VALENCIA. En lugar de comprar un cupcake o una hamburguesa gourmet, la nueva tendencia es subirse a una furgoneta para renovar el armario. Se trata de los fashion trucks, unas camionetas cuyo interior es una tienda de ropa perfectamente equipada y en las cuales los clientes entran para hacer sus compras. Son la versión más literal del street wear. Prendas de última tendencia, piezas vintage o accesorios, hay trucks para todos los gustos. De momento su éxito se limita a Estados Unidos donde ya hay más de 500 de estos fashion trucks viajando de costa a costa y presentes en más de 50 estados.
En cambio, si buscamos por Europa solamente encontraremos un par de ellos en Londres y Paris. En España, por ahora, nos tenemos que conformar con su equivalente culinario, las food trucks, que están en su mayor apogeo y así queda constancia en las redes sociales. Pocos son los perfiles de Instagram que no cuentan con la fotografía de una de estas furgonetas de comida tan cuquis. Aunque en nuestro país todavía no hay ninguna y el concepto del fashion truck quizá no diste demasiado de la camioneta que vende ropa en un mercadillo ambulante de toda la vida, su nombre, la estética retro y el disfraz de novedad que le ponemos a todo lo que viene de Estados Unidos, le aseguran el éxito al igual que ha ocurrido con su versión gastronómica.
APROVECHANDO EL TIRÓN DE LOS FOOD TRUCKS
A pesar de la polémica de carácter legislativo y las protestas generadas por algunos hosteleros que han provocado los food trucks en la Comunidad Valenciana, su aceptación y éxito son desde hace un par de años imparables. Las caravanas y furgonetas de aspecto vintage, la presentación cuidada del producto, los lugares y el tipo de eventos en los que se congregan, los convierte en algo muy atractivo a pesar de que en la mayoría de los casos su calidad gastronómica no se corresponda con su precio ni imagen. Su atractivo es fundamentalmente estético porque las food trucks dan muy bien en foto, para comprobarlo solamente hay que darse una vuelta por Instagram o asomarse a algunos blogs de moda cuyos autores, aprovechando la coyuntura, se fotografian luciendo modelito frente a una caravana mientras hincan el diente sonrientes a una hamburguesa vegana, por ejemplo.
Tampoco hay que olvidars el empujón publicitario que supone para algunos establecimientos que cuentan con un local fijo. Porque ¿qué diferencia un puesto de churros y buñuelos, un carrito de horchata o uno de esas caravanas que en las ferias venden bocatas de embutido de los food trucks? Simplemente, el envoltorio. No se culpen, somos débiles. Es la flaqueza de la "generación Pinterest".
Dado el éxito que los food trucks tienen en todo el mundo, no es de extrañar que a alguien en Estados Unidos se le ocurriera trasladarlo a la moda y vender prendas de moda low cost en lugar de hot dogs. Al fin y al cabo es justamente en el sector de la moda donde el "envoltorio", la imagen de marca y el espacio elegido influyen más en las ventas.
SI TÚ NO VAS A LA TIENDA, LA TIENDA IRÁ A TI
Es en la hora del almuerzo cuando las calles de las principales ciudades americanas se llenan de gente que hace una pausa y salen del trabajo para comprar algo de comer en uno de los numerosos puestos callejeros que hay, todos lo hemos visto muchas veces en las películas. Para muchos ese momento es el único descanso que tienen a lo largo de su jornada laboral y, además de para comer, lo aprovechan para hacer alguna compra.
Cuando llegan a casa del trabajo muchas mujeres no tienen tiempo -ni ganas- para ir de compras por lo que los fashion trucks cubren esa necesidad de una manera rápida. La selección de prendas de las tiendas ambulantes es limitada lo que hace que la elección por parte de la clienta sea más fácil frente a la variedad infinita que ofrecen los grandes almacenes, boutiques o tiendas online. Además cuentan con otras ventaja añadida frente a la venta en línea: poder probarse la prenda en el momento ya que las caravanas disponen en su interior de un probador.
La movilidad de este tipo de negocio permite acercarse a los barrios con mayor número de oficinas o restaurantes y así llevar el producto directamente a los lugares donde se encuentra su público objetivo. Lanzan el anzuelo donde tienen asegurada la pesca.
LOS MINORISTAS CONTENTOS. LOS DUEÑOS DE LAS TIENDAS NO TANTO
Los fashion trucks permiten a los minoristas gestionar su propia mercancia obteniendo mayores beneficios. Además, la movilidad de sus tiendas rodantes les permite variar de localización llegando a más clientes y cambiando de lugar en el caso de llegar a saturar el mercado.
Las boutiques móviles cuentan con itinerarios marcados que publican en sus webs y redes sociales creando expectación entre los clientes y convirtiendo su llegada en un pequeño acontecimiento en el barrio. Se ahorran así crear esa sensación de aburrimiento y déjà vu que algunas personas tienen al pasar a diario frente a los escaparates de las mismas tiendas y que les quita las ganas de ni siquiera entrar.
Dejando a un lado el precio de la mercancia, comparativamente la inversión necesaria para montar una furgoneta de moda frente a una tienda tradicional es espectacularmente inferior en el primer caso. Alquiler/compra de local, mantenimiento, licencias... todo eso se reduce en el negocio de los fashion trucks a comprar una camioneta y equiparla de manera atractiva y el gasto de combustible.
Ante esta situación, muchos comerciantes con tiendas fijas han protestado por las ventajas que esto supone y la competencia que les generan las boutiques sobre ruedas. En Estados Unidos el caso de las licencias de venta ambulante provoca más de un problema con los comercios tradicionales.
SU FUTURO EN ESPAÑA. MERCADILLOS VS FASHION TRUCKS
La moda sobre ruedas no ha llegado aún a España por lo que es difícil adivinar que ocurrirá cuando lo haga -porque, no lo duden, lo hará-, pero seguramente su situación sea más complicada que en el resto del mundo. Por un lado tendrán que hacer frente a las normativas que regulan la venta ambulante y que limitan este tipo de acciones, algo similar hemos podido comprobar ya con su alter ego gastronómico. Las tiendas tradicionales tampoco mirarán con buenos ojos este tipo de competencia y, al igual que ocurre con el gremio hostelero y las furgonetas de comida callejera, les lloverán las protestas de los comerciantes. Es lo que tiene innovar.
Sin embargo, hay algo que nos diferencia profundamente de Estados Unidos y es la larga tradición de mercadillos de ropa que existe en España tanto en las ciudades como en los pueblos. Aquí una furgoneta cargada de ropa que vende unos días concretos siguiendo una ruta itinerante no es ninguna novedad. Tampoco entrar en una de ellas para probarse una prenda o hacerlo en un improvisado probador hecho con dos sábanas y a pie de calle.
Volvemos a la imagen, el cuidado del producto, el marketing y el poder de las redes sociales. Volvemos, como en el caso de los food trucks, a la importancia del envoltorio. Consiste en convertir la venta ambulante de ropa en algo chic y transformarlo en tendencia. Porque, no nos engañemos, aunque sea en una camioneta de los años 60 decorada con guirnaldas de papel y lucecitas y nos vendan prendas de entre 10 y 50€, en el fondo, el concepto es el mismo. Eso sí, al final todo depende del filtro -de Instagram- con el que se mire.
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