VALENCIA (JOAQUIM CLEMENTE). Adolfo Montalvo se había acabado de licenciar como ingeniero de Telecomunicación en Madrid -en Valencia aún no se habían implantado los estudios- cuando entró en IBM en 1982. La planta, hasta entonces, había fabricado fundamentalmente unidades de cinta magnética, las conocidas bobinas que almacenaban información en los viejos ordenadores, logró hacerse con un proyecto que, en teoría, iba para la planta de Montpellier, la madre de la factoría valenciana.
"Las plantas de IBM funcionaban como las de Ford, competían entre sí para hacerse con la fabricación de los nuevos productos que diseñaba la compañía", explica Montalvo. Aquel 4381 tendría que haber correspondido a los franceses por jerarquía (como ocurre con Almussafes y Colonia, siguiendo el ejemplo del gigante del automóvil). Sin embargo, el trabajo previo realizado en Valencia consiguió romper esa tendencia.
Según Montalvo, "la decisión del director de la planta, José Vicente Muñoz Velert, de apostar por la calidad en la cadena de producción fue esencial para el progreso de la planta". Montalvo formó parte de ese proceso (incluida la certificación ISO 9000 en 1990) así como de los que vendrían después.
"Puede pensarse que IBM únicamente ensambló piezas en La Pobla de Vallbona, pero no es cierto", asegura el ingeniero. "Se diseñaron procesos de producción que fueron después implantados en otras factorías de la multinacional, y ese es un valor importante", asegura.
De hecho, en la planta se diseñó un proceso de montaje con líneas en las que se iban colgando las piezas para adaptarlas justo en el momento de su ensamblaje. Eran los conveyors, como los que también implantó (y exportó) Ford Almussafes. "Eso permitía tener líneas multiproducto, introduciendo flexibilidad y adecuando la fabricación a la demanda", explica.
En 1990 la multinacional empezó a mostrar los primeros síntomas de debilidad. "Se cubrieron con la diversificación: empezamos a fabricar para terceros y se creó un departamento de proyectos especiales". De la planta de La Pobla de Vallbona salieron por ejemplo los primeros "cajeros que no daban dinero".
"Como la multinacional no podía entrar en el coto cerrado de los cajeros automáticos se buscó una vía alternativa: así nacieron los primeros Servicaixa, una cajeros que hacían de casi todo, especialmente vender entradas para espectáculos, excepto dar billetes", recuerda Montalvo. También de Valencia salieron las canceladoras del bonobús que llevó la EMT de Valencia antes de las actuales.
Y se abrieron líneas de consultoría tanto en certificación de calidad en la producción como en tecnología. "Ese conocimiento ya es de por sí una herencia de IBM", asegura Montalvo, que actualmente dirige la consultora ModiTeleco.
Sin embargo, al ingeniero le queda la sensación de que aquella "fue una oportunidad industrial desaprovechada". "Es cierto que dejó un know how en desarrollo de producto y que enseñó a fabricar con calidad, pero no consiguió un efecto arrastre".
Los motivos por los que no se consiguió son aún tema de debate. Quizá faltó un mayor impulso institucional. "Al tiempo que se montó la planta de IBM se desarrolló el Parc Tecnològic de Paterna, pero se hizo por separado y quizá hubiera sido una buena idea concentrar ese polo tecnológico".
Y otro dato positivo a extraer, de aquellos IBMers, hoy muchos siguen su trayectoria internacional en grandes compañías multinacionales del sector tecnológico. "Además todos conservamos una amplia red de contactos, algo esencial en el mundo actual", concluye.
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.