Agre, grupo inmobiliario carioca liderado por Bañuelos, cae en sus tres meses de vida bursátil un 17%, mientras Astroc había ganado en ese tiempo un 200%
VALENCIA (VP). Hoy se cumplen quince días desde que Agre Empreendimentos Imobiliários (Agre), el primer grupo inmobiliario brasileño cuyo accionista de referencia es Enrique Bañuelos, debutara en el Ibovespa. O lo que es lo mismo: el Ibex 35 de la bolsa de brasil y uno de los índices bursátiles de referencia al sur de Estados Unidos.
Quince días en los que Agre, la fusión de las compañías Agra, Kablin Segall y Abyara, se ha dejado en el camino más de un 11%. Claro que el balance todavía es peor echando un vistazo a su corta historia bursátil, cuya caída supera el 17% desde que el pasado 12 de febrero se estrenara en la Bolsa de Sao Paulo -dentro del índice Nuevo Mercado-, bajo la actual denominación de Agre. Ese día cerró en los 8,45 reales.
El 'efecto Bañuelos' sólo se vió durante la primera sesión, cuando el valor llegó a tocar los 8,95 reales convirtiéndolo en el máximo histórico 'intradía'; además de la jornada del 3 de mayo, cuando debutó en el Ibovespa y llegó a tocar durante el día los 8,31 reales. Pero eso sí, la negociación se ha incrementado notablemente en estas dos últimas semanas, dado que su inclusión en el Ibovespa le ha permitido que se fijen en el valor grandes fondos e inversores institucionales.
Pero lo cierto es que la marcha de Agre dista mucho de la que hace cuatro años se hiciera un hueco en la historia bursátil española: Astroc. Por ejemplo, la primera quincena de vida en bolsa de la cotizada local se saldó con una subida de un 41,72%. Un porcentaje que va de los 6,40 euros por acción que pagó todo aquel que acudió a la OPV (Oferta Pública de Venta), hasta los 9,07 euros que alcanzó dos semanas después.
La inmobiliaria saguntina fundada por el propio Bañuelos se revalorizó un 198,44% en las primeras 94 sesiones -las mismas que lleva Agre hasta ahora-, al pasar de los 6,40 euros a los 19,10 que estableció tres meses después. El rally de la cotizada valenciana no tuvo parangón: las 19 primeras sesiones se contaron por subidas, encadenando una ganancia de un 96,88. Fue a la vigésima jornada cuando los inversores optaron por recoger beneficios. Mejor dicho, una mínima parte de las espectaculares plusvalías latentes cosechadas, dado que ese día la acción bajó un 0,8%.
Hubo que esperar otras diez sesiones para volver a ver un cierre bajista (-0,5%), del que para entonces se había convertido en un auténtico filón de oro para un buen número de inversores. Por cierto, muchos de los cuáles acabaron maldiciendo al propio Bañuelos por haberles provocado un agujero en sus carteras de inversión tras el desplome del valor en los primeros meses de 2007. Pero eso es otra historia.
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