VALENCIA (VP). Como la canción del verano, en cada campaña electoral vuelve uno de los éxitos político-instrumentales desde hace lustros: el trasvase del Ebro. Poco importa ya que la necesidad de agua sea mayor o menor, la cuestión es la marea de votos que mueve de un partido a otro.
El Partido Popular de la Comunitat Valenciana ha retomado la cuestión en los últimos días y amenaza con volver a plasmarla en su programa electoral. “Dado el discurso del presidente Francisco Camps o del vicepresidente tercero y conseller de Medio Ambiente y Agua, Juan Cotino, lo lógico es que se incorpore ya sea con ciertas mejoras, matices o variaciones”, destacan fuentes del partido.
El pasado viernes durante la 'Jornada Técnica Internacional: Agua y Empleo', el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, subrayó que la parte “más compleja” del trasvase del Ebro estaba ejecutada “con la modernización de los sistemas de regadío” en la Comunitat Valenciana. “Ahora es cuestión de que alguien ponga una tubería”, afirmó.
En la pasada campaña electoral de las elecciones generales, el 1 de febrero de 2008, el entonces portavoz parlamentario y número uno por Valencia, Esteban González Pons, garantizó que el trasvase estaría ejecutado en un plazo de diez años “si Mariano Rajoy vencía en las elecciones”. De lo cual cabe deducir que, de ganar en esta ocasión el PP en las elecciones generales, la puesta en funcionamiento de esta infraestructura –de acometerse- llevaría un plazo importante de tiempo. Algo más, probablemente, del tiempo que se tarda en "poner una tubería".
Desde el PP aragonés, también preparan su particular estrategia, en esta ocasión confrontada con el PPCV, sobre el trasvase del Ebro. Recientemente, el candidato a la alcaldía en Zaragoza, Eloy Suárez, dedicó unas duras palabras como réplica a las declaraciones de Francisco Camps, a las que tachó de “delirios”. “Esta cuestión está zanjada desde hace tiempo. La posición del PP es clarita respecto al agua y no entiendo a lo que aspira ni lo que quiere Francisco Camps”, sentenció, mientras subrayaba la oposición desde PP aragonés al trasvase.
La postura de la líder del PP aragonés, Luisa Fernanda Rudi, va en la misma dirección. De hecho, fue la única de su formación que no votó a favor en 2008 de un trasvase del Ebro a Barcelona.
El PSPV se enrocará con su defensa del Tajo-Segura
En cuanto a los socialistas valencianos, las fuentes del PSPV consultadas defienden la postura del secretario general, Jorge Alarte, en su lucha por el mantenimiento del trasvase Tajo-Segura. “El PP agita el debate del trasvase del Ebro aunque la realidad es que abres el grifo y sale agua. Con la defensa del Tajo-Segura, el PSPV ha demostrado que está del lado de los agricultores”, subrayan fuentes de la dirección socialista.
Así, desde el PSPV, señalan que en la redacción del programa electoral tratarán de recalcar los esfuerzos de Jorge Alarte en el trasvase Tajo-Segura y, a priori, no existe una disposición para mentar de forma concreta la transferencia hídrica del Ebro.
El trasvase como arma política
El uso de esta infraestructura en las campañas electorales es casi prehistórica. En 2003 -aunque la cosa venía de lejos- el PSOE ya decidió ‘sacrificar’ la Comunitat Valenciana y Murcia, donde veía escasas posibilidades de victoria electoral, para tratar de mantener Aragón, primero, y ganar Cataluña, después. Para ello, la estrategia pasó por la oposición al trasvase del Ebro, que había defendido el Gobierno de Felipe González, impulsado Josep Borrell como ministro de Obras Públicas.
El PSOE aragonés, que gobernaba, como en la actualidad, con el PAR, vio un filón en la oposición al Plan Hidrológico Nacional (PHN) de José María Aznar, diseñado por el entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, que contemplaba un trasvase del Ebro menor que el de Borrell. Así, Marcelino Iglesias secretario general del PSOE aragonés, lideró la oposición al trasvase.
Rodríguez Zapatero, quien inicialmente dudaba, prefirió respaldar a Iglesias rechazando el trasvase, pese a que José Bono y Juan Carlos Ibarra habían votado a favor del PHN como presidentes de Castilla-La Mancha y Extremadura, y pese a que Joan Lerma reclamaba el trasvase y el nuevo líder del PSPV, el entonces desconocido Joan Ignasi Pla, también.
La oposición de Pasqual Maragall al trasvase, a diferencia del entonces presidente de Cataluña, Jordi Pujol, fue decisivo para que el PSOE se opusiera al trasvase del Ebro. Prefirieron abandonar a su suerte al PSPV y a los socialistas murcianos, para retener Aragón y optar a gobernar Cataluña, como finalmente lograron con el tripartito.
Años después, el agua sigue siendo un arma valiosa para los políticos de media España. Mientras el PPCV estudia la manera de sacar partido una vez más al malogrado PHN, los socialistas valencianos intentarán anular los argumentos del eterno rival con la defensa del otro trasvase, el Tajo-Segura, y las desaladoras. En las elecciones autonómicas, estas demandas son ríos de tinta que morirán en el mar pero, si Mariano Rajoy vence en las elecciones generales, tendrá que decidir si, finalmente, “pone la tubería” de la que hablaba el pasado viernes Francisco Camps o todo vuelve a quedarse en agua de borrajas.
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