VALENCIA / GRANADA. Desde que comenzara la crisis internacional en verano de 2007, la economía española ha sufrido con especial virulencia su impacto tanto sobre el sector real de la economía como sobre el sector bancario. En el primer caso, y como consecuencia de los problemas estructurales no abordados en el periodo anterior de expansión que tuvo lugar desde mediados de los noventa hasta 2007 (reforma del mercado de trabajo, problemas de competitividad-baja productividad, etc.), el impacto de la crisis ha dejado un huella profunda sobre todo en términos de destrucción de empleo hasta situarse en la actualidad la tasa de paro por encima del 20%, frente a un valor cercano al 8% hace tan solo tres años.
Y en el segundo, si bien el impacto de la crisis ha sido más tardío en comparación con otros países, desde mediados de 2009, y tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la prueba del algodón de que el impacto de la crisis es importante es la existencia de una tasa de crecimiento negativa del crédito al sector privado no financiero, situándose desde entonces por debajo de los sectores bancarios de la eurozona. (...)
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