BRUSELAS (AGENCIAS). Un mensaje en Twitter, pasada la medianoche de sábado, en la cuenta del ministro de Finanzas de Finlandia, Alexander Stubb, anunciaba que el Eurogrupo (los ministros de Economía de la zona euro) suspendían la reunión que habían comenzado a las 13.30 horas y que las negociaciones se retomarían este domingo a las 11 horas. Luego, a partir de las 16 h., serán los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro. Incluso se especulaba con otro encuentro más, esta vez con representantes de los 28 miembros de la zona euro.
"Aún es muy difícil, pero los trabajos avanzan", aseguró al término de la reunión el presidente del Eurogrupo, el Holandés Jeroen Dijsselbloem, tras explicar que los ministros han llevado a cabo una "profunda discusión" sobre las propuestas griegas. "El problema de la credibilidad y de la confianza se ha discutido, también cuestiones financieras ligadas, pero no hemos concluido y seguiremos mañana", añadió.
Curiosamente, la principal oposición a un acuerdo no ha venido de Alemania, sino de Finlandia, que siempre se ha mostrado contrario a las exigencias de Grecia pero cuyo papel ha estado siempre en un segundo plano. Stubb, primer ministro hasta hace unas semanas y miembro del derechista Finlandeses Verdaderos, llegó incluso a reclamar un aval especial al gobierno heleno (también se lo pidió a España, Portugal o Irlanda en su día).
Stubb ha esgrimido como razón para no querer aceptar la propuesta griega que, antes, debe ser autorizado por el Gran Comité de Finlandia. En Helsinki, el gobierno se reunirá a las 10 de la mañana para analizar el caso y fijar una postura. Países como Eslovaquia, Estonia, Lituania y, por supuesto, Alemania, expresaron su reticencia a aceptar la propuesta griega, pero ninguno con tanta firmeza.
POSICIÓN INCÓMODA EN EL EUROGRUPO
La actitud de Finlandia coloca al Eurogrupo en una incómoda posición ya que podría verse obligado a aceptar la propuesta de Atenas en contra de la opinión de uno de sus socios más cumplidores (el acuerdo solo necesita un 85% de los votos). Francia, Italia y Chipre -los más dispuestos a transigir con Grecia- tampoco pueden, por ellos solos, imponer ningún acuerdo.
Pese a todo, la situación de Griega no es tan mala. La llamada ‘troika' (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea) manejan un documento que ve con buenos ojos la propuesta del primer ministro griego Alexis Tsipras. Eso sí, con algunas condiciones adicionales como mayor dureza con su sistema financiero o una reforma laboral más intensa.
Ante la pérdida de confianza de los socios del euro en las autoridades griegas, reclaman que "legisle este mismo lunes" para poner en marcha cuanto antes las reformas inmediatas que se le piden, según fuentes diplomáticas, que apuntan que también se demanda un "calendario concreto" de las medidas a largo plazo.
No se trata de una nueva propuesta de las instituciones, sino de un "borrador de declaración" para los líderes europeos, en la que "se subrayan ciertas condiciones" a tener en cuenta antes de tomar una decisión sobre un nuevo programa de asistencia financiera.
En el curso de la reunión hubo un receso para que las delegaciones pudieran consultar con sus capitales el documento y los trabajos se prolongaron hasta el fin de la sesión para perfilar el texto definitivo.
En todo caso, la división en el seno del Eurogrupo es "total" entre dos bloques de países, aquellos que como Francia, Italia, España y Países Bajos aceptarían iniciar el programa, según un diplomático que apunta a Alemania, Finlandia y Eslovaquia entre los países que forman el núcleo "duro".
Según la televisión pública finlandesa, YLE, su gobierno sopesa bloquear el proceso, al negarse a dar el visto bueno al nuevo programa de ayuda. Fuentes diplomáticas han matizado que la representación finlandesa ha expresado que "no firmará determinados elementos" relacionados con la condicionalidad del tercer rescate.
UN ‘GREXIT' DE CINCO AÑOS
Alemania ha dejado claro que no confía en las autoridades helenas y ha llegado a distribuir entre algunas delegaciones un documento que plantea una salida del euro de Grecia temporal, de cinco años, aunque es un extremo que no ha llegado a la mesa de negociaciones del Eurogrupo.
En el otro extremo, París sostiene que Grecia debe permanecer en el euro y subraya que "un Grexit sería más caro que (el esfuerzo de) mantener a Grecia dentro de la eurozona".
Las necesidades financieras de Grecia se han cifrado en 74.000 millones de euros, de los que 25.000 millones servirían para sanear la banca, otros 41.000 millones de euros se destinarían a cumplir con las obligaciones con los acreedores y el Gobierno recibiría otros 8.000 millones para el gasto público.
Si no se logra la unanimidad necesaria para activar el procedimiento que permita negociar el tercer rescate, se podría activar una "cláusula de emergencia" por la que una decisión se podría tomar con el apoyo del 85 por ciento de los votos.
Para activar dicha cláusula, es necesario primero que la Comisión Europea y el Banco Central Europeo concluyeran en su evaluación que existe un riesgo para la estabilidad del euro. La clave para repartir el peso del voto de cada Estado miembro tiene en cuenta la aportación de cada uno de ellos al fondo europeo de recate (MEdE), por lo que Finlandia no sumaría la fuerza necesaria para ejercer el veto, pero sí Alemania.
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