VALENCIA. Una vez me dijo a un funcionario de la antigua escuela que en la Administración "nunca pasa nada si no haces nada", desafortunada frase no exenta de razón en unos tiempos que hoy deberían haber quedado atrás, pero sirva la misma para aplicarla a la actual situación.
Los tiempos que estamos viviendo son muy difíciles -otra obviedad-, pero en este caso si no haces nada pueden pasar muchas cosas y ninguna de ellas buenas. Es comentario generalizado que hemos tenido mala suerte, que nos ha tocado el peor momento (como dijo el anterior ministro de Trabajo, Celestino Corbacho), y con los peores elementos para gestionarlos (y esto es ya cosecha mía).
Después de tres años de continuo deterioro, donde nos hemos pasado los dos primeros negando la mayor y no haciendo nada, es hora de empezar a hacer algo. El país tiene mucho aguante, pero estamos llegando a nuestro propio límite.
Seguimos rompiendo cifras de previsiones de forma continuada y negativa, crecimiento, paro... La poca confianza que creíamos tener, si alguna vez la tuvimos, se ha vuelto en desconfianza. Ni confían en nosotros desde fuera ni confiamos en nosotros mismos o por lo menos en los dirigentes que tienen que dirigir nuestra tortuosa salida de esta lamentable y larga crisis.
Se ha escrito mucho sobre cómo hemos podido llegar a esta situación, pero ya es hora de escribir sobre cómo poder salir de ella, y no va a haber otro camino que el esfuerzo de la cada vez más exigua población ocupada.
Que es necesario un pacto político es algo que nadie duda. Pero que estamos desgraciadamente lejos de ese pacto creo que tampoco. Estamos a pocos meses de las elecciones municipales y autonómicas y a un año vista de las generales y da la impresión de que estas fechas siguen siendo referencia de actuación, que no se hará nada hasta que se celebren, o por lo menos que no se unirán esfuerzos para conseguir salir.
Desde que España alcanzó la democracia, el marco no ha cambiado. Se ha conseguido mucho en estos años, la descentralización del Estado ha servido para administrarnos mejor, o por lo menos para ser mas responsables de nuestro propio desarrollo.
El turno de la responsabilidad
Pero el sistema se ha estancado, necesita un giro para cobrar impulso. Son horas de reformas y tienen que pasar por asumir responsabilidades. Los políticos deben liderar ese cambio, empezando por ellos mismos. Los elegidos deben rendir cuentas a sus propios electores y los partidos políticos deben ser meros instrumentos al servicio de la generalidad y no un refugio para los mediocres.
Los trabajadores rinden cuentas a diario ante sus empresas por su trabajo. Se les exige formación, dedicación, disciplina y entrega. A un político se le debe exigir lo mismo: preparación para ocupar el cargo, dedicación, entrega y rendición de cuentas a sus electores, no a los intereses de unos partidos que persiguen ante todo la perpetuación en el poder.
Urge que nos organicemos de otra forma y podemos tomar ejemplos de los países democráticamente más experimentados. No nos cuestionemos el modelo de Estado, que funciona y debe perdurar. Simplemente avancemos con el modelo.
Los empresarios reaccionamos mas rápidamente, somos más sensibles a los malos momentos, nos va la vida en ello y tenemos que adaptarnos sí o sí. La globalización nos obliga a competir más y de mejor forma, ganando competitividad y tamaño. Sólo pedimos que se nos facilite el marco social, económico y financiero para poder ser más eficientes. Hemos sufrido muchos reveses en poco tiempo y quizás en nuestra tierra estemos pagando más los errores cometidos, pero hay que dejar de lamernos las heridas y ponernos manos a la obra.
Conservemos lo que tenemos, que nos ha costado mucho conseguirlo. Nuestro sistema financiero está tocado pero no hundido, y no debemos permitir que la dejadez o el dejar hacer nos resuelvan los problemas. Cojamos al toro por los cuernos y salgamos juntos de esta situación. Sabemos y podemos.
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(*) Enrique Lucas Romaní es empresario y presidente de Ediciones Valencia Plaza SL
Yo soy mas pesimista, veo a la clase trabajadora de este pais con nivel bajísimo de productividad y preparación. A veces no se ni como salen las cosas en las empresas valencianas. Estamos tan lejos de los alemanes!
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