LISBOA (EFECOM). El acto volvió a llenar de consignas y pancartas las calles lisboetas por segunda vez en sólo una semana, después de la masiva afluencia registrada el pasado sábado en la manifestación convocada por un grupo de jóvenes contra la precariedad, en la que se convirtió en una de las mayores protestas en la historia moderna de Portugal.
La Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), de orientación comunista, volvió a exhibir su fuerza hoy al movilizar a parte de sus cerca de 700.000 afiliados, algunos de ellos llegados en autobuses desde distintos puntos del país.
Bajo el título "Día de indignación y protesta, contra el desempleo, el alto coste de la vida y las injusticias", los manifestantes dejaron patente su rechazo a las medidas de ajuste aprobadas por su Gobierno, entre ellas la bajada de pensiones, el aumento de impuestos y la reducción salarial a los funcionarios.
La marcha comenzó en la plaza Marqués de Pombal, donde se encuentran las sedes de algunos de los bancos y empresas más importantes del país, y terminó en la plaza de Restauradores, donde varios de sus líderes lanzaron sus discursos.
Uno de ellos fue el secretario general de la GCTP, Manuel Carvalho da Silva, quien criticó por igual y ante los miles de personas allí reunidas al Partido Socialista -en el Gobierno- y al Partido Social Demócrata -principal grupo de la oposición, de tendencia conservadora-, debido a que sus políticas "son exactamente las mismas".
La protesta estuvo precedida por las concentraciones celebradas por trabajadores del sector público y privado en diferentes puntos de la capital lusa, desde donde se desplazaron a Marqués de Pombal.
La manifestación convocada por la CGTP se produce en un momento especialmente delicado para el Ejecutivo, después del rechazo unánime que ha suscitado entre el resto de grupos parlamentarios su último paquete de medidas de ajuste dirigido a garantizar sus objetivos de reducción del déficit público.
Esta falta de apoyos podría desencadenar incluso una crisis de Gobierno, lo que en opinión del primer ministro, José Sócrates, debilitaría aún mas al país luso en su lucha por mejorar su situación económica.
La presión a la que se encuentra sometido Portugal en los mercados -que penalizan su deuda soberana con intereses superiores al 7 por ciento- ha disparado los rumores sobre la posibilidad de que acabe por recurrir a la ayuda externa, una opción que hoy mismo dio por segura el líder del PSD, Pedro Passos Coelho.
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