VALENCIA. Estas elecciones autonómicas y municipales en la Comunidad Valenciana son muy interesantes por varios motivos, todos bastante evidentes. Todo el mundo se hace las mismas preguntas, y las respuestas también suelen reflejar la misma reacción: asombro. Pero lo que las encuestas predicen que sucederá el 22M no tiene nada de asombroso. De hecho, un análisis político objetivo conduce a la frase que probablemente definirá los resultados de estas elecciones: El voto al jefe.
Hace unas semanas tuve una interesantísima conversación con Fernando Jiménez Sánchez, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Murcia y experto en corrupción política, sobre las claves de estas elecciones, y para ilustrar el asunto, me envió un documento muy interesante. Se trata de un artículo de Jerome Bruner y Sheldon Korchin, publicado en The Public Opinion Quarterly (Oxford University Press) en la primavera de 1946, titulado: The Boss and the Vote, sobre las elecciones para la alcaldía de Boston en 1945.
En este caso eran los demócratas los que habían controlado el poder político en Massachusetts durante muchos años, y los republicanos los que aspiraban a dar el vuelco electoral en las elecciones para alcalde de Boston. El último alcalde republicano había sido derrotado en 1930 por James Michael Curley (de hecho, desde esa fecha, ya no ha habido ningún alcalde republicano en la ciudad de Boston-. El candidato demócrata en 1945 era, de nuevo, James Michael Curley.
James Michael Curley era un político irlandés de la vieja escuela. Su padre había emigrado de Galway y murió cuando JMC tenía 10 años y su madre fregaba pisos en despachos e iglesias de la ciudad. En 1945 Curley optaba por ser alcalde de Boston por cuarta vez, habiendo también servido durante tres legislaturas como congresista por Massachusetts (del mismo distrito que luego representaría JFK), y como gobernador del estado (1935-1937).
En las elecciones de 1945 (el 6N), se daba la situación de que todos los candidatos, menos uno (Curley), eran generalmente desconocidos. La ciudad de Boston estaba pasando por una fuerte crisis económica y política, y las acusaciones y contraacusaciones de corrupción, malversación, fraude, clientelismo, prevaricación, etc., alimentaban un campo de batalla social y mediático que dividía a la gente por su ideología política y por su bolsillo. Todos estaban de acuerdo en que lo que se necesitaba era un cambio radical. Iba a ser que no.
Para tener una idea de quién era James Michael Curley, conviene señalar que cuando ganó sus primeras elecciones políticas, para concejal de la ciudad de Boston en 1904, se hallaba en la cárcel cumpliendo sentencia por fraude. Había entregado las respuestas de los exámenes de oposición a puestos en Correos, a dos hombres de su distrito para conseguirles empleos federales. Esto, en la época de los "bosses" en Boston, no fue precisamente perjudicial para su carrera política. Al contrario, como demostraron los resultados de 1904.
El problema que tenían los oponentes políticos de Curley en 1945 era que nadie los conocía demasiado, y esto les hizo casi imposible generar el voto en contra. El mismo Curley lo sabía. Llegó a aseverar que "un solo buen irlandés" le habría ganado fácilmente. Se refería a alguien con agallas -alguien como él-. Pero sus contrincantes estaban demasiado ocupados hablando de lo que todos los votantes ya sabían: que Curley era un corrupto. En otras palabras: nada nuevo bajo el sol. Esa fue la clave, y así planificó su campaña. No tenía ninguna necesidad de generar el voto a su favor; simplemente necesitaba machacar un mensaje: "Curley gets things done". Difícil de traducir, pero algo como: "Curley consigue lque se hagan cosas". Porque Curley era "el jefe".
No estamos hablando de paralelismos directos con estas elecciones del 22M en la CV, evidentemente, sino de algoritmos políticos y sociales que definen el desarrollo de una campaña en un momento dado. Estos algoritmos políticos y sociales son los que hoy provocan tanto asombro y desconcierto. ¿Cómo es posible? se preguntan muchos analistas y votantes, especialmente desde la izquierda.
En 1943 Curley había sido acusado de delito grave (felonía) por tráfico de influencias, y durante las elecciones de 1945 fue de nuevo acusado de fraude postal por un Gran Jurado Federal. La mayoría de los votantes (en diversas encuestas de la época) afirmaba que Curley era "el peor candidato": "Deshonesto", "El más corrupto", "No te puedes fiar de sus intenciones", decían. Pero nada de esto influyó en la decisión final de los votantes. Curley ganó con un 45% del voto general - y un 25% del voto republicano.
En junio de 1947, Curley fue condenado de 6 a 18 meses por fraude postal, y pasó cinco meses en la Institución Correccional Federal de Danbury, Connecticut. Su sentencia fue conmutada por el presidente Truman, bajo presión de la delegación de Massachusetts en el Congreso. Regresó triunfante a Boston y se dio un baño de masas mientras la banda tocaba el "Ave al Jefe" (Hail to the Chief).
Las elecciones para alcalde de Boston en 1945 inspiraron la novela (de Edwin O'Connor) y la película (de John Ford), El último hurra. Curley perdió las siguientes elecciones en 1949, y ahí terminó su carrera política.
Viva el jefe.
____________________________________________________
(*) Vicente Carbona es licenciado en Marketing y Ciencias Políticas por la Universidad de Boston)
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.