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Ignacio Landa, cooperante

VALENCIA (VP). La crisis financiera ha conseguido retrasar el logro de los Objetivos del Milenio marcados por la ONU en el año 2000. En concreto, la crisis ha provocado recortes en 15 países de la ayuda oficial al desarrollo (AOD). En España, el ajuste ha sido de 800 millones para 2011. Una situación que viene a sumarse con las deficiencias de la ayuda internacional al desarrollo que las ONGDs vienen denunciando desde hace años.

Activistas como el economista valenciano Ignacio Landa trabajan para erradicar las carencias de un sistema de cooperación ineficaz. "Ya no se trata tanto de las cantidades, sino de la alta burocratización de la ayuda, la manipulación mercantil que sufre, la instrumentalización política, su progresiva privatización y en resumen, la banalización que padece", afirma en una entrevista concecida a ValenciaPlaza.com.

Landa, con 48 años, especialista en gestión de proyectos sociales y de desarrollo comunitario es cooperante y consultor de trabajos para el desarrollo. Reside en Colombia, a caballo entre un barrio popular de Medellín y Cristianía, la comunidad indígena de la que es natural su hija, Iratí Rojura o 'Sirena del bosque'.

Actualmente trabaja en el proceso de certificación de Comercio Justo para el café que cosecha la comunidad indígena de Cristianía. Según explica, las ayudas que reciben los indígenas por parte de su Estado e instituciones como la Federación Nacional de Cafeteros "tienen una visión de corto plazo y paternalista, muy similar al tipo de AOD que se gestionan a nivel internacional". El desarrollo y la mejora de las condiciones de vida de los 1.800 indígenas de esta comunidad embera del suroeste de Antioquia gira en torno al café, que supone un 80% de sus recursos económicos.

Ante la "deficiente" política al desarrollo de la producción indígena, Landa colaboró en la constitución de la Asociación de Productores Indígenas de café Karmata Rua-Asopick, integrada por los jóvenes cafeteros. "Es otra generación, con más formación y más abierta", explica Landa. Hoy, cuenta con más de 90 los socios.

Pero si en los países desarrollados el problema es que las autoridades políticas "no saben encauzar las ayudas o directamente las destinan a entidades privadas por su propio interés", según el cooperante, en España, el problema no difiere mucho. "El clientelismo y la utilización política de las ayudas es escandaloso, pero la gente no lo sabe, no se entera o no le importa", denuncia Landa.

EL CLIENTELISMO VALENCIANO

En este contexto, incide en que el caso de la Generalitat Valenciana. Landa percibe un alto grado de "discrecionalidad en la concesión de ayudas" que se traduce en grandes fluctuaciones en las inversiones por países, la falta de continuidad de algunas acciones y la aparición y desaparición algunas de las ONGD más financiadas anualmente.

Como gestor y evaluador de proyectos de desarrollo, Landa observa también una "ausencia de una planificación real" de la cooperación valenciana. Comenta que los diferentes documentos de planificación no son sino documentos generalistas con vagas directrices, algunos, incluso "copias de otros textos" y donde apenas se diseñan y plantean estrategias estables y de continuidad.

EL MANIFIESTO QUE LO CAMBIARÁ TODO

Para paliar todo, la Red de Investigación y Observatorio de la Solidaridad (RIOS) en la que el valenciano colabora, prepara un manifiesto que intentará "dignificar" el papel de la cooperación internacional. La red trabaja en la recogida de firmas de grandes personalidades de la política, la economía y universidad para elevar el documento al Parlamento y a las administraciones autonómicas. Buscan la reforma de la actual ley de cooperación mediante la iniciativa popular. El documento hace un llamamiento a la regeneración de la solidaridad y de las políticas prácticas de cooperación internacional, basado en una actitud, un método, y una reivindicación determinados. El ex coordinador general de IU, Julio Anguita, y el escritor, humanista y economista, José Luís Sanpedro ya se han adherido a la campaña.

El manifiesto reclama la revisión en profundidad del sistema español de cooperación multilateral, concretando en la supresión de las contribuciones voluntarias del Estado al sistema del Banco Mundial, un organismo "altamente burocratizado y cuyos fondos para ayudas al desarrollo llegan sólo en una proporción minúscula a los destinatarios de la ayuda".

Landa resalta la paradoja de la deuda al desarrollo. "No se puede llamar ayuda al desarrollo cuando se entrega en forma de crédito, para que el país receptor lo acabe devolviendo con intereses y esto genere un beneficio en el emisor que se finge solidario". Este hecho provoca situaciones como la de muchos receptores, que acaban pidiendo nuevas ayudas para poder pagar la deuda contraída con otros estados. Por ello, el manifiesto exige que la ayuda al desarrollo española sea libre de cualquier posibilidad de generación de deuda externa para el país receptor.

Las peticiones se dirigen a las altas esferas. Se demanda una reconversión en profundidad de la actual Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en un organismo autónomo dependiente del Congreso, con órganos de supervisión social y solicitan la elaboración de una Ley de Financiación de la Ayuda que fiscalice el flojo de fondos públicos y privados que defina la asociación de los recursos.