VALENCIA. Canta Dwomo que "todo es posible en domingo" y tiene razón. El calor ya apretaba a eso de las 10 y media de la mañana cuando diputados, familiares y amigos iban entrando a les Corts Valencianes endomingados y sonrientes. En la calle Navellos, una dolçaina y un tabalet animan la espera bajo una bandera del arcoíris y los miembros de la Banda de Música Socialista afinaban los instrumentos.
Dentro, los diputados de la nueva mayoría están de fiesta y risas, haciéndose los remolones por el hall del Palau dels Borja a la espera de ver a los famosos que van cruzando las puertas de cristal y, si se tercia, hacerse un selfie. Los periodistas y fotógrafos buscan escalones a los que subirse para tener mejor perspectiva y no perderse ni una. "La atalaya del cambio", bromeaba una informadora en Instagram.
Ante los móviles levantados pasan José Luis Rodríguez Zapatero, Cándido Méndez, Joan Lerma, Pedro Sánchez (el más deseado) y los dos protagonistas del enlace: Ximo Puig y Mónica Oltra, entrañablemente estrechada por Vicente Boluda, el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE).
Ya como una más, Rita Barberá llega sola y se abre paso hasta la rampa de discapacitados por donde esquiva el gentío que ocupa la escalinata. El ministro José Luis García Margallo cumple con el besamanos a los miembros de la mesa de les Corts. Francisco Camps deambula con la única compañía del diputado nacional Enrique Gil Lázaro y Eduardo Zaplana bromea con Susana Camarero, secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad y colaboradora en sus tiempos como presidente.
CÁMARAS, LÁGRIMAS Y APLAUSOS
Las salas para seguir la toma posesión por la tele se van llenando y mareas de invitados recorren los pasillos en busca de su sitio. Sólo los VIP acceden a la estrecha tribuna del hemiciclo y los periodistas se aprietan en los altillos de prensa como pasajeros de un tranvía.
Son las 11:00. Todo está a punto, pero nada pasa. Los diputados charran con sus compañeros de escaño y el todavía conseller de Economía, Máximo Buch, aprovecha para hacerse el último selfie en el banco azul, aunque no lo sube a Twitter. La llegada de Ximo Puig un poco a la carrera sirve para desalojar el hemiciclo de fotógrafos y comenzar el acto.
Con la mano derecha sobre un ejemplar de la Constitución y otro del Estatut d'Autonomia, Puig promete el cargo de president. Todos los diputados aplauden en pie, salvo Rita Barberá, que mantiene el gesto serio. El nuevo jefe del Consell pronuncia su discurso. Su madre llora de la emoción. Su padre permanece con gesto contenido y su mujer y sus hijos, como parte de los invitados, aplauden a cada pausa. Aunque los asistentes a los plenos tienen prohibido hacer cualquier tipo de manifestación de aprobación, los ujieres hacen hoy la vista gorda.
Terminada la intervención, Puig baja de la tribuna, saluda a su antecesor, Alberto Fabra, y va a los escaños de los portavoces del resto de partidos para estrecharles la mano y dar por concluido el acto. El ministro Margallo entra en el hemiciclo y felicita al nuevo president, mientras que los diputados de la bancada popular toman pronto la salida y los socialistas se hacen otro selfie con el móvil de Manolo Mata a lo Ellen DeGeneres en los Oscar.
"Me alegro de que el poder se quede en Castellón", sonríe al nuevo Molt Honorable antes de marcharse Ester Pastor, secretaria autonómica saliente de Coordinación, Organización y Relaciones Institucionales de la Generalitat y mano derecha del Alberto Fabra.
SÓLO FALTA EL ARROZ
Como novios a la puerta del juzgado, a Ximo Puig y a Mónica Oltra solo les falta la lluvia de arroz cuando salen del parlamento por la puerta principal con destino al Palau de la Generalitat. El calor ahora sí va en serio y el sudor asoma por las camisas y chaquetas.
A cada paso, besos y abrazos. A cada pocos metros, fotos con colectivos. Para un trayecto que no supera los cuatro o cinco minutos, la pareja que llevará el timón del nuevo Consell gasta más de media hora.
