VALENCIA. Durante las semanas previas a cada uno de los dos encuentros València Vibrant realizamos encuentros con prensa y con personas a las que intentamos convencer de algo que todavía parece prohibido cuando uno pone en marcha un colectivo civil: somos experimentales. Cuando lo decimos, y lo decimos desde hace año y medio, constantemente, no suele generar mucho impacto. No es lo que más llama la atención, suponemos. Advertimos que hay gente que se sonríe al escucharlo y que hay otros a los que les pasa inadvertido, pero nosotros insistimos: quizá sea el ingrediente clave de lo que ‘somos'.
Hace año y medio, como tantísima gente que conocemos, nos preguntábamos sana y sencillamente qué hacíamos en Valencia, pero en un sentido profesional. Los cinco habíamos tenido trabajo y/o oportunidades de trabajo fuera de la ciudad, fuera de España alguno, habíamos viajado y vivido fuera pero aquí estábamos de nuevo, arraigados a algo más que "esta luz como de la Habana", como dijo el otro día Javier Mariscal, y la familia. Qué pinta Valencia y, sí, también, entre colegas, qué pintábamos nosotros en Valencia. Nos referíamos a ello como ‘la gran conversación' que, no era solo entre nosotros, sino de nosotros con otras y de otras con otros y de vuelta.
La ciudad en 2014 estaba en un estado de shock particular y, si se nos permite por falta de bagaje histórico, crítico. Nos malacostumbramos a admirar como surgían expresiones civiles tan potentes como asociaciones vecinales, con una autogestión y una vigencia de ciudad moderna tan relevante como en Benimaclet, que creadores natos y sin complejos vomitaban en la ciudad propuestas sin recursos y pese a la administración, como Intramurs, Cabanyal Íntim, Russafa Escènica, Valencia Negra, La Cabina y tantos otros, que brotaban los iconos valencianos y emigraban, aunque esta vez no era con la libertad con la que lo hizo Javier Mariscal en su día, sino por asfixia de oportunidades.
En 2014 veíamos una ciudad en ebullición y silenciada, desprovista de un canal de comunicación real audiovisual, sufriendo una profunda crisis de los medios locales en un cambio tecnológico y económico, y por supuesto con un desfase de espacio tiempo entre la ciudadanía y la administración local que se ha reflejado en los resultados de las recientes elecciones municipales. Y todo ello sucedía de forma endogámica entre colectivos profesionales y sociales, con los diseñadores, vecinos dels Poblats Marítims o cocineros tratando de empoderarse de su situación, por citar ejemplos, pero sin un autoconocimiento del resto de la ciudad, del resto de los sectores, nada transversal.
Puede que porque no fuéramos nadie más que alguien más pero sobre todo porque no tenemos el menor complejo con apostar por un foro experimental de autoconocimiento de la ciudad, decidimos crear València Vibrant. La idea original: reunir a voces y discursos potentes de la ciudad, vinculados a la empresa (motor económico) y cruzados con las industrias culturales y creativas (potenciales), para enfrentarles a realidades sociológicas, urbanísticas y una visión del mundo más allá de la absurda comparación con Madrid o Barcelona y reflexionar cara a cara Valencia.
La ciudad es heterogénea y, de alguna forma, queríamos que así se mostrase en el experimento que logramos sacar adelante el 13 de junio de 2014. Que hace tan solo unos días, en la segunda edición del mismo, el diseñador MacDiego preguntase al público quién de los presentes participaba de la ofrenda fallera a la patrona y encontrara la respuesta afirmativa en la misma mesa (Cuchita Lluch) no es casualidad. Que horas más tarde la periodista valenciana pero afincada en Madrid Maite Sebastiá tratara de fijar una reflexión por la aversión a las banderas y el propio Mariscal mencionara la vinculación de las más constitucionales con el pasado franquista del país, de nuevo todo ello en una sola conversación, no es casualidad. Que un año antes la empresaria alemana afincada en Valencia Sophie von Schönburg argumentara los beneficios que supuso tener en Valencia la Global Champion Tour de hípica y la Fórmula 1 y el arquitecto David Estal armonizara los potenciales turísticos y económicos de la ciudad a partir del valor de los barrios, ninguneados y enrabietados creativamente, y de nuevo en un mismo foro, no fue casualidad.
La intención era aglutinar y, en el València Vibrant de 2015 dos nuevos retos más: realizar un estudio de los nuevos profesionales valencianos, amordazados por la falta de oportunidades laborales fruto un colapso del sistema al que difícilmente tienen oportunidad de entrar a opinar, y horizontalizar todavía más las versiones y las visiones de la ciudad. Y una muestra deliberada de esa dinámica fue el rogle organizado entre las 13 y las 14 horas del 19 de junio, donde representes políticos de Compromís, PSPV de la ciudad de Valencia y Ciudadanos hablaron entre sí, hablaron con vecinos, escucharon sobre todo y dialogaron con crítica y con responsabilidad. València en comú, que se comprometió a asistir con alguno de sus representantes, no acudió ni dio explicación alguna posteriormente a la no participación. El Partido Popular de la ciudad se mostró muy interesado por la iniciativa, pero tampoco acudió.
