VALENCIA. El próximo mes de abril la reforma del Estatuto Valenciano cumplirá cinco años de vida. Y, mientras tanto, la Ley Electoral continúa en la nevera, como si fuera un cadáver en la ‘morgue’ que nadie reclama. Es cierto que algunas partes destacadas de la Carta Magna valenciana se han desarrollado como la Ley de Asociación, Ley de Participación Ciudadana o los avances en Derecho Foral valenciano como la Ley de Régimen Económico Matrimonial, que contempla la separación de bienes como norma general, o la Ley valenciana de Sucesiones, que otorga preferencia en la herencia de negocios al hijo que trabaja o está al cargo de la empresa beneficiando así la productividad.
Sin embargo, la Ley Electoral Valenciana sigue condenada al ostracismo. Tres cambios están previstos dentro del Estatuto que deberían desarrollarse a través de esta legislación:
-La capacidad de disolver Les Corts por parte del presidente de la Generalitat.
-El respaldo de dos tercios de Les Corts (66 diputados), cuando antes eran tres quintos, para reformar la Ley. Por cierto, el PPCV asegura que sacará más de 60 en las próximas elecciones.
-La obligación de que el número de parlamentarios no sea inferior a 99.
Precisamente esta última premisa trajo de cabeza al Partido Popular en las últimas elecciones ya que la LEV en vigor contempla sólo 89. El Bloc recurrió y, tres años después, todavía está pendiente del Tribunal Supremo la resolución. Una sentencia favorable a esta formación política podría anular las directrices que marca la LEV y utilizar, por defecto, las cláusulas que marca la Ley Electoral Estatal, que sí contempla un listón electoral del 3%.
Tal vez por eso el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, esbozó en el Debate de Política General de octubre de 2010 la necesidad de estudiar la reforma de la LEV. Poco después, el portavoz del grupo popular, Rafael Blasco, refrendó las palabras del líder del PPCV con ánimo de registrar una propuesta para la creación de una Comisión Especial para estudiar la citada reforma.
Aquello quedó en iniciativa fantasma puesto que, tres meses después, nada se sabe del asunto. Fuentes populares consultadas estiman que el motivo de que no se avance en el estudio de la reforma es la “falta de fechas antes” de elecciones (han dispuesto de cuatro años). Desde la bancada socialista consideran que el anuncio de esa comisión obedece al deseo del grupo popular de “cubrirse las espaldas” por si necesitan pactar algún cambio urgente debido a una “inoportuna” sentencia del Tribunal Supremo.
Un poco de historia porcentual valenciana
El listón electoral sufre una “anomalía inicial” desde su inclusión en Estatuto de 1982, según explica José Morgan, abogado y presidente de la asociación Joventut i Política. En aquella ocasión, el PSOE y la UCD fueron los que pactaron el 5% porque les beneficiaba a ambos. Además, incluyeron el listón en el propio articulado del Estatuto. Con la reforma, el 5% se extrajo y se acordó que pudiera modificarse la Ley desde Les Corts (antes debía pasar por Madrid) pero con los dos tercios de los votos. Esta mayoría, ha sellado, casi perpetuado, el 5% autonómico.
La división de opiniones entre los defensores del 3% o del 5% y sus respectivos argumentos son bien conocidos. Unos critican la imposibilidad de los partidos pequeños para crecer y alcanzar Les Corts. Otros subrayan la dificultad de formar gobierno si se produce la atomización o batiburrillo de formaciones políticas en la Cámara.
Los detractores del 3% recuerdan que en el Hemiciclo han llegado a convivir cinco formaciones CDS, UV, PP, PSPV y EU. Lo cual, a su juicio, demuestra que es posible de lograr. En cambio, los favorables a rebajar el listón electoral recuerdan dos situaciones en las que la exigencia electoral cometió injusticias.
En 1999, Unió Valenciana logró en torno a un 4,8% y el Bloc un 4,6% de representación autonómica. Sumado al resto de pequeñas formaciones que sacaron cifras menores, resulta que entre un 10% y un 12% de la sociedad valenciana no estaba representada en la Cámara.
