VALENCIA (ESTHER G. CORONADO). Todos conocemos los desastres de la crisis económicas, pero ¿y sus beneficios? "La desesperación frente a un futuro oscuro ha servido como catarsis social para que muchos jóvenes licenciados y doctores maduros despierten su espíritu innovador y emprendedor". Así de claro se muestra Juan Antonio Raga, director del Parque Científico de la Universidad de Valencia, para explicar la falta de cultura de la innovación existente en España y la Comunitat Valenciana y el revulsivo que ha supuesto la crisis para paliar esta situación.
Si a Raga le hubiesen pedido hace cuatro años una valoración de la actividad innovadora en la Comunitat hubiese contestado que "entre regular y mal". Afirma que no es este un país con una cultura apropiada para ello. "En cualquier libro de texto que mires aquí verás que los grandes héroes son generales, descubridores geográficos, religiosos y reyes, situación muy diferente a lo que estudian los niños en Estados Unidos, en Inglaterra o en Francia".
El problema de la cultura española, según este biólogo marino de 53 años es "el profundo miedo a equivocarse y hacer el ridículo", una losa que lastra el emprendimiento.
Para remediar esta carencia en la sociedad, las universidades valencianas llevan años trabajando a marchas forzadas para impulsar el desarrollo de proyectos innovadores, uniendo ciencia y negocio. El Parque Científico, ubicado entre Burjassot y Paterna, es uno de los ejemplos más activos e integra la red de parques tecnológicos valencianos, donde también están incluidos los de la Universidad Politécnica, de Castellón, Elche y Alicante.
Raga confiesa enorgullecerse como maestro cuando alumnos jóvenes suyos le dicen "Toni, yo tengo una idea". Afirma que la coyuntura económica ha generado un cambio en la juventud, "quizá la generación mejor formada", que ahora encuentra extrema dificultad en encontrar un empleo. "Antes un alumno de Historia y Geografía quería sacarse una oposición y ser profesor, ahora algunos piensan en formar su empresa de análisis cartográfico".
Por todo ello se muestra "esperanzado ante el crecimiento exponencial" de las empresas e ideas que alberga el Parque. En tan sólo dos años da trabajo a más de 1.300 personas todos los días, un 80% de ellos, licenciados y gran parte de ellos, incluso doctores. Entre ellos, hay 400 empleos directos e indirectos del personal de las casi 70 empresas que alberga el vivero. Resalta el científico "el empleo de alto valor añadido que estamos generando es el valor real de este parque".
Las spin off de la Universidad de Valencia que aloja son principalmente entidades que tengan una base científico-investigadora con desarrollo de I+D o de base tecnológica. Son los requisitos que tienen que cumplir las firmas que recurran a este vivero, cuyo índice de rotación es como máximo de tres años. "La apuesta es por la innovación, pero no necesariamente revolucionaria, pues también hay sectores tradicionales que innovan constantemente".
En los más de 1.350 metros cuadrados de espacio (pendientes de ampliación, pues hay empresas en lista de espera para entrar) las empresas alojadas disponen de minidespachos y sala de juntas, recintos acondicionados para firmas con alto componente de investigación y laboratorios entre otras cosas.
La mayor ventaja del parque es "su heterogeneidad", según destaca Vicent Clemente, encargado del área técnica del vivero. "Se innova incluso en ramas como la psicología", aunque le predominio es de las biotecnológicas, "dado que el sanitario y el tecnológico vinculado al bienestar son sectores emergentes" y las TIC (tecnologías de la información y comunicación). Además de la salud, la electrónica, la nanotecnología, la energía, el medioambiente, las ciencias sociales y las humanidades tienen su hueco.
Clemente afirma que se están haciendo cosas "muy grandes a nivel internacional". No en vano, la NASA y la Agencia Espacial Europea ya han puesto sus ojos en varias empresas del parque.
Una de las novedades del parque ha sido la reciente apertura de un semillero de empresas, diseñado especialmente para acoger pequeños proyectos empresariales innovadores, de uno o dos trabajadores y en fase incipiente. Es decir, "empresas de una o dos personas que tienen una idea y no necesitn más que una mesa o dos" señala Clemente. Así, el parque les ofrece la posibilidad de desarrollar su proyecto preempresarial". El semillero se puso en marcha en enero y ya cuenta con cola de espera.
Todo ello, coinciden Raga y Clemente, "genera un clima de sinergia con costes mínimos y muchos beneficios comunes. Los ves conversar en la cafetería, compartir ideas desde ámbitos distintos y nacer nuevas empresas y colaboraciones. Muchas empresas nos piden venir al parque por el simple ambiente científico e innovador que se respira".
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