VALENCIA (VP). The New York Times no conoce bien Valencia. Esa es la impresión que da uno de sus reportajes publicados en la sección de viajes de ayer titulado "36 hours in Valencia, Spain", un recorrido rápido en el que las visitas obligatorias se reducen prácticamente al barrio del Carmen, donde según el autor está todo lo necesario para los fashionistas, los amantes de la buena cocina y los viajeros expertos. En la ciudad "donde se cocina más que arroz", hay mucho más para visitar, comer o comprar.
A las cuatro de la tarde comienza el recorrido del periódico. El barrio del Carmen es la primera parada, aunque el viajero que siga los pasos del artículo volverá más veces. The New York Times destaca dos de las tiendas más vanguardistas, y caras, del casco histórico y que casualmente están una enfrente de la otra. Los dueños también son los mismos.
Después del momento de compras, y tras destacar el Mercado Central como el local por excelencia de fiestas exclusivas, la sugerencia para el turista es tomarse un buen vaso de horchata con fartons, o un cortado, en la Plaza de Santa Catalina. Ninguna referencia al Centre d'Art Contemporani Nou d'Octubre, a unos pasos, o al IVAM, no muy lejos andando.
VISITAR EL CABANYAL ANTES DE QUE DESAPAREZCA
Para saciar el hambre, las recomendaciones son varias. El primero de los locales destacados es Carosel, también en el Carmen, un local de tapas deconstruidas de moda desde hace unos meses, asegura el rotativo. También hace mención a Maipi, "el lugar donde los empresarios cierran negocios en lugar de hacer la siesta" o La Pepica y L'Estimat para comer una buena paella después de misa. Para cenar, el artículo recomienda el restaurante árabe Balansiya, "una experiencia culinaria de la Valencia medieval morisca". Nada de Dacosta, Ricard Camarena o alguna de las otras prestigiosas casas de comida de la ciudad.
Más allá de la gastronomía, The New York Times aconseja coger las bicis públicas para conocer la ciudad sobre pedales. Además del barrio del Carmen, la Almoina o la Ciudad de las Artes, destaca el barrio marinero de Valencia, el Cabanyal, donde, afirma el texto, existe un debate por querer unir la ciudad con el mar y "resucitar" sus calles "conocidas por su delincuencia y prostitución". A pesar de los calificativos, las directrices que marca son claras, hay que ir a visitarlo antes de lo que derriben.
No sé cómo se ha labrado su prestigio ese periódico, pero desde luego no será a base de artículos como ese. Debería rectificar y no afrmar alegremente lo de la delincuencia y la prostitución. ¿Tiene estadísticas? En todo caso, si ha percibido algunas zonas deterioradas ¿por qué no se pregunta la razón? ¿Y por qué no se fija o pasa por alto en la belleza del barrio?
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