te paseas por la calle La Sangre, recordarás que donde hoy levanta la persiana Optical Center, pasaron un par de cafeterías obligadas a la clausura. La primera llegó aprovechando el tirón del primer Starbuck's que llegó a Valencia, al lado del Teatro Olympia y soportó unos pocos meses.
Hacia el río, la fachada de la Ciudadela, donde aún se puede visualizar el letrero granate de la firma infantil Neck&Neck tampoco ha encontrado novio.
"Si un bajo es maldito, puedes pagar por él entre un 15 y un 20% menos pero no es un chollo. Cuando algo es más barato, empiezo a preguntarme por qué", previene Saralegui, de Richard Ellis. Y avisa: "Poeta Querol ha caído brutalmente pero a Jorge Juan le espera todavía más rotación".
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