VALENCIA. Tres empresas se reparten el territorio y una facturación que roza los 280 millones de euros anuales, un negocio asegurado por concesiones municipales que se prolongan decenas de años en cada caso. La gestión del agua de Valencia, Castellón y Alicante tiene tres patas, ya que cada provincia cuenta con una empresa fuerte que controla la gran mayoría del suministro a los municipios. Aguas de Valencia, Aquagest y Facsa son los amos y señores del líquido.
Desde que se crearon cada una de las tres empresas, empezando por la valenciana en el siglo XIX, el mercado del agua ha permanecido en exclusiva bajo su control. Cada una de las tres provincias que forman la Comunitat tiene su empresa insigne, y no ha sido por casualidad. A pesar de que la más estable es la alicantina, por formar parte del grupo francocatalán Agbar (constituido por más de 150 empresas y hoy controlado accionarialmente por la multinacional gala Suez), todos buscar arañar cuota de mercado en Valencia, dominado por Aguas de Valencia, la pionera que se resiste a ceder el control a intereses foráneos.
Aguas de Valencia, participada en un 60% por Inversiones Financeras Agval (Banco de Valencia y Fomento Urbano de Castellón, del Grupo Gimeno) y en un 30% por la multinacional francesa Suez Environnement, fue la primera que se inició en el negocio. Impulsada por un grupo de emprendedores y con el colchón del Banco de Valencia, arrancó su actividad en la capital del Turia hasta convertirse en lo que es hoy, una sociedad cuyo balance de ventas de 2009 casi alcanzó los 69 millones de euros y que cuenta con 11 sucursales y 170 trabajadores.
La evolución de la empresa valenciana no ha sido un camino de rosas. A pesar de que su competencia directa son las otras dos compañías que controlan Alicante y Castellón, Aguas de Valencia tiene a los accionistas de referencia de ambas dentro de su accionariado.
Excluido el valor de bolsa, su gestión ahora es un coto cerrado al Banco de Valencia y sus socios, quien después de largos años de enfrentamientos societarios en el seno de su accionariado por la disputa del poder, ha logrado una paz latente sólo alterada por el permanente acoso del socio francés, Suez. Los franceses se resisten a no participar en la gestión de la firma y a no formar parte del consejo de administración, todo ello decidido por el grupo mayoritaio de accionistas. El motivo, en cierto modo legítimo, es que Suez es un directo competidor de la sociedad, aunque también lo es Facsa y ésta sí está representada en el consejo como aliado local frente al foráneo. La historia de los enfrentamientos entre accionistas locales y frances es ocupa un espeso compendio de intrigas y rencillas que ha dejado por el camino a gestores, políticos y accionistas.
Suez entró a formar parte de la sociedad en 2007, cuando la multinacional compró el 30% de las acciones que la también francesa Saur tenía en Aguas de Valencia por 135 millones de euros. La multinacional reivindica la obtención de cinco puestos en el consejo de administración de la firma y lleva tiempo intentando intentado acceder a mayores cotas de representación en su gestión.
SUEZ Y AQUAGEST
Junto con los franceses, dueños también de Aquagest desde que a mediados de este año se hicieran con el 75% de las acciones del grupo catalán Agbar, en la sociedad valenciana también están representados los intereses de Castellón a través de Fomento Urbano de Castellón. La fotografía de la situación lo deja claro, todos quieren ser y estar en Aguas de Valencia.
Fuentres del sector aseguran que Suez busca hacerse con el control de la firma valenciana -lo cual está provocando graves tensiones sociatarias- para más tarde acceder a Castellón y desde allí lanzarse a por la joya de la corona, el Canal de Isabel II de Madrid, una vez el Gobierno que preside Esperanza Aguirre decida privatizar su gestión tras varias intentonas fallidas. "Al final lo conseguirá por mucho que el Banco de Valencia no quiera. Ellos no van a vender su parte tras la fuerte inversión que hicieron y les serviría de trampolín para llegar a Castellón, donde es imposible que entre alguna empresa que no sea la que ya está". Y las multinacionales tienen mucha paciencia...
De la más antigua a la aparentemente más pequeña, Facsa. La empresa castellonense, cuya última cifra de ventas, la de 2008, fue de casi 57 millones de euros con un beneficio de 4.7 millones, forma parte del grupo familiar Gimeno, un conglomerado de empresas cuyos negocios se expanden desde el agua hasta la construcción (Foconsa, Montonés S.A y Renos), el turismo (Intur hoteles o Eventur) o el ocio (Aquarama, el parque acuático de Benicàssim). El administrador único de la compañía de aguas es Enrique Gimeno.
Con una plantilla que oscila entre los 400 empleados, según Informa, y los 600, según su página web, la empresa trabaja en nueve comunidades autónomas. Según sus datos, la empresa suministra agua diariamente a 400.000 personas de más de 70 poblaciones y tiene censadas 23 sucursales.
En cuanto a Aquagest, la empresa nació a mediados del siglo pasado en el seno del Grupo Agbar, hoy presidido por Ángel Simón y controlado por Suez Environnement. "Valencia no pudo controlar Alicante porque se adelantaron los catalanes", se dice en el entorno de estas empresas.
La empresa alicantina forma parte de uno de los grupos líderes en gestión de agua con presencia en Europa, África y América. Con Marta Colet al frente como administradora única, Aquagest vio crecer su activo un 55,44% entre 2008 y 2009 y sus ventas aumentaron un 24,78% durante el mismo periodo.
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