Dharamsala, INDIA (Reuters/EP). El Parlamento de Tíbet en el exilio ha formado un comité para garantizar una transición tranquila tras la renuncia del Dalai Lama a seguir liderando la oposición política a China en el exterior.
Dalai Lama, la figura mundial del movimiento tibetano en el exilio, sorprendió a sus compatriotas cuando anunció la semana pasada que renunciaba al poder, en un intento de convertir al Gobierno tibetano en el exilio en un cuerpo con más autoridad frente a la presión de China.
La formación de este comité se produce un día después de que 83.000 tibetanos exiliados dispersados por todo el mundo participasen en una elecciones para elegir al nuevo líder. Dos de los principales candidatos señalaron que irían más allá del "medio camino" del Dalai Lama, que ha seguido una política centrada en la negociación para conseguir algo de autonomía de China. Los resultados se conocerán en abril.
"Hemos establecido un pequeño comité para negociar como gestionar la devolución del poder. El comité se reunirá esta tarde y su honorable presidente ha dado órdenes de que el Parlamento someta a votación un informe", explicó el primer ministro tibetano en el exilio, Samdhong Rinpoche.
Algunos parlamentarios temen una menor presencia del Dalai Lama, cuya lucha por un Tíbet libre ha conseguido apoyos de estrellas de Hollywood y de la comunidad internacional.
Tenzin Gyatso, el 14º Dalai Lama que se ha descrito como "semi jubilado" y ha pedido reformas durante décadas, ha rechazado las peticiones de los tibetanos para que se quede, destacando la importancia de elegir un líder de forma democrática para encabezar el movimiento. Gyatso seguirá con su papel de líder espiritual de Tíbet.
Los tibetanos temen que China utilice la espinosa cuestión de la sucesión del Dalai Lama para dividir al movimiento, con un Lama elegido por los exiliados en Dharamsala, en el norte de India, y otro Lama elegido por China.
Los tres candidatos son más jóvenes que el actual líder, y deberán dar respuesta a los votantes jóvenes cada vez más frustrados, algunos de los cuales viven en Estados Unidos, donde la causa tibetana se simplifica con una batalla de malos contra buenos en vez de una política real que muchos veteranos defienden en Dharamsala.
Esta generación crítica el "medio camino" por no producir ningún resultado, a pesar de las revueltas de 2008 contra China que provocó la muerte de al menos 19 personas.
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