En la plaza de Manises, la gente busca la sombra, Oscar Briz toca en un pequeño escenario canciones de su repertorio, mientras Pep Gimeno, El Botifarra, se aclara la voz, esperando su turno. Los camareros del Grupo Rex de Alzira empiezan a servir horchatas y zumos de naranja y caqui de la marca Agriconsa. Cualquiera que pase por la calle se puede unir a la celebración. Por no haber no hay ni control de acceso al Palau.
Todas las puertas de la Generalitat están abiertas y corre el aire. Fabra espera a su sucesor junto a los todavía consellers Juan Carlos Moragues, Máximo Buch y Manuel Llombart. Se saludan, pasan revista al destacamento de la policía autonómica y suben al despacho de presidente. Todo va rápido. Bajan de nuevo al patio gótico y entran al Salón dorado.
"Tenemos que pedir que nos hagan una visita guiada. El edificio es muy bonito" comenta la diputada por Alicante con el PSPV Noelia Hernández a su compañera por Valencia María José Mira, que apoya la propuesta, aunque ella ya ha estado aquí cuando era presidenta de la asociación de residencias Aerte.
Carmen Amoraga y Fernando Delgado son, con diferencia, los diputados que más interés despiertan entre los ciudadanos que se mezclan ahora con los representantes de Compromís, Podemos, PSPV o de las patronales como CEV, con Salvador Navarro; Coepa, con Moisés Jiménez; CEC, con José Roca; el Consejo Superior de Cámaras, con Vicente Morata; y grandes empresas como Mercadona, Vossloh, Consum, Cyes, Más y más... que no han contado con ningún trato de favor en este acto.
Fran Ferri de Compromís, recibe besos y abrazo. Su compañera de coalición, Mónica Álvaro, luce un emblema del partido sobre la bandera LGTB, mientras que Antonio Montiel de Podemos bromea con Faviola Meco. Un poco más allá, el humorista Ortifus charla con el economista Aurelio Martínez.
NUEVOS TIEMPO, NUEVAS FORMAS
"¿Mónica también vivirá aquí?", pregunta señalando el Palau una señora junto al empresario Paco Roig y su hijo, que se mueven con soltura entre los nuevos depositarios del poder. Fabra y sus consellers, vuelven al patio, pero discretamente se van por una puerta de servicio. La directora de Comunicación del PSPV, Lydia del Canto, se mueve para arriba y para abajo con rostro serio y teléfono en mano.
Tras una larga espera, seguridad pide que se abra pasillo para que Ximo Puig y Mónica Oltra puedan salir a la plaza. En una sala, con cierta intimidad, han hablado, han bebido agua y se han refrescado antes de volver a un nuevo baño de masas en la plaza de Manises.
Los aplausos anuncian su salida. Puig mantiene la corbata pero ya en la plaza se la quita y no pocos invitados hacen lo mismo. "Los tiempos cambian", asegura un conocido empresario que ya se amolda a la nueva realidad. Los seguidores en la calle gritan "¡Presidente!", "Destapad todo bien" o corean "El pueblo unido jamás será vencido" mientras ondean banderas.
La música de tradicional se impone desde la megafonía. El ambiente recuerda más a una fiesta de pueblo que a una recepción institucional, pero antes de las dos se acabará la música. Hasta entonces, una chica en vaqueros baila tocando las castañuelas. El veterano cantautor Lluis Miquel sonríe y el editor Eliseu Climent se va ya camino de su casa. Un chico le lleva un vaso de agua a una mujer africana cubierta con un chador.
Colectivos como los trabajadores de RTVV, las víctimas del metro o los defensores de la Ley de dependencia, habituales en la plaza como manifestantes, ahora sonríen y participan de la fiesta. Es domingo y todo parece posible. Mañana ya será otro día.
AHORA....AT RABAJAR,A CUMPLIR LO PROMETIDO,HA HACER FUNCIONAR AL PERSONAL....!!VIVAN LOS NOVIOS!!
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