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ANÁLISIS. Rita Barberá, la reina de Valencia

JORGE GALINDO ALFONSO (*). 06/05/2011 Qué no se ha dicho ya de su presencia rotunda y roja, su dominio gestual y vocal del espacio. Lo abarca y lo hace suyo. No solo comunica: se adueña

VALENCIA. Rita es la alcaldesa, sin discusión: ha conseguido convertirse en el prototipo de líder municipal femenino de España. Qué decir que no se haya dicho ya de su presencia rotunda y roja, su dominio gestual y vocal de cualquier espacio. Lo abarca y lo hace suyo. No solo comunica: se adueña.

También de la ciudad de Valencia. Según un sondeo de este mismo medio, el 95% del electorado la conoce incluso fuera de su ciudad. También es la personalidad política más valorada: un 5,7. Y, atención, tiene ni más ni menos que un 4 entre los votantes del PSPV.

En estos veinte años de gobierno, ha conseguido poco a poco identificar su persona con la ciudad, y sus objetivos con los de la población. Por eso, cuando ella triunfa, todos triunfan. Y cuando ella falla, todos fallan. Así, se tiende a votarla masivamente. Y también a valorarla positivamente aún por los no votantes.

Pero Rita también tiene un pasado. Hija de familia bien posicionada dentro del Movimiento, su padre fue un destacado periodista oficial, y ella estudió Económicas y Periodismo. Escribió en prensa y otros medios sobre urbanismo y tribunales, hasta que un buen día decidió, parafraseando a Santiago Barber, dejar de relatar noticias para producirlas. Tenía veintiocho años.

Posee el carné número tres de Alianza Popular en la Comunitat Valenciana, con lo que comenzó en política desde arriba: dirigió campañas provinciales y municipales en los ochenta, y fue diputada regional desde el minuto cero, es decir, las Elecciones Autonómicas 1983.

Se convirtió en líder del Grupo Parlamentario, y llevaba camino de ser candidata a la presidencia de la Generalitat en 1991, pero cuando Pedro Agramunt le ganó por la mano ella se decidió por tomar el camino de la ciudad. Así, dejó su escaño y presentó candidatura.

El resto, como suele decirse, es historia: llevó al partido al segundo lugar en las elecciones de 1991, y pocas horas antes del Pleno que decidiría quién ocuparía el asiento de alcalde, logró un pacto con Unió Valenciana que le aseguraba el puesto. Comenzaba así su simbiosis de facto con la ciudad. Los cuatro primeros años gobernó con tesón y cautela a la par, consciente del contexto de crisis económica aguda, y esperando a 1995 para absorber los votos y los discursos de UV.

Sabía que el PSOE estaba electoralmente muerto en toda España, y sin liderazgo alguno en la ciudad. En sus segundos comicios duplicó los votos conseguidos en el 91. Valencia y ella estaban al fin unidas.

En este segundo mandato, con una oposición desmembrada y una crisis que dejaba paso a una etapa de crecimiento urbanístico, comenzó a construir su proyecto de futuro para "la nueva Valencia". La Ciudad de las Artes y las Ciencias del omnipresente Calatrava era el buque insignia, acompañado por la eterna prolongación de Blasco Ibáñez a través del Cabanyal. ¿El objetivo? "Poner Valencia en el mapa".

Valencia, pues, era, es y será futuro, iluminado y precioso en palabras de Rita, quien tras la arrasadora victoria electoral de 1999 ya no necesita más que las cuatro letras de su nombre de pila para hacerse valer. Este enfoque hace que el receptor del mensaje perciba el pasado como necesariamente peor, poniendo en boca de todos lo "bien que está la ciudad en comparación a cómo estaba" sin emplear dato alguno en tal proceso.

De hecho, lo más parecido al uso de datos en el discurso de Rita son los eventos, su afluencia, y el dinero que, como una promesa, van a dejar en la ciudad. La idea de "evento" es fundamental dentro de la Valencia siempre nueva de Barberá. Aun así le costó muchos años lograr su acto trampolín: finalmente, fue la Copa del América, que además era la coartada perfecta para emprender un proceso de renovación del "litoral valenciano" que aún está por culminar.

Como la miel al oso, este acto deportivo de alto standing atrajo otros: visita del Papa, hípica, tenis, ferias, congresos... y la Fórmula 1. Pero la Copa siempre sería su referencia, mucho más que la F1 (conseguida e impuesta por Camps), hasta el punto de que uno de sus únicos fallos evidentes de gestión fue el que no diese los frutos económicos y urbanísticos esperados, así como perderla como se perdió, en 2007.

