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VALENCIA. Tras haber tenido la oportunidad de escribir sobre estos temas en el semanario "'El Boletín',  planteo aquí los puntos que considero más importantes a favor de la celebración en Valencia. Primero y principal, porque el cliente, comprador español, no tiene más que una opción, la de Barcelona, para poder echar un vistazo a la oferta, hablar con los fabricantes, plantear dudas, comparar equipamiento y acogerse a ofertas. Esto, que puede parecer una tontería, es una cuestión importante, ya que comprar un barco no es lo miso que adquirir un coche. Supone una inversión mucho mayor y con muchas variables que modifican sustancialmente el precio. Una muestra, salón o feria internacional supone para el cliente un ahorro de tiempo considerable. Sin contar con que además hay toda una industria auxiliar, de acastillaje, equipamiento y demás difícil de encontrar de otro modo.

Tampoco es gratuita la elección de Valencia, que nada tiene que ver con una hipotética competencia con Barcelona, sino con el aprovechamiento de unas instalaciones de primera, como son las de la dársena interior, o Marina Real. Una inversión de ese calibre debe servir también para incentivar la actividad económica, y esta actividad enlaza de manera directa con la razón de ser de una marina deportiva. Por otra arte, y al igual que Barcelona tiene ferias que también se celebran en Valencia, no debe suponer algo extraordinario que se celebre otro salón náutico.

Hay muchas fórmulas posibles de coexistencia -como evitar la colisión de fechas-, y la complementariedad sí que puede suponer un valor añadido para España en su conjunto, como destino náutico. Por poner un ejemplo, los ingleses celebran, sin ningún problema, el salón de Londres y el de Southampton, y otros a lo largo de sus muchas millas de costa, lo que simplemente significa que hay más oportunidad para todos de mostrar y de ver los productos.

Valencia cuenta con una posición de centralidad en el entorno náutico. Puede ser el vértice de un triángulo formado por Madrid -mercado de gran importancia que contará con la facilidad del AVE-, Almería y Valencia. Sin descontar por otra parte otros visitantes nacionales e internacionales. Eso la convierte en un destino profesional muy competitivo.

Por otra parte, la Comunidad Valenciana es la tercera en matriculación de embarcaciones. Sin embargo, muchos de los impuestos de las ventas se acaban pagando fuera de la Comunidad, al realizarse la compra en los salones de Barcelona, Mallorca (en menor grado), e incluso Madrid, lo que no deja de ser una merma de ingresos para las arcas autonómicas.

Es cierto que ya existe una muestra de barcos en la dársena, excelente iniciativa de empresas locales que tiene mucho sentido y ha sido muy bien recibida. Sin embargo, hay que destacar que una muestra de embarcaciones de ocasión, aún cuando incluya alguna embarcación nueva, no tiene nada qué ver con la celebración de un Salón Internacional, al que asisten los fabricantes y distribuidores más importantes, con sus novedades. El público es diferente, y sus costes también, aunque ambas actividades se muevan en el entorno de la venta de barcos.

En definitiva, un salón internacional es una actividad económica de promoción del sector, que beneficia a los compradores porque les permite conocer las novedades a conseguir ofertas. Genera actividad económica directa e indirecta, poniendo en valor las instalaciones de la Marina Real, y además, no costaría ni un duro al erario público, lo que tampoco es cuestión menor...