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VALENCIA. Desde hace ya varios años los titulares en torno al futuro de la industria editorial tienen términos digitales haciéndose protagonistas, entre ideas de recesión en la publicación, caída de ventas y encogimiento del sector. El ebook o libro digital es seguramente el más habitual de los términos digitales, aunque para analizar su impacto existen un sinfín de variables que se cruzan con los problemas citados, pero que en términos estadísticos cuentan con una realidad: en 2013 la publicación de ebooks se estancó; en 2014, el estancamiento se convirtió en caída, de un 6,2%, ambos datos publicados por la Agencia del ISBN.

La misma agencia el pasado mes de febrero reconocía que sí existía un repunte creciente por parte del formato ebook, el que se vinculaba al préstamo en bibliotecas. Como recientemente publicó ValenciaPlaza.com, este crecimiento está llamado según fuentes oficiales a cambiar el modelo de las Bibliotecas Valencianas. Pero en este universo, con la industria y los autoeditares contrayendo su publicación digital -la Agencia del ISBN también lo acusa a que gran parte del catálogo ‘de fondos' ya se ha digitalizado- y las bibliotecas fomentando el consumo de lectura electrónica, encuentra una peculiaridad en la Comunitat Valenciana: las editoriales propias no encuentran negocio en el libro digital.

A muchas de las consultadas les parece "el futuro", se mantienen "atentas a la evolución del mercado" en términos relativos a digitalización, pero no apuestan por ello. No lo hacen tras ser pioneras, como hizo Bromera desde 2008 (ahora con un catálogo todavía más abundante tras la absorción de Tandem) y del que acabó por retirarse finalmente ya que el rédito comercial estaba en las antípodas de acercarse a la sostenibilidad, según comentó recientemente la editorial a este diario digital.

"La situación tiene ciertas similitudes con la de la prensa escrita. El papel parece que está llamado a permanecer un largo tiempo todavía", apunta Josep Gregori Soler, director de innovación en la Editorial Bromera. El buque insignia de la edición valenciana y en valenciano apostó pronto por el ebook pero no encontró un público de mínimos para mantener esta línea de trabajo, aunque Gregori destaca que "en lo vinculado a libros digitales para el espacio académico sí hay una demanda concreta".

No obstante, él mismo destaca otros conflictos que van de los derechos de autor a la propia ‘conversión digital': "pasar un ebook requiere una serie de transformaciones que no existe un software que lo haga automáticamente. Tiene un coste y no es como una traducción". Es una idea en la que abunda Joan Carles Girbés, de la editorial Sembra: "precisamente hemos planeado un negocio para generar volúmenes que se distingan en la librería, muy cuidados a todos los niveles, desde su papel a su forma pasando por su diseño o composición. El lenguaje digital es un ámbito totalmente distinto".

Y se entiende que ese ámbito del que habla Girbés difícilmente puede albergar, especialmente en el caso de las editoriales independientes y que apuestan por libros de cierto coste pero edición exquisita, un tratamiento tan adecuado a la lectura en el ámbito electrónico. Vicent Baydal, uno de los miembros de la pujante Drassana, asegura que intuyeron que "no había mercado. La sensación es que no queríamos entrar en un mundo que todavía está por explorar, que bastantes esfuerzos requiere para hacer papel y que, precisamente, el papel tiene mucho para nosotros de gusto personal".

Lo que apunta Baydal podría ser otra de las claves, también al hilo de la conversación con Gregori: con tan poco retorno en cuestión de compras por parte del lector, ¿cómo invertir los frágiles recursos económicos y humanos en liderar desde el ámbito privado el salto al libro digital en valenciano? Girbés cree que "inevitablemente es el futuro, pero lo que no se suele leer en prensa es que hay mucho futuro todavía para el papel". Eso sí, él mismo reconoce que sin ayudas públicas puede que llegado el día de dar el salto y estar al ritmo del resto de editoriales de importancia a nivel nacional "podemos quedarnos atrás".

Aun así, Girbés cree que esas ayudas se han de reconsiderar para el mundo del libro haciendo un análisis "de arriba hasta abajo, hablando también de conversión digital, pero también del resto de aspectos". No obstante, hablamos de un futuro a plazo inmediato en un entorno muy enrarecido, con gigantes corporativos invirtiendo cifras muy ajenas al mundo de la edición valenciana y en valenciano en los agregadotes y markets a través de los que, seguramente, acabarán comprando libros buena parte de los usuarios.

Por otro lado, en lo que a distribución a través de bibliotecas se refiere, tan solo 170 títulos están disponibles en el sistema que usan las bibliotecas valencianas (eBiblio) de entre unos 2.200. Una minoría asfixiante que convive con cierta falta de normalidad no impulsada, según Girbés, por las propias instituciones: "hacen falta ayudas, por ejemplo, para traducir autores extranjeros. Es lo que da normalidad a la lengua entre otras acciones, por eso se han de revisar esos incentivos".

Y en esa normalidad también la edición propia de la Comunitat Valenciana podría llegar tarde a otro de los rompehielos de la experiencia del sector a partir de las nuevas tecnologías: la interacción o el libro infantil. Editoriales como Mediavaca se encuentran entre lo más interesante del panorama nacional desde hace 15 años. Vicente Ferrer, la mitad junto a Begoña Lobo de este referente del libro ilustrado, asegura que pensar en digital le parece "demasiado lejano", ya que su relación entre libro físico y la propia experiencia del libro es un todo.

"Sé que con el ámbito digital podría llegar más lejos, a otro público, que sería útil poder invertir tiempo en ello... pero no lo tengo. Me basta con poder sacar adelante los títulos que tengo por delante", añade Ferrer. De nuevo, la vuelta a la disposición de recursos y a la situación de que Bromera no pudo mantener -y el año pasado se desvinculó definitivamente de la empresa con la que operaba en este ámbito- esta línea de publicación constante de títulos de novedad en ebook, aunque mantiene algunas publicaciones.

Un vistazo al sistema ebiblio de préstamo de eBooks en las bibliotecas de la Comunitat muestra como la mayoría de títulos pertenecen a grandes editoriales, aquellas que casi por volumen de lectura o cuotas industriales sí aceptan las condiciones de préstamo y asumen el riesgo de digitalización. Porque, de hecho, fuentes consultadas del sector y las editoriales aseguran no sentirse seguros en el entorno digital y exponer en gran medida los textos que editan a la piratería. Pero las majors sí asumen el riesgo, negocian directamente con Amazon o Apple precios distintos a las medianas y pequeñas editoriales e inevitablemente van copando un ecosistema que está mucho más al alcance de un público joven. Libros que se leen en la pantalla del ordenador y cuyo marcapáginas lo abre por el punto exacto en una tablet, un móvil y dentro de semanas en un reloj digital.

 El sector editorial valenciano no encuentra negocio, pero el mercado especialmente desigual, enrarecido también por la digitalización y por la concentración de negocio de las editoriales multinacionales parece marcar una brecha. Por el momento, la Generalitat Valenciana prepara 100.000 euros en ayudas, según aseguró a ValenciaPlaza.com, para potenciar esa digitalización. Un plan que debería llegar desde la Xarxa de lectura durante los próximos meses, tras trabajarse su pliego de condiciones en estas mismas semanas.