VALENCIA. Jorge Alarte es un hombre acostumbrado a ganar. Nació en Alacuás en 1973 y ya en el instituto inició su carrera política en los sindicatos de estudiantes. En 1994 se afilió al PSPV-PSOE y tan sólo un año después era concejal de su ayuntamiento. Muchos jóvenes de entonces todavía le recuerdan por ser el impulsor del único festival rock de España gratuito, el Fra.
Las elecciones municipales de 1999 fueron la antesala a tres mayorías absolutas consecutivas -repitió en 2003 y 2007- que le convirtieron en el imbatible alcalde de Alacuás. Además, desde finales de los 90, combinó la alcaldía con cargos internos del partido y otras instituciones: secretario general ejecutivo del PSPV y presidente de la comisión de asuntos europeos de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias.
Dada su exitosa carrera política, Alarte no dudó en presentar su candidatura a la secretaría general del partido cuando Joan Ignasi Pla presentó su dimisión a finales de 2007. Ni su juventud ni el escaso nivel de conocimiento ciudadano le hicieron dar marcha atrás. Llegó y, aunque la batalla interna contra Ximo Puig fue dura y ajustada (282 votos frente a 262), Alarte consiguió hacerse con la secretaria general de su partido. Veni, vidi, vici!
Alarte es un hombre seguro de sí mismo que desprende cierto halo de autoestima desmedida, atreviéndose incluso a posar como Obama en su página web. Posee una mirada cansada, pero sutil y una sonrisa siempre burlona. De él se dice que es un hombre osado e inteligente.
Por todo ello no soporta que su televisión autonómica le ningunee y no se cansa de criticar su escasa visibilidad en Canal 9. Lo ha hecho en entrevistas, en comparecencias públicas e incluso en un spot cinematográfico. Y en el caso de que él se olvide de decirlo, su asesor y mano derecha, Josep Moreno, ya lo hace por él. Incluso hubo un momento en que aseguró que como President de la Generalitat cerraría Canal 9, aunque más tarde cambió su mensaje por el de una reestructuración sin cargos políticos y con periodistas más productivos.
Mientras tanto, Alarte ha decidido poner en funcionamiento su propio canal de televisión online, en el que no queda claro de qué se habla ni qué utilidad real tiene y cuyo único imán para atraer a una magra audiencia es, sin duda, su guapa presentadora, María Verdoy.
Además de tele propia, Alarte luce una web totalmente personalista, desde donde incluso sus más devotos seguidores pueden descargarse un salvapantallas con su foto para el iPhone. Todo con tal de reparar el trato desigual que, según él, los medios valencianos le dedican.
Quizá su mayor error durante todo este tiempo haya estado el adoptar una política victimista frente a la estructura política valenciana controlada por el PPCV, en vez de intentar posicionarse por sus propias acciones. Al secretario general del PSPV no se le conocen posturas concretas sobre temas clave como la reactivación de la economía, el empleo, la política lingüística o las emisiones de TV3. Ha tenido miedo a arriesgarse y se ha limitado a ofrecer suaves y previsibles pinceladas cuando se le ha exigido posicionarse.
No obstante, no se puede decir de él que sea un hombre de medias tintas. Tiene las ideas muy claras y, cuando quiere una cosa, se asegura de conseguirla. Sobre todo dentro de su partido. Alarte no ha permitido que nadie le dijera cómo y con quién debía trabajar. Así pues, no dudó ni un momento en retar a Francesc Colomer, secretario general del PSPV de Castellón y actual candidato a la presidencia de la Diputación, cuando este intentó presentar a la lista autonómica por Castellón a su propia gente, sin tener en cuenta los compromisos y preferencias que él tenía. Alarte configuró las tres listas autonómicas guiado por su propio olfato y guardando un buen lugar a los suyos. Ya avisó con su eslogan de campaña para la secretaría general del partido: "De una vez por todas, cambio". Aunque muchos no se esperaban que el cambio fuera de puertas adentro.
De cara al exterior, nada parece haber cambiado o, dicho con mayor propiedad, nada parece haber mejorado -ya que las encuestas auguran unos resultados electorales aún peores que los que cosechó en su momento Joan Ignasi Pla. Evidentemente, los resultados no sólo dependen del candidato presidenciable, sino que son el producto de numerosos factores y afectan a todos los candidatos socialistas. Aún así, la figura de Alarte es clave y, por el momento, no ha sabido ir más allá de las críticas contra la corrupción y el caso Gürtel.
Jorge Alarte intenta demostrar que con él otro camino es posible, como reza parte de su eslogan de campaña. Quiso presentar un cartel de precampaña diferente en el que, de manera indirecta, se asociaba fruta podrida con el partido popular, pero cometió el error de utilizar naranjas para ello. El simbolismo de esta fruta tan nuestra utilizada como sinónimo de corrupción incendió los ánimos de los colectivos de agricultores, seguramente avivados por los intereses de la oposición.
Ahora, ya en periodo de campaña electoral, Alarte se ha decantado por hablar de la dignidad, la honestidad y la ilusión de un voto. Los dos primeros valores vuelven a incidir en el manido tema de la corrupción, mientras que la ilusión intenta despertar a un viejo votante apático. También ha puesto en marcha una red de amigos del cambio que los socialistas valencianos no han sabido gestionar ni transmitir al electorado.
PROGRESO EN NOTORIEDAD AUNQUE VALORACIÓN BAJA
En poco tiempo, Jorge Alarte ha pasado del anonimato más absoluto -excepto para los habitantes de Alacuás- a un conocimiento ciudadano aceptable, teniendo en cuenta el del resto de candidatos no populares -es conocido por el 40,4% de los valencianos. Sin embargo, su valoración es la más baja de todas: un 4.03.
El candidato socialista parece protegerse a sí mismo y no se muestra así como así. Quizá por eso no despierte muchas simpatías y su valoración sea baja: es un gran desconocido que aspira a convertirse en el presidente de todos los valencianos y valencianas, como gusta decir siempre en sus intervenciones. Y ese desconocimiento no depende sólo de Canal 9 -cuya audiencia es mayoritariamente votante del PP. Alarte ha hecho principalmente política en clave interna, descuidando a los electores verdaderamente decisivos. Dentro del PSPV ha quedado claro quién es y qué es lo que quiere, aunque no ha conseguido poner fin a las batallas internas del partido.
Alarte es un hombre acostumbrado a ganar. En un primer momento, ligó su futuro al frente del partido a la mejora de los resultados de su antecesor en el cargo, Joan Ignasi Pla. Más tarde afirmó que no contemplaba otro escenario que el de ganar las elecciones, pero como persona inteligente que es, es del todo consciente de que eso no sucederá, a menos que ocurra un milagro. Entonces, ¿qué pasará con Alarte el 23 de mayo? ¿Será capaz el líder socialista de encajar su primera derrota? Ciertamente tendrá dos opciones: abandonar el barco o hacer gala de sus primeros pasos con el Fra y actuar como los viejos rockeros, que nunca mueren.
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(*) Sandra Bravo Ivorra es asesora en marketing político y comunicación estratégica
Supongo que el revolcón que le ha propinado Camps le haya bajado los humos al super héroe
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