Cuando el año pasado el actual alcalde Joan Ribó acudió a València Vibrant no cogió el micro. Pudo hacerlo, como los casi 300 asistentes al encuentro (cifra que se ha superado ligeramente en 2015), pero vino a escuchar. Hubo representantes de otros partidos, cómo no, y de asociaciones civiles, vecinales, de cooperación y desarrollo. Este año volvió, pero ciertas estructuras de forma obligaron a que fuera avisada la prensa -protocolo- ya que era un acto público del primer edil. A nosotros todo lo más que nos pudo atraer de que volviera a estar es la normalidad con la que, no solo él, sino cualquier persona capaz de escuchar y participar de una extensa y tan distinta conversación sobre la ciudad es capaz de llevarse. De nuevo, volvemos a pensar que los canales para el autoconocimiento de la ciudad son mínimos y desde el punto de vista social, pero también desde el estratégico (como ciudad) o el económico, es algo que Valencia no se puede permitir.
València Vibrant experimenta a partir de la conversación, de provocar también la aproximación entre profesionales tan potentes a nivel mundial como Iker Marcaide y creadores tan necesarios -y no muy conocidos de forma popular en la ciudad- como Gabi Ochoa. Cuando enviamos un dossier y contamos lo que hacemos, a cualquier de los invitados, la respuesta es inmediata y el apoyo constante. Sin su presencia y sin sus ganas a veces desatadas de que estructuras civiles creen mejores posibilidades para la ciudad, que la ciudad tenga una vida activa y genere su propia identidad independientemente de ciclos electorales, es lo que ha hecho que sigamos trabajando en ello sacando horas y recursos económicos de donde no los hay.
Pero en cualquier caso el experimento no lo hemos inventado nosotros. En este momento estamos hermanados con la plataforma Fuel Vancouver, un movimiento con muchos paralelismos por su origen y por la ciudad (una Valencia multiplicada por tres en poblaciónn, con un puerto como eje y clave de su economía, tercera ciudad del país, potencialidad de las industrias creativas...). Seguimos con mucha atención las acciones de Sf.Citi San Francisco, pese a que cuenta con un mareante presupuesto fruto del mecenazgo de las multinacionales instaladas en la ciudad, hemos tenido contacto con otra plataforma similar en Roma y tratamos de entender cómo se mueven estructuras civiles así de espontáneas y de necesarias -creemos- para sus ciudades en el mundo.
Durante 2014 desarrollamos un proyecto ambicioso junto al arquitecto Chema Segovia: Compàs Centre. Cuando el dossier de más de 200 páginas llegó al Ayuntamiento de Valencia despertó -la reacción nos suena- mucho interés. La idea: vaciar la circunferencia que los antiguos muros de la ciudad habían dejado tras su demolición a las grandes vías para, durante unas 12 horas, recuperar la calle y vivirla de otra forma. Que los ciudadanos de cualquier punto de su ciudad y su área metropolitana, sus visitantes, todos, pudieran pasear y vivir la ciudad de otra manera. Una sola mañana, una sola vez en el año. Implicamos a numerosos colectivos para crear zonas temáticas muy potentes y de forma crítica: actividades para niños y adolescentes -y no precisamente de ‘pintarse la cara' y llevarse un globo- en el primer parque infantil de la ciudad, hoy rotonda triangular frente al Tribunal Superior de Justicia; un concurso de diseño y arquitectura para manchar todo el entorno del IVAM, el museo más potente del centro de la ciudad al que le rodean (sic) dos rondas de tráfico; seis escenarios frente a l'Estació del Nord para dar cabida a las artes escénicas y la música que no cuenta con una sala o espacio público en el que ‘foguear' sus incipientes creaciones, dejando toda su suerte creativa a sus posibilidades económicas particulares; una jornada de street food para que los grandes cocineros de la ciudad (implicados nuevamente... mucha gente metida en el proyecto, como os decimos) por un día se dedicaran a estar en contacto con todos los ciudadanos instalados en food trucks en la Plaça de l'Ajuntament; un gran espacio de moda, arte y comercio en todo el Carrer de Colon, en el que las empresas estaban llamadas a hacer absolutamente cualquier cosa menos vender su producto, como oportunidad para devolver y disfrutar todos más de la ciudad.
En definitiva, nuestro proyecto en un cajón de l'Ajuntament de València (decenas o centenares de llamadas más tarde), contaba con una ayuda de la Unión Europea y la independencia económica de no generar gasto a la ciudad. Así es como funcionan también los eventos València Vibrant. Es la actitud: ser transversal, tratar de forzar la máquina para vivir la ciudad de otra forma, acoger todas las voces, no representar ni pretender ser representados por nadie, pero sobre todo desacomplejar a la ciudad en círculos económicos y sociales. Somos los primeros enamorados de Valencia, rendidos vitalmente a vivir aquí. A menudo se acusa a los que por nuestra edad apenas hemos entrado en la vida pública de no participar, de no aportar. A menudo parece que la única forma de hacerlo es desde la arquitectura política, pero desde luego que no es así. Nos equivocaremos una y mil veces, pero no nos importa lo más mínimo. Este es solo un experimento llamado València Vibrant.
*València Vibrant somos Quique Medina, César Gómez-Mora, Eugenio Viñas, Vicent Molins y Ramon Marrades, con la colaboración de Vicent Carbonell para toda la comunicación gráfica.
magnifica la idea y muy bien la puesta de escena en un sitio que cada vez es mas importante para la ciudad
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