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VALENCIA. Restan seis días para que los ciudadanos acudan a los colegios a depositar su confianza en alguno de los partidos políticos que se presentan el día 22-M pero no termina de respirarse, más allá de algunos carteles o de los debates trasnochados, el ambiente electoral propio de estas fechas decisivas.

Las formaciones han cruzado el ecuador de la campaña más bien de puntillas. Podría decirse, en símiles futbolísticos, que tocan y tocan, contemporizan el juego, pero no acaban de chutar a portería.

En el caso del PPCV no resulta extraño. La formación 'popular' ya planeó una campaña de baja intensidad y, además, las circunstancias -y su estrategia a tal efecto- les han beneficiado. El partido está activado sí, aunque con la intención de movilizar a su electorado, no de implicar y recordar a toda la población que es el momento de votar.

Su candidato, Francisco Camps, supo ganar la atención mediática frente al PSPV contraprogramando algunos actos socialistas, como la presentación del programa económico. Ese día, a las puertas de la campaña electoral, fue el elegido por el líder del PPCV para convocar un evento de postín con los principales empresarios y actores económicos valencianos y dar a conocer su proyecto de nueva conselleria de Economía. Tras la estocada inicial, llegó la apertura de campaña con el debate de Canal 9, que si bien no se antojaba decisivo, aún lo fue menos dada la distancia que le separaba del 22-M y las condiciones del mismo: nocturnidad y ausencia de réplicas.

Mientras el PSPV trataba de hacer oír sus propuestas, el candidato del PPCV soltó la ‘perla' sobre el abuelo de Rodríguez Zapatero, lo que tuvo como consecuencia una cascada de reacciones desde la dirección federal del PSOE. Dos días duró la historia. Y durante dos días el tema era el eje central de la actualidad.

El siguiente hecho relevante en la campaña fue la entrevista concedida por Francisco Camps al diario Las Provincias, circunstancia de por sí notoria dado que el presidente de la Generalitat no se veía en esa situación desde dos años atrás. Así se encargaron de recordarlo desde el PSPV, subrayando que Jorge Alarte, su líder, había concedido 14 entrevistas por una del líder del PPCV. Al final, lo de menos de la entrevista fue el contenido y la cercanía de las elecciones. Increíble, pero cierto.

Tras esto, el terremoto de Lorca hizo que los grandes partidos suspendieran sus agendas e, incluso, el candidato del PPCV se desplazó a Murcia a asistir al funeral de las víctimas y prestar su apoyo al presidente de la Comunidad, el también ‘popular', Ramón Luis Valcárcel.

Mientras, el PSPV preparaba su mitin de la Plaza de Toros con José Luis Rodríguez Zapatero como estrella invitada. El acto cumplió las expectativas de los socialistas valencianos y les concedió cierto protagonismo informativo. Aparte de eso, no apareció en sus discursos ninguna receta mágica que permita intuir el vuelco más allá de la "dignidad" esgrimida por el candidato socialista Jorge Alarte y la "sorpresa" a la que apeló el presidente del Gobierno.

COMPROMÍS Y ESQUERRA UNIDA

Por su parte, Compromís y Esquerra Unida celebraron ayer -curiosamente casi al unísono- sus actos centrales de campaña mirándose de reojo y cargando contra PP y, principalmente, PSOE. Ambas formaciones saben que su posibilidad de crecer se sitúa en lo que puedan restarle a los socialistas valencianos... y a lo que puedan ‘robar' a sus propios excompañeros de grupo parlamentario. Estrecho margen de mejora para ellos. Las encuestas otorgan mejores registros a EUPV, si bien Compromís posee un discurso más diversificado por la propia unión de fuerzas que lo integran (Bloc, Iniciativa y Verds), lo que puede permitirle mayor margen de mejora.

La cuenta atrás sigue su curso y la campaña continúa sin apenas sobresaltos. El PPCV tacha los días con fruición y sabe que, salvo sorpresa mayúscula, las fotos de la Plaza de Toros cubierta de banderas azules llenarán las portadas del miércoles. Al PSPV le quedan seis días para poner en marcha su artillería pesada en forma de propuestas o sacar a la luz otro tipo de asuntos directos a la línea de flotación de su contrincante. Y es que no son pocos los políticos que piensan que, para ganar unas elecciones, lo más importante es dejar claro al ciudadano que el rival es peor que uno mismo.