Además de eventos y grandes hitos, ¿qué política ha tenido Rita durante estas dos décadas? Principalmente, ha creado barrios enteros, sobre todo en la zona noroeste y este de la ciudad: la renovada Avenida de Francia a la vera de la Ciudad de las Artes, Beniferri alrededor del Palacio de Congresos de Foster, un Nou Campanar cohesionado gracias a la inversión fallera del principal promotor del barrio. Todos de alta densidad, todos para clase media con aspiraciones, ninguno de ellos especialmente equipados. De hecho, la política de equipamiento público de Barberá no ha brillado ni en sus actos, ni en sus discursos.

Los barrios ya consolidados tampoco interesan demasiado a la alcaldesa. Dentro de su filosofía de una ciudad "nueva", lo lógico es centrarse en lo que aún no existe. En la lucha por la prolongación del Cabanyal se expresa perfectamente este espíritu de lo nuevo frente a lo viejo. De hecho, su empeño en tirar adelante el proyecto y la fama que adquirió el caso al llegar al Ministerio de Cultura en 2010 ha sido probablemente el momento más delicado para la imagen de Rita. Curiosamente, el desgaste se produjo mucho más fuera que dentro de la ciudad, donde la mayoría de personas favorecen o cuanto menos toleran la prolongación.

Sumemos una iluminación abundante en toda la ciudad, una política intensa y decidida para conseguir seguridad en las calles, y fuertes inversiones para facilitar el transporte privado frente a un endeudamiento del público, y tendremos un buen esquema de las medidas desarrolladas por Rita.

Con ello, esbozamos su perfil político: enfocado al futuro, basado en eventos y grandes hitos, buscando la modernidad a toda costa, y con el ciudadano de clase media triunfador de la crisis económica como principal beneficiado.

En términos de comunicación, se cuida mucho de no mostrar rasgo alguno del conservadurismo de su partido. Al contrario, da una imagen fuertemente progresista, pero sin alejarse nunca de los valores aceptados por toda la sociedad. Puesto que argumenta con extrema sencillez y evita las cuestiones fuertemente ideologizadas centrándose en ofrecer una imagen socialmente cercana hacia los más desfavorecidos, se puede permitir no encuadrarse en ningún marco ideológico claro, y es transversal (algunos dirían ‘populista').

En esta misma línea, no entra en confrontación con su adversario directo. No habla del PSPV ni de los candidatos que ha ido despachando elección tras elección, pero sí ataca, a veces fervientemente, al PSOE nacional, afirmando una y otra vez que ahogan el crecimiento de la ciudad. Con esto le dice a su electorado que no solo ella es Valencia, sino que "los socialistas" vienen de fuera, y por tanto son los malos, son la anti-Valencia.

Rita, pues, llega a 2011 con una salud envidiable, siendo ella y Valencia la misma cosa, y con una oposición inexistente. Gürtel le ha afectado solo de refilón, y ninguna de las muchas polémicas que han recaído sobre ella y sus concejales (Majestic, el CEYD, el regalo del bolso) ha ido más allá de una segunda página de la sección autonómica de un diario no afín. La asociación "Barberá-corrupción" simplemente no está presente en la mente del elector valenciano medio.

Ella, por su parte, está desarrollando una no-campaña, sin apenas actos ni declaraciones especiales, que muestra que tiene seguridad absoluta en que seguirá siendo la alcaldesa, de Valencia y de España entera. Sin embargo, a partir de su más que probable victoria se encontrará con 63 años al frente una ciudad con las arcas casi vacías y una nula capacidad de endeudamiento, público o privado.

El discurso de protesta al Gobierno central se le terminará si, como todo parece apuntar, Rajoy gana en 2012. Entonces tendrá que encontrar un nuevo "gran hito" para continuar identificando la triada de Rita-Valencia-futuro. Si lo encuentra, 67 años no son demasiados para, en 2015, celebrar las bodas de plata con su auténtico y único amor conocido, la ciudad que gobierna, ganando otra vez las elecciones.
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(*)
Jorge Galindo Alfonso es sociólogo

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2 comentarios

Empar escribió
31/05/2011 18:58

Falta decir que hasta con los nuevos medios como <a href="http://www.facebook.com/RitaBarberaNolla">facebook</a> barre a la competencia. Hasta que no salga la web 3.0 no se acaba con Rita

Pablo Gabaldón escribió
07/05/2011 12:34

Cuando he leído lo de que se le acabaría el discurso contra el Gobierno Central, pensaba que dejabas una puerta abierta a la esperanza, pero ya veo que mucha no tienes XD Lo de su presencia rotunda y roja me ha gustado jaja Por un momento he pensado ¿Está hablando de Rita Barberá o de La Pasionaria? jeje

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