En 2003, el Bloc sufrió en sus carnes de nuevo el áspero azote del estricto listón, situándose con un 4,8%. Apenas 3.000 votos le hubieran bastado la formación que ahora encabeza Enric Morera para entrar en Les Corts. Su lastre fue la provincia de Alicante. Unió Valenciana, pese al bajón sufrido, también podía haber entrado en la cámara autonómica con una barrera menos rigurosa ya que alcanzó el 3%. “Tal vez en esa circunstancia podría incluirse un elemento corrector provincial ya que en esa ocasión, Esquerra Unida obtuvo representación en Castellón cuando el Bloc le superaba ampliamente en número de votos”, explica José Morgan.
En España, la comunidad autónoma más gravosa en este sentido es la canaria, donde se exige un 6% general para acceder al parlamento. En Galicia, también acordaron el listón electoral debido al interés de PSOE, BNG y PP, en detrimento de Izquierda Unida.
Por otro lado, en lo que se refiere al Congreso de los Diputados, la barrera se sitúa en un 3% por circunscripción provincial.
Modelo electoral mixto
Otra de las posibilidades interesantes para una Ley Electoral más justa la expone el profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Valencia Andrés Boix Palop, quien apostaba por un modelo electoral mixto que resultara “equilibrado”. En un artículo en El País publicado en noviembre, Boix analizaba las palabras del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, en el Debate de Política General donde lanzó una propuesta para seguir los pasos del modelo francés, inglés o estadounidense, donde los diputados son elegidos en circunscripciones electorales uninominales. Es decir, votas a un político concreto de la zona donde tu vives.
Boix considera que no es mala la idea de disponer de “nuestro diputado al que rendir cuentas”. Sin embargo, incide en que este sistema fomentaría de forma excesiva “las mayorías absolutas y el bipartidismo”, además de favorecer al PPCV de forma clara. “Tendría como efecto positivo que facilitaría la gobernabilidad pero la contrapartida es que limitaría el pluralismo y la efectiva representación del amplio abanico de ideas políticas que en realidad alberga toda sociedad”, explica.
Por ello, el profesor universitario propone que podría establecerse un modelo mixto. La mitad podrían designarse como Camps, con circunscripciones nominales de unos 100.000 habitantes cada una siendo las comarcas y las ciudades de más de esa cifra “la base para el cómputo”. Según Boix, el resto de diputados podría elegirse en una única lista de ámbito autonómico “con un reparto proporcional que garantizaría que un partido con un 2,5%-3% de los votos en todo el territorio tuviera, al menos, un diputado”.
En cuanto a modelos mixtos, el abogado José Morgan también considera “interesante” el modelo alemán, similar a la propuesta de Boix. “Se presentan diputados uninominales para el sufragio directo según circunscripciones. Personas en vez de nombres. Y aparte, se presenta la lista para la cancillería y diputados de lista, por así decirlo.
El abogado y miembro de Joventut i Política coincide en que, en ocasiones, la ley electoral valenciana produce injusticias pero también señala el “deficiente pragmatismo” que en ocasiones tienen los listones electorales bajos. “En Israel, por ejemplo, donde la barrera es del 2% se producen tremendas dificultades para formar mayorías y gobernar, debido a la complejidad y atomización que se registra”, señala Morgan.
En cualquier caso, y pese a las dificultades y contrapesos necesarios para su desarrollo, los expertos consultados coinciden en que los partidos mayoritarios deberían haber abierto el debate durante la legislatura y no permitir que una Ley de tal importancia agonice en el refrigerador parlamentario en que, demasiado a menudo, se convierte el Hemiciclo. El cadáver legislativo se mantendrá intacto, es cierto, pero algún día, quieras o no, deberás sacarlo de allí e identificarlo.
Según los últimos sondeos, partidos minoritarios como Compromís, Esquerra Unid, aumentarían mucho el número de escaños en las Cortés Valencianas, también entraría UPYD en el parlamento, y el PP perdería la mayoría absoluta en la Comunidad Valencisna. Pero, si cambian la ley electoral como propone Fabra, perjudicaría mucho a los partidos minoritarios. La ley electoral no es perfecta, no hay un sistema perfecto, y como no está claro qué sistema es el mejor, es preferible que no toquen la ley electoral si perjudica a partidos más pequeños.
Excelente texto. Y, por cierto, no sé si es una suerte que el nuevo Estatuto subiera la mayoría necesaria de 3/5 a los actuales 2/3. Porque con la anterior mayoría al PP le habrían bastado 60 escaños para hacer ellos solitos una nueva ley. Hay que reconocer que Pla, al menos, en esto tuvo vista.
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