VALENCIA. Fiesta y símbolos. En principio, dos conceptos recurrentes en la Plaza de Toros de Valencia y, sin embargo, nada pudo ser más distinto entre el acontecer habitual del coso del Carrer de Xàtiva y los conciertos de La Gossa Sorda y Calle 13 celebrados este domingo 14 de junio. La banda de Pego colgaba las dolçainas y baquetas en el Cap i Casal con esta actuación, tras 16 años como referente del sonido ska, reggae y punk en las regiones de habla catalana, pero sobre todo como estandartes junto a los también retirados Obrint Pas de una generación de músicos de izquierdas que han ejercido de acicate político y han puesto la banda sonora a lo que consideran "una travesía por el desierto" en las instituciones valencianas. La frase la sostenía Miguel Gironés, miembro de Obrint Pas, que compartía una de las últimas canciones de este concierto sobre el escenario.
La retirada de La Gossa Sorda no podía ser más oportuna en tiempo y mensaje. De hecho, una vez certificado el cambio político en las urnas, los soportes de comunicación en torno al evento apuntaron que la actuación de los alicantinos junto a los portorriqueños servía "para celebrar el cambio político en las instituciones municipales y autonómicas". Y así fue, porque los discursos de satisfacción electoral se sucedieron sobre el escenario, mientras que bajo de este miembros del grupo Compromís autonómico (como Enric Morera) o municipal (como Giuseppe Grezzi) bailaron como uno más durante algo más de cuatro horas dos actuaciones memorables por la ocasión histórica, por ser la despedida de ‘La Gossa', por ser el primer concierto Calle 13 en Valencia... pero no por su sonido: faltó volumen, que no precisión técnica. Las gradas pasaron por intuir a ratos y corear otros canciones que llegaban débiles de volumen, aunque sobradas de energía colectiva.
Pero más allá de la música o de la fiesta, que vaya si lo fue, el concierto de ‘La Gossa' estuvo plagado de símbolos. El primero, reconocer que la última vez que la Plaza de Toros se había ‘llenado' había sido para aplaudir al presidente del Gobierno: 25 días antes, Mariano Rajoy trató de aupar las posibilidades electorales de los ahora diputados del grupo Popular en Les Corts Alberto Fabra y Rita Barberá. Y tuvo dificultades para lograr aquel lleno en la Plaza de Toros, a diferencia de estos conciertos que rozaron los 10.000 asistentes teniendo en cuenta otros precedentes de ocupación y a la espera de una cifra oficial por parte de los organizadores. Y ese era el símbolo seguramente más relevante, el de escuchar sobre el tendido canciones en un idioma ajeno durante años a la Plaza, excepto cuando se entona por algún otro acto simbólico el himno regional.
Josep Nadal, cantante de ‘La Gossa', es ahora diputado en Les Corts y desde uno de los muchos discursos que insertó entre canción y canción pudo asegurar que su grupo llamado a formar gobierno autonómico hará lo posible para que "la música en valenciano tenga presencia en todo el País Valencià". La postura ya era toda una conquista que tenía réplicas más o menos inocentes entre el público, feliz con la simbología del momento y del lugar, con instantes colaterales como los selfies junto al burladero bajo una placa que conmemora la remodelación del edificio a cargo del "Ilmo. Presidente de la Diputación de Valencia, D. Alfonso Rus Terol (11 de marzo de 2011)".
Todas las canciones del grupo de Pego, sin descanso, repasando lo mejor de toda una carrera, servían para que el público bailara y se abrazara. El ambiente festivo no era una sorpresa para quien ha seguido su trayectoria, pero hasta ‘himnos' más recientes como La polseguera tenían en sus letras una vis política de rabia no ya desatada, sino eufórica, con la representación efectiva de las urnas... un ambiente de feliz victoria y alegría contagiosa. Y aun así, Nadal lo reivindicó todo ("por la llengua, por los trabajadores de base, por las víctimas del metro, por una Valencia de esperanza; la queremos bien viva y fuerte"), pero recordó con ahínco que "este es solo el principio del camino. Mañana la lucha continúa en la calle".
Símbolos y más símbolos, porque, como en un festival británico al uso, el público ondeaba banderas sin dejar de bailar. Si durante el concierto de La Gossa fueron tres o cuatro estelades vermelles -y ninguna senyera- las que se dejaban ver, en la actuación de Calle 13 se multiplicaron las barras de colores y la retahíla dejaba bien clara la presencia de numerosos inmigrantes en el público: México, Uruguay, Puerto Rico, Cuba, Brasil, Argentina, Costa Rica, Chile, Bolivia, Ecuador o Perú.
La fórmula de fiesta y reivindicación unía ambos conciertos y el testigo, que se hizo de esperar en el cambio de escenario entre las bandas, fue como si todo lo dicho anteriormente por ‘La Gossa' pudiera ser firmado en otro lugar del mundo o en este mismo por Calle 13. Hubo de nuevo reivindicaciones y recuerdos "al 15M" o "a las revueltas estudiantiles de Chile" y allá que se lanzó desde la grada un enorme y prolongado "sí se puede", para mayor orgía colectiva una vez caída la noche y adentrado el concierto de los portorriqueños. Precisamente, esta banda es una fiel representación de la música descastada de Latinoamérica, capaz de arraigarse desde un país tan peculiar en lo geopolítico como el suyo (perteneciente pero ‘no incorporado' a los Estados Unidos) a nuevas corrientes -rock, rap, reggaeton- y a la vez sacudir letras políticamente beligerantes utilizando los sonidos más tradicionales de la cumbia villera, el merengue o la salsa.
La banda de los hermanastros René Pérez (‘Residente') y Eduardo Cabra (‘Visitante') es un verso suelto de la industria, con más de dos decenas de premios Grammy Latino y una huella casi única en su década de carrera profesional. ‘Fiesta de locos', ‘Baile de los pobres' y ‘El aguante' abrieron el melón de un concierto de masas, sacudido por aires revolucionarios con esta última canción cuya letra recoge con una eficacia sobresaliente el lento pero imparable progreso de las reivindicaciones sociales, las luchas de todo tipo resumidas por René antes de cantarla, casi justificando su propia existencia: "si reivindicamos es porque el mundo sea solo un poco mejor porque ya está bastante jodido ahora mismo".
En un baile colectivo que ya duraba tres horas, Calle 13 -todavía en su larguísima gira de Multi Viral, un disco publicado en 2014- encontró momentos álgidos de comunión con el público con canciones como ‘Tango del pecado', ‘Adentro' o los lentos ‘Ojos Color Sol' o ‘Latinoamérica', canción cimera de su discografía. Con un momento público-mensaje a lo ‘One Love' (Bob Marley) a través de su canción ‘Muerte en Hawaii', el bis se inició sin cansancio en el público con el reggaeton transversal de ‘Atrévete te te' y todo finalizó con ‘Vamo' a portarnos mal' y el último mensaje -de muchos- en la noche: "vamos a romper las reglas para que las cosas mejoren, no para joderlo todo". Pérez coincidía así con la última idea de Nadal sobre el escenario de no subirse a los hombros de la euforia anoche reinante y aceptar que sus reivindicaciones todavía cuentan con muchas conquistas en el horizonte. La de hacer sonar según qué músicas y en según qué idioma en la Plaza de Toros de Valencia después de un largo periodo se puede dar por alcanzada.
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