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José Luis Martínez Navarrete: "Las fusiones paritarias y equilibradas son muy buenas, pero muy difíciles y ahora no hay tiempo para ellas"

Plaza Privada / MARÍA COSTA. 08/01/2011
VALENCIA. A José Luís Martínez Navarrete le iban las matemáticas, pero le parecía aburrido estar todo el día enseñando logaritmos; le gustaba el Derecho, pero no se veía leyendo el BOE todos los días; pensó en ser médico, pero la sangre se le helaba al verla. Estudió Económicas. Hoy es un economista al frente de una corte de 300 abogados dispersos en las oficinas de Garrigues en Alicante, Murcia y Valencia y tiene que leer el BOE todos los días. Cuando no puede más coge sus esquís y se lanza por las pistas negras de Baqueira, Los Alpes o Sierra Nevada. Practica jornadas laborales de diez y doce horas, con elevadas cotas de estrés porque los plazos son los plazos, pero en su sector son muchos y carecen de sindicato.

 

-El trabajo es duro. Pero nadie aguanta 11 horas de trabajo cada día durante años si no está a gusto. El secreto es que nos lo pasamos bien. Y de vez en cuando alguna tensión, malas caras, depresión... Para los de fuera entiendo que no resulte atractivo trabajar en un bufete donde terminas de trabajar a las 10 de la noche.

-¿Entonces no se ve manifestándose con su colectivo pidiendo una reducción de la jornada laboral?
-No creo, porque son todos bastante esquiroles, pero les encantaría. Cuando al terminar veo a algún compañero nadando entre papeles, les dices "¡anda coge los bártulos y vete a casa!". En esta profesión nunca te vas con la sensación de haber acabado el trabajo, la lista de pendientes es interminable. Así que hay que poner límites porque si no el trabajo te absorbe y el que no se controla acaba reventando.

-¿Por qué a los altos ejecutivos les apasionan tanto los deportes de riesgo?
-No lo sé, pero en mi caso se cumple porque soy muy esquiador. Cada viernes que puedo salgo zumbado hacía la nieve y me lanzo por todo tipo de pistas. Me gustan los deportes y no me importa que sea más o menos duro. Ahora, no me pillarán haciendo puenting. Mi nivel de adrenalina se satisface con lo que hago.

-¿Para hacer equipo hay que lanzarse por un barranco?
-Eso sí que es un mito americano que ya no está de moda. En nuestro caso y en alguna ocasión nos hemos metido todos en una canoíta y nos hemos dado un paseo por las Hoces del Cabriel. Pero muy light, ¡eh!,nada de barranquismo americano.

-¿Con tantos abogados ejerciendo por qué la justicia es tan lenta?
-A ver, a lo mejor ese es el problema, que hay miles y miles de abogados. Lo que demuestra que en esta sociedad todo está judicializado. Se recurre una multa, una misma compañía de seguros pleitea contra sí misma tras un accidente... y así con miles de asuntos que colapsan los tribunales.

-¿La abogacía está protegida en tiempos de crisis?
-Pues no. Eso sí, escuchas a algún amigo lo de: "Bueno a vosotros ahora os estará yendo fenomenal". Padecemos la crisis como todos. Los abogados que se dediquen sólo a concursos o a ejecutar expedientes de regulación de empleo puede que estén de agosto, pero en despachos grandes como éste surgen problemas de honorarios, clientes que por su fidelidad piden que les rebajes la cuantía, hay mucha competencia en el sector y surgen problemas de cobro, cuando hace tres años era impensable. Al ser un despacho de clientes, y llevas con ellos años, te resulta complicado no estar a su lado.

-Si iba para economista, ¿por qué acabó en un bufete jurídico?
-Eso me lo he preguntado millones de veces. Me encantaban las matemáticas, pero en un momento de lucidez pensé que me moriría de aburrimiento enseñando logaritmos y conjuntos a los niños. Busqué algo más afín. Rechacé Medicina aunque ahora pienso si hice bien. Me debatí entre Económicas y Derecho y me quedé con la primera porque pensé que leer cada día el Boletín Oficial del Estado podía ser lo peor que me pasara en este mundo. Así que estudié Económicas y me especialicé en la rama menos realista que había.

-¿Y a opositar?
-No. En la mili un compañero me animó a enviar el curriculum a Arthur Andersen y a la semana entré a trabajar.

