VALENCIA. 2011 es un año clave para los procesos de refinanciación de deuda que se iniciaron hace tres años, sobre todo, en compañías inmobiliarias. Juan Bautista Soler, Cyes Inmobiliaria, Lubasa y Blauverd, entre otras firmas inmobiliarias valencianas afrontan el nuevo año con austeridad y discreción, siguiendo las premisas que ellas mismas marcaron a sus entidades financieras acreedoras para conseguir que las refinanciaran.
Se trata de procesos complejos totalmente dependientes de las entidades financieras. Y en estos momentos, "aunque gran parte de la banca ha cambiado de planteamientos e intenta apoyar a la empresa dándole más plazo, también hay excepciones que pueden dificultar llevar a cabo una refinanciación", según observa Jorge Martí, socio director de la oficina de Uría en Valencia.
En manos de las empresas
La mayoría de las refinanciaciones se encuentran en el ecuador de su momento más álgido y a la banca le queda poco que hacer. Ahora la solución la tienen que buscar las mismas empresas. Y no va a ser nada fácil. Ventas, fusiones, incluso divisiones empresariales por unidades de negocio, son algunas de las soluciones que plantea Vicente Espert, director financiero de Improven. Sin embargo, primero se debe examinar si el plan de viabilidad de estas empresas ha funcionado o si hay que rectificar. En algunas autonomías, como en Madrid, ya se empieza a aplicar una quita al principal para facilitar el pago.
Durante el primer semestre del año las empresas que han obtenido una refinanciación en los años anteriores están autoevaluándose para saber si pueden o no pagar la deuda que tienen contraída con las entidades financieras. Todas estas empresas cuentan con una póliza de crédito para financiar las ventas, pero una vez entran en pérdidas, empiezan a financiarse pérdidas estructurales. Y si el banco no renueva la financiación, la empresa finalmente se ve obligada a presentar el concurso de acreedores.
Autoevaluación
Para evitarlo, durante los últimos meses de 2010 se han redefinido algunos planteamientos de estos procesos, como señala a Valencia Plaza Antonio Navarro, socio director del área Mercantil de Broseta. Entre ellos, los calendarios de amortizaciones de deuda. Muchos han resultado ser demasiado exigentes y optimistas. Por lo que ha sido necesario redefinir objetivos y plazos.
Entre los principales motivos se encuentra que la posibilidad de desinvertir, una de las principales actuaciones de una refinanciación para conseguir liquidez, ahora no es fácil. Por otra parte, los bancos ya poseen demasiados inmuebles fruto de daciones en pago y han tenido que provisionar su deuda. "Hasta que no salgan al mercado estos inmuebles será complicado salir de esta espiral de procesos de refinanciación", según entiende Jorge Martí.
Cómo pagar sin tener ingresos
La falta de ventas ha propiciado la necesidad de abordar nuevas rondas de financiación para que las empresas consiguieran más tesorería. En este sentido, y ante la imposibilidad de devolver esa deuda, se han fijado nuevos calendarios de amortización de deuda para cumplir ante la banca. Pero la financiación adicional tiene un límite.
Las compañías inmobiliarias son las que más dificultades tienen en este punto porque "ya han llegado hasta un tercer proceso de refinanciación y las compañías del sector empiezan a acumular unos importantes costes de estructura", comenta el director financiero de Improven.
Un panorama negro para las inmobiliarias
El problema de estas empresas es el volumen de inversión ejecutada. "La rentabilidad no está asegurada por lo que el volumen de inversión se ha convertido en un riesgo", comenta Navarro. En este sentido, la duración de la crisis les perjudica.
"La banca seguía refinanciando a estas empresas mientras los costes de estructura se redujesen un 20%, para poder pagar intereses", explica Espert. Sin embargo, su actual deuda es mucho superior al tamaño de la compañía. Tampoco consigue reducirla, por la falta de ventas, pero también por la creciente competencia de la banca en el sector.
Ahora empiezan las compañías industriales
El socio director de Uría detecta que quedan pocas promotoras con procesos pendientes de aprobar su refinanciación. Las refinanciaciones de promotoras inmobiliarias tuvieron su punto álgido en el segundo semestre de 2008. Y, en principio, su pago de intereses ya ha pasado, por lo que las empresas afectadas ya deberían haber hecho acopio de tesorería para poder poder afrontar el principal. De no ser así, el goteo de concursos de acreedores entre las promotoras seguirá creciendo.
Ahora son las empresas industriales las que empiezan a negociar con las entidades financieras estos acuerdos. En este caso, sus plazos de refinanciación son más largos que los de las compañías promotoras. Los últimos procesos de refinanciación son a más largo plazo. Juan Bautista Soler, uno de los últimos promotores que consiguió refinanciar su deuda con las entidades financieras, ya entra en este grupo.
En cuanto al resto de empresas con refinanciaciones a cuestas desde 2008, el socio de Broseta prevé que se cumplan los periodos de carencia de pago del principal.
Aunque el panorama no pinta muy halagüeño, los expertos consultados esperan que los planes de viabilidad que consigan llegar a buen término dejen empresas totalmente viables.
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