VALENCIA. Es el presidente de Torrescámara, una empresa valenciana con 25 años de experiencia y la matriz de un grupo empresarial con oficinas por todo el mundo. Trabaja "25 horas al día" y aún así le ve las orejas a 2011. Augura absorciones empresariales. Lo que más le gusta es distraerse con los amigos y ser el rey mago negro en Navidad. Torrescámara está ubicada en el puerto, centro logístico valenciano por excelencia, cerca de otras firmas como Boluda, Aznar... y en un edificio del siglo pasado desde cuya atalaya Juan Cámara toma distancia, se inspira con la vista y ve el futuro. El suyo, dice, tiene nombre latinoamericano y árabe. Es vocal de la junta directiva y miembro del comité ejecutivo de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), tesorero de la Cámara de Comercio de Valencia y uno de los valencianos que forma parte de la junta directiva de la CEOE.
-¿Estar en la torre es como estar en la cima?
-¿Esto ya vale? Si se refiere a la ubicación la primera respuesta es que estamos en esta torre por cuestiones prácticas y la segunda es que al no tener árboles delante vemos mejor el bosque.
-¿Le cuesta tomar decisiones?
-Desde aquí no, en todo caso y después de 25 años tengo la sensación de que sigo escalando. Fundé la empresa en 1985. Empecé trabajando para ayuntamientos de la zona, luego con diputaciones y hace cinco años con ministerios.
-¿Ponerle nombre a su empresa fue una cuestión de marketing?
-No, fue una cuestión práctica. Mi socio, Torres, y yo, no tardamos ni cinco minutos en bautizar un proyecto que nos llevó meses definir en su contenido.
-¿Quizá porque en aquellos años no se llevaban los máster?
-La verdad es que salir de la facultad con el título de ingeniero de caminos no servía más que para ser técnico, pero no empresario. No sabía ni como se firmaba una letra y desconocía lo que eran las letras 'pelota'.
-Pasapalabra...
-Pues menos mal que han desaparecido. Me hice empresario porque era lo que quería hacer, pero desconocía cómo hacerlo. Y no jugaba al monopoly, por si me lo pregunta. Siempre he querido depender de mis decisiones y no de las de otros. Pero a los 25 años cuando iba a buscar trabajo y me topaba con el muro de las grandes compañías, volvía a casa desmoralizado.
-Con todo lo vivido ¿volvería a empezar?
-Es una pregunta difícil aunque depende del momento del día en que me la formule.
-Ahora, por ejemplo.
-Veamos. Cuando mi hija me dice que me he perdido su infancia, me doy cuenta que he dejado cosas en el camino, pero reconozco que este trabajo no tiene horario y de tenerlo son 25 horas al día, porque hay que levantarse una hora antes. No hay conciliación posible. Es complicado ser empresario y mucho más crear una empresa.
-¿Su mundo va muy rápido?
-Y el de todos. Cada día hay que trabajar más y disfrutar menos. Ya no tengo ni hobbies. En mi trabajo pensar en el día de mañana es estar perdido, los planes son a un mes vista, pero con la que está cayendo el mercado no da ni para eso.
-¡Anímese, hombre! Por cierto, ¿qué es mejor, estar en la Cámara (de Comercio) o vivir en la torre?
-Me hace unas preguntas... Es lo que le estaba diciendo. El empresario tiene que ser generoso. Además estamos un poco proscritos. Es como aquello de "antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos".
-Perdone, pero me perdí.
-A los empresarios que generan riqueza se les ve como pecadores, tienen mala fama. No soy para nada pecador, por si me lo pregunta. Los niños no quieren ser empresarios, sí abogados del Estado o notarios. Muy pocos se lo plantean. Está mal visto socialmente y además ser empresario es vivir en el riesgo.
-¿Y es generoso consigo mismo?
-Más con los demás. El espíritu perfeccionista no te deja disfrutar del tiempo libre. Tengo un precioso apartamento en primera línea de playa. Mi mujer me anima a ir y evadirme, pero sólo consigo distraerme diez minutos.
-¿Y para qué quiere tantos beneficios?
-Porque un tercio de lo que ganamos se devuelve a la sociedad. Generamos riqueza, empleo, movilidad... quien crea empleo son las empresas... Por cierto ya no recuerdo lo que me había preguntado.
-¿Le gusta ser tesorero de la Cámara y llevar las cuentas?
-Estar en la Cámara y en la CEV es mi parte generosa con el resto.
-¿Es una suerte que en su época no fueran necesarios tantos master e idiomas?
-Pues sí, porque ahora no me contrataría nadie. Como Groucho Marx ,"nunca entraría en una empresa que me contratara". Ahora, no es suficiente tener 24 carreras y 24 idiomas para contratar personal, además tienen que estar disponibles para moverse por el mundo porque el futuro está fuera.
-¿Y qué hacemos con las pymes cuyo mercado es el nacional?
-Este es el debate. La bonanza hizo proliferar empresas, pero ahora se impone la concentración empresarial. Esto implica perder definición a favor de un impersonalismo generalista. Es todavía difícil, pero la crisis conduce a ese final.
-¿Ha aprendido de sus vacas flacas?
-Y menos mal. He vivido varias. La crisis no avisa, te pasa por encima. No sirve reinventarse, ni dejarse envolver en el día a día. Hay que tomar distancia.
-¿Practicamos la unidad o nos sigue pareciendo más atractiva la singularidad?
-Hay un manual estratega chino que aconseja tener un enemigo común para poder realizar una acción conjunta. Actualmente se realizan muchas uniones temporales de empresas, pero esa concentración es muy puntual. Mi pronóstico es que en dos años vamos a asistir a muchas absorciones.
-¿Dónde huele usted el dinero en 2011?
-2011 es un año de armar el futuro. El presente de 2011 tienes que tenerlo hecho ya porque el mercado viene negro. Se van a ver muchas vergüenzas del sistema financiero y empresarial y no va a crearse mercado. Oler el negocio es marcharse fuera en 2011.
-¿Ve a los jóvenes preparados para mantener las pensiones de la próxima década?
-Sí. Cómo se suele decir: "Está todo tan mal que sólo se puede mejorar".
-¿El bigote abre puertas?
-(Risas) Pues sí, abre muchas. Cuando iba a los ayuntamientos, con una carpeta de la empresa y con 25 años no me hacían ni caso. El bigote me ayudó mucho.
-¿Nunca se lo ha quitado?
-He hecho una apuesta. Si la gano me verá sin él.
-¿País preferido?
-España, sin dudarlo.
-¿Le quedan muchas asignaturas pendientes?
-Mi carrera tenía 64 asignaturas y hasta hace poco me despertaba sobresaltado porque me suspendían una. Siempre queda algo por hacer.
-¿Cómo cambia de polo sus pensamientos negativos?
-En nuestro sector decimos que vamos teniendo éxito de fracaso en fracaso. Y como tenemos que presentarnos a tantos concursos, el fracaso sólo nos puede durar minuto y medio.
-¿Por qué el futuro siempre es más interesante?
-Porque está por descubrir.
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