-La noción de la Gran Sociedad es en parte filosofía pero también tiene un lado práctico muy claro; se trata de una de las piezas fundamentales del programa de gobierno del Partido Conservador. Le diré por qué: yo creo que las principales exigencias de la Gran Sociedad son el aumento del voluntariado entre la ciudadanía, unos gobiernos locales más fuertes e independientes y, por lo tanto, nuevas maneras de conseguir financiar la prestación de los servicios públicos. Se trata de una estrategia de trabajo completamente diferente a la actual. Si el gobierno pretende lograr su propósito de reducir los recursos financieros en uso, tendrá que convertir esas ideas en realidad.
-Sin embargo, usted ha escrito recientemente acerca de los desequilibrios causados por las regiones en el Reino Unido, particularmente en gastos sociales. ¿Es hora de revisar la creencia de que la autonomía política conduce siempre a una mejor administración del dinero de los contribuyentes?
-Para mejorar la gestión de las finanzas públicas, lo cierto es que a menudo hay que cambiar las instituciones o las personas que toman la decisión última sobre el destino del dinero. Mi opinión es que en el Reino Unido se pone todavía demasiado énfasis en que las decisiones sean tomadas por el Gobierno central, más que en muchos otros países. El localismo no es la panacea, por supuesto, pero establece el campo de juego necesario para que el gasto público se realice de acuerdo a las necesidades y las reivindicaciones locales.
-¿Sería correcto considerar la Gran Sociedad como la respuesta del centro-derecha británico a la reforma de los servicios públicos?
-La necesidad de ampliar la gama de prestadores de servicios públicos, más allá del Gobierno, es acuciante e incluso obvia. Esto significa que hay que incluir a las empresas privadas tanto como a las organizaciones benéficas. Pero esto, al mismo tiempo, debe combinarse con métodos actualizados de financiación de los servicios, por lo que las tarifas por usuarios y los copagos deberían convivir sin dificultades con la financiación tradicional a través de los impuestos. Mi posición es que esto es justo, ya que muchas personas que se benefician de estos servicios podrían hacer alguna contribución a los costes con fondos de su propio bolsillo.
-También sería justo decir que muchos gobiernos de la periferia europea, en lugar de preocuparse por la Gran Sociedad, lo hacen por la Gran City financiera de Londres. ¿Cree usted que la City todavía ha de reconocer los riesgos que representa para la economía general en el Reino Unido y en el exterior? ¿Es el sector financiero en el Reino Unido tan poderoso y peligroso como a menudo se le retrata?
-Bueno, bueno... no podemos olvidar que la regulación financiera en el Reino Unido antes de la crisis resultó ser un fracaso, y un fracaso espectacular. Pero tenemos que tener cuidado: hay cierto tipo de respuestas que hacen más daño que bien. Además, muchos de los problemas a los que se enfrentan nuestros países no sólo se deben a las consecuencias de la crisis financiera y del crédito, o a ciertas actividades de ciertos bancos, sino que reflejan una gestión nefasta de las finanzas estatales. Muchos países, cuando entraron en la etapa de la reciente crisis financiera, cargaban ya con un volumen de préstamos que no se correspondía con la eficiencia del gasto y esto ni que decir tiene que no era sostenible.
-Credit Default Swap, Collaterised Loan Obligation... la acumulación de innovación financiera es demasiado para el resto del sistema económico? ¿Es una solución plausible la separación entre las actividades comerciales e inversionistas bancarias?
-Si me lo permite, prefiero no responder porque tengo otros compromisos que podrían resultar incompatibles con esta cuestión.
-A ver si me puede contestar a Ésta: de acuerdo con los últimos datos de Eurostat, el déficit público, como porcentaje del PIB, fue de -10,4% en el Reino Unido y -9,2% en España, mientras que la deuda respecto del PIB fue del 80% en el Reino Unido y el 60,1% en España. ¿Por qué exactamente el Reino Unido no debería estar entre el grupo de países que parte de la prensa anglosajona ha bautizado con la expressión PIGS?
-Pues hombre, en principio, existe una diferencia bastante importante entre el Reino Unido y países como Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, y es que el Reino Unido disfruta de independencia monetaria. Esto ayuda a que la economía se ajuste con más rapidez y flexibilidad ante cualquier perturbación, incluso a una crisis financiera mundial. Sin embargo, no le negaré que hay similitudes de calado. Al igual que otros países, la población en el Reino Unido está envejeciendo y así, queda obsoleto el sistema de financiación de los servicios públicos y de las pensiones. La conclusión es que la reforma es urgente. Los costes del envejecimiento de la población seguirán creciendo y, añadidos a los costes de la crisis financiera de los últimos años, nuestros países no serán capaces de eliminar su déficit y pagar sus deudas a menos que se introduzcan reformas, reformas serias y eficientes. No hay más vuelta de hoja.
-El gobierno de Coalición de conservadores y liberal-demócratas, como lo hizo el laborista con anterioridad, celebra la "economía verde" como una de las soluciones para vadear los huecos que está dejando la industria tradicional. Pero ¿existe la tal "economía verde"?
-Claro que sí. De hecho, junto al envejecimiento de la población, los cambios en el medio ambiente serán uno de los grandes retos a los que se van a enfrentar los gobiernos en las próximas décadas. Esto creará nuevas oportunidades y riesgos, con mercados en expansión en cosas como la energía renovable y tecnologías de reducción de carbono. Ahora bien, lo que ocurre es que el crecimiento de estos mercados requiere que la economía del Reino Unido sea más competitiva a nivel internacional de lo que lo es hoy, porque otros países alrededor del mundo ya han realizado el trabajo de base para poder aprovechar estos cambios.
-Suponemos que es complicado pedirle a un economista británico que siquiera se lo imagine, pero si el Reino Unido se convertiera en miembro del euro, ¿sería tan desastroso para el país, o lo sería para todos nosotros?
-Participar en el euro sería simplemente una equivocación para la economía del Reino Unido, ya que ello implicaría renunciar a la capacidad de adaptación que proviene de disponer de una moneda independiente. La principal ventaja de entrar en el euro sería que los costes de las transacciones comerciales descenderían radicalmente, pero estos beneficios son menores que el precio a pagar por la pérdida de una política monetaria independiente.
-Y, por último, ¿espera la opinión pública demasiado de los economistas ("nos deberían de haber advertido acerca de la crisis")?
-Los buenos economistas reconocen que no pueden ofrecer respuesta a todo. Sin embargo, esto no es una razón para no invertir tiempo y esfuerzo en investigación económica; al fin y al cabo, la única alternativa es la bajada en la calidad de la información y que la toma de decisiones sea menos informada. En todo caso, el fracaso en la detección de la crisis yo lo adjudicaría a la clase política, a figuras como Gordon Brown que, aquí en el Reino Unido, se atrevió a anunciar el "fin del ciclo del boom y la crisis". Ningún economista serio hubiera hecho tal comentario.
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