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Clegg aspira a romper el rígido bipartidismo británico y garantizar por fin la reforma electoral

06/05/2010 El candidato liberaldemócrata a los comicios de Reino Unido, Nick Clegg (7 de enero de 1967), confía en que las generales que se celebran hoy otorguen a su partido una posición clave en el Parlamento que permita proceder a la gran aspiración de su agenda política, la reforma electoral.

LONDRES (EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán). La revelación de la campaña que ayer tocó a su fin había planteado como condición irrenunciable la revisión de un modelo que no garantiza la traslación en el Parlamento de la voluntad popular. Sin embargo, en las últimas jornadas, se ha mostrado dispuesto a ceder para garantizar la gobernabilidad de un país que acaba de salir de la recesión más prolongada desde que existen los registros y que se enfrenta al mayor agujero presupuestario en décadas

No obstante, lo que Clegg no ha aclarado son sus preferencias para negociar. Tras ser objeto de cortejo por parte de los dos verdaderos aspirantes a las llaves de Downing Street, el líder liberaldemócrata, un europeísta convencido casado con una abogada española con la que tiene tres hijos, aprovechó la influencia que su posición bisagra podría suponer en el nuevo Parlamento.

Diputado tan sólo desde la legislatura que concluye ahora, tras hacerse en 2005 con el escaño por la circunscripción de Sheffield, era prácticamente un desconocido para la gran mayoría hasta que, el 15 de abril, Reino Unido estrenó los debates electorales. El axioma 'Estoy de acuerdo con Nick', reiterado por Gordon Brown y David Cameron en el primero de los tres careos televisados, dejó claro que la política británica podía comenzar a dejar de ser cosa de dos.

TIRÓN EN LAS ENCUESTAS

Las encuestas hicieron el resto. La hasta ahora tercera fuerza experimentó un importante ascenso que, aunque en las últimas semanas se ha tamizado, queda ya como uno de los mayores revulsivos de la carrera del 6 de mayo. Comparado en ocasiones con Obama por su mensaje de renovación, Clegg supo capitalizar el creciente sentimiento antipolítico en una sociedad desencantada tras el escándalo de los gastos parlmentarios y la crisis bancaria.

Una visión que le permitió dejar de ser el convidado de piedra que las dos formaciones mayoritarias veían en él antes del inicio de la campaña y, a la vez, superar la sombra que hasta hace pocas semanas le hacía su portavoz del Tesoro, Vince Cable, un rostro más popular para los electores y la opción preferida por muchos para mudarse al 11 de Downing Street.

No en vano, Clegg asumió el liderazgo recientemente, en 2007, poco después de incorporarse a Westminster, tras una trayectoria fuertemente vinculada a Bruselas. El candidato liberaldemócrata trabajó en la capital comunitaria en proyectos de asesoramiento y ejerció como eurodiputado ente 1999 y 2004, cuando decidió abandonar por las dificultades de compatibilizar las responsabilidades en la Eurocámara con la familia.

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