VALENCIA. Aprender inglés no es fácil para todos y muchos se quejan de estar hartos de tanto papel y lo que necesitan es hablar. Con la intención de solucionar este problema nace Culture Go Go, una startup nacida de la idea de dos jóvenes ingleses, profesores de inglés, que conecta a las familias españolas con los viajeros de habla inglesa que quieren venir a nuestro país. El fin es que el viajero ayude a la familia a practicar inglés a través de actividades diarias, aficiones y conversación. A cambio, la familia ofrece al viajero una habitación y comida en su casa.
"Somos dos profesores de inglés que trabajamos en Madrid durante unos años y vimos la necesidad de una manera más dinámica de aprender inglés para los españoles", explica Francesca, cofundadora de Culture Go Go. "Como viajeros, queríamos conocer más la vida española y la cultura, y nos dimos cuenta que la gente podía intercambiar alojamiento con una experiencia cultural". En ese momento lanzaron un proyecto de menor dimensión en Madrid y más offline. "Conectamos a 40 host y 40 viajeros y vimos que iba bien", explica.
"La gente aprendía mucho inglés y para los viajeros era algo distinto y divertido. Entonces, la gente nos contactó de otros sitios en España e incluso en otros países". Entonces pensaron que tenía que ser más y crearon una comunidad que rentabilizan cobrando una pequeña suscripción de 24 euros por tres meses a la página a los anfitriones mientras que los viajeros, que siempre son nativos ingleses, pueden elegir entre pagar o compartir en Facebook. La relación entre host y viajero es sin dinero.
En la plataforma tienen actualmente 1.200 usuarios, unos 850 viajeros y 400 anfitriones, de los que 38 son de Valencia, donde la startup está inmersa en el programa de BBooster. La comunidad también tiene miembros en otras grandes ciudades como Madrid, Barcelona, incluso en Sudamérica. Actualmente, Culture Go Go cuenta con más de 1200 usuarios en total. Los viajeros, principalmente del Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, acuerdan con las familias el plazo de la estancia, que puede ir desde dos o tres semanas hasta un año completo. Para Francesca se trata de una idea novedosa, ya que apunta a que en estos momentos solo caben opciones como cuidadoras inglesas para los niños, las academias de idiomas, o los campus de verano en inglés.
Se trata de vivir en inglés las 24 horas del día, aparte de tener un intercambio cultural muy enriquecedor para ambas partes. El viajero puede ayudar a los niños con sus deberes en inglés, practicar con la madre de familia mientras hacen deporte, organizar con el padre una excursión a la montaña o preparar un menú internacional con paella de primero y un apple pie de postre. Se trata de practicar un idioma en un ambiente relajado y con un nativo. "Como no hay intercambio de dinero entre las partes es accesible para todos, y se crea también una experiencia muy significativa y natural", explica Francesca.
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