-¿Su expediente era tan brillante como el que se exige ahora?
-No. Entonces la media no era notable y sobresaliente como se exige actualmente. Hoy la gente está mejor preparada que lo estábamos nosotros, pero carecen de interés por su propio desarrollo profesional. Está cambiando. Pero hemos pasado diez años con problemas de contratación. Entrevistábamos a verdaderos lumbreras que se quedaban ensimismados pensando: "Uf, trabajar diez horas. Es que la vida...". Y te lo decían durante la entrevista de trabajo que se supone que es cuando uno tiene que callarse. Ahora, los que pasaron son los mejores.

-Y ya que está aquí ¿por qué no estudia Derecho?
-Lo hice. Empecé, pero no acabé. Me quedé en tercero. Le comenté que me parecía horroroso leer el BOE cada día, pero desde que entré aquí no hacía otra cosa. Sobre mi mesa todo eran fotocopias del BOE, el BOE...y libros sobre el BOE. Al final curiosidades de la vida empezó a gustarme y en ese momento quise estudiar Derecho. Al final consideré que si el esfuerzo era sólo para que apareciera el título en mi curriculum no valía la pena. Además los abogados son muy suyos.

-¿A qué se refiere?
-Ellos siempre que pueden me recuerdan que no soy abogado. Son muy graciosos. Es un mundo muy corporativo en el que todos se tratan de compañeros.

-Se ha especializado en Derecho Fiscal, ¿qué tiene de apasionante?
-Ahí convivimos los economistas y los abogados. El asesoramiento fiscal hoy por hoy no está regulado, hasta tal punto que puede ejercerlo cualquiera. He disfrutado mucho con ello, pero mi tiempo actualmente se me va gestionando las trescientas personas que trabajamos entre Murcia, Alicante y Valencia.

-¿En tiempos de globalización tienen mucho futuro las empresas familiares?
-Sí, pero cambiando enfoques. El gran problema es que muchas mezclan la empresa con el patrimonio y esa filosofía de gestión arruina el negocio.

-¿Usted es de los que piensa que 2011 será más duro que 2010?
-Yo estoy harto de esa historia. Desde 2008 estamos con la misma cantinela. Parece que nos retroalimentamos escuchando a los gurús, a ver quién dice la más gorda.

-¿Y usted qué opina?
-Creo que va a ser igual que 2010. Será tan malo como el vivido. ¿Peor? No lo creo. Hay bastantes empresas que están mejorando sus perspectivas. Eso no se dice. Estuvieron mal en 2009, pero remontaron en 2010. El problema es que en términos de clima político, financiero, deuda exterior...  se está fatal y contamina. A partir del verano todo empezará a cambiar.

-Dicen que la absorción será el verbo del 2011...
-Ya lo está siendo. Si hablamos del sector financiero vemos muchas absorciones incluso casi por decreto ley. Las fusiones paritarias y equilibradas son muy buenas, pero muy difíciles. En los tiempos que corren no hay tiempo para ellas. El problema de las absorciones es que arrasan con culturas empresariales y maneras de hacer que valían la pena.

-¿Con tantas leyes hay quien se aclare?
-Pocos. Hasta los especialistas somos muy cautos a la hora de emitir opinión. Nadie tiene en la cabeza todas la normas. Hay que mirar cuándo cambió, remirar si la han vuelto a cambiar...

-¿Controla o le pueden sus reacciones?
-Controlo un montón, tanto que me aburro. Me encantaría descontrolarme alguna vez.

-Entonces, ¿absurdos?
-Ni los recuerdo.

-¿La mejor defensa es un ataque?
-Habitualmente y superficialmente sí, en el fondo no.

-¿La competencia es sinónimo de...?
-Riqueza. Sin competencia uno acaba siendo un ególatra y perdiendo la gracia.

-¿El mundo sería más justo sin justicia?
-En absoluto. La justicia tiene muchas pegas y todo es injusto, pero sin normas las cosas serían mucho peor.

-¿Dónde se estresa más?
-Aquí en el despacho.

-¿Qué placer hay en una tarde entre números?
-No lo sé, pero lo hay porque me siguen gustando los números, tienen un qué se yo que no me aburre.

-¿Su número de la suerte?
-Siempre el 7.

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