LONDRES. A pesar de su proximidad a las Casas del Parlamento, la llamada Torre Millbank trepidó el miércoles pasado como nunca había ocurrido antes. Según el informe de la policía metropolitana, una masa de 200 estudiantes se descolgó de la marea de los cerca de 52.000 que atravesaban Westminster por la ribera del Támesis. Las pancartas de la primera gran manifestación universitaria contra los recortes presupuestarios en un país miembro de la Unión Europea exclamaban: "La educación no es un negocio", "Saca tus sucias manos de mi universidad", "Recorta las pagas extras de los bancos, no las ayudas a los estudiantes" y "Educación libre, no al estilo EE UU".
Hacia la una de la tarde, un pequeño escuadrón de protestantes reventó las vidrieras de la sede del Partido Conservador y el viceprimer ministro liberaldemócrata, Nick Clegg, tuvo que pedir perdón por haber prometido durante las elecciones que impediría el aumento de las tasas universitarias. "La contención del gasto público-dijo- nos va afectar a todos".
El profesor Neil Witzig, de College Media Network, admite que "la educación superior tiene un coste prohibitivo en los Estados Unidos, pero la crisis ha estrangulado la economía europea también, así que es hora de comenzar a plantearse soluciones plausibles porque no podemos esperar que el volumen de inversiones públicas actual se mantenga".
Londres ha abierto la caja de Pandora de manera dramática: con 208 instituciones universitarias, la partida inicial de 8.300 millones quedará reducida a menos de cinco mil antes de 2014, esto es, un tijeretazo del 43%. ¿Hasta cuándo durará la palabra de la Generalitat Valenciana de simplemente congelar los sueldos en la educación superior? Los datos oficiales señalan que las universidades públicas valencianas han recibido 738 de los casi 940,5 millones de euros que les corresponde en 2010. La rebaja habría sido de apenas 10 millones si se cumplen las transferencias de capital público. Pero en Castellón, la Jaume I ha asegurado que se les debe 76 millones y Josep Lluís Sirera, de la Universitat de València, reconocía recientemente a Valenciaplaza.com que buena parte de su programa cultural no se sostendrían sin los recursos concedidos por la banca privada y las cajas.
De hecho, junto con España, la Asociación Europea de Universidades alerta que Irlanda, Bélgica, Francia, Austria y Grecia se han rezagado en aplicar la reforma financiera al mismo tiempo que se homologa la enseñanza bajo el plan Bolonia. Francia, Italia y España son, además, los únicos países de su entorno ─aparte de Holanda e Islandia─ donde se practica el libre acceso a la educación superior. En algunas regiones, no obstante, el hielo comienza a quebrarse: la Consejería de Educación de Escocia, donde la educación universitaria es gratuíta, ha confesado que las arcas de las instituciones se están vaciando a un ritmo de vértigo. Y a toda deuda le llega su factura.
EL MODELO ATLÁNTICO CHOCA CON EUROPA
Bahram Bekhradnia, director del Instituto de Políticas para la Educación Superior, no se deja convencer: "La coalición va a convertir la educación universitaria en un mercado, y la consecuencia será que las diferencias entre las universidades británicas crecerán todavía más". En la Universidad de Bedfordshire, el profesorado ha enviado una carta a Downing Street en la que el primer ministro, David Cameron, puede leer que "están ustedes forzando a los estudiantes a pagar por los demanes de los banqueros".
En las universidades de Leicester y West Anglia, sin embargo, la revisión del sistema de financiación que defienden conservadores y liberaldemócratas suena a regalo de navidades. Ambos rectores han afirmado que aprovecharán el nuevo límite de 9.000 libras esterlinas ─o 10.600 euros por curso─ para aumentar las tasas hasta los 8.600, partiendo de la barrera de los 3.900 euros hoy vigente. "Es el único modo de asegurar el mismo nivel de inversión de que disponemos ahora", explican, "y es la única solución para sostener una enseñanza universitaria de alta calidad".
Durante su último cónclave en Palermo, el sector universitario de la Unión Europea barajó ciertas cifras que son motivo de grave preocupación. Cuando el déficit público asfixia a los tesoros estatales y los mercados del capital viven la mayor sequía de la era de la globalización, la educación superior europea descansa en un 90% en fondos de la Administración, en dinero de los contribuyentes. Con niveles de paro juvenil escalando rápidamente la frontera del 20%, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ya ha puesto en duda el provecho social del 1% del presupuesto bruto que representa la educación superior como media en los países que aglutina esta entidad.
El recurso al pago privado, vía Washington, se cierne como la opción con mayores probabilidades de introducirse en Europa ante la falta de alternativas. En Londres, en efecto, ya en 2006 fue el gobierno laborista de Tony Blair y Gordon Brown el que sometió a los estudiantes universitarios a afrontar la suma de 3.400 a 3.900 euros por ejercicio académico, para lo cual pueden eventualmente requerir la concesión de un crédito a pagar en un plazo límite de 30 años en cuanto consigan un puesto de trabajo con sueldo superior a las 15.000 libras anuales. Por desgracia, la recesión económica está llevando este mecanismo a sus límites.
ABRE LOS OJOS
La asociación de profesores universitarios británica, la UCU, acepta que sus instituciones han experimentado un crecimiento de costes del 312% y que el índice de alumnos por catedrático es un 33% mayor que en la década de los noventa. No aceptan, en cambio, que los graduados con un salario medio nacional de 37.500 euros hayan de pagar el 19,3% más de impuestos para devolver su nuevo y oneroso préstamo universitario.
Según los cálculos de la UCU, si un universitario decide emprender carrera como profesor escolar, la nota impositiva sube un 23,5%, y si se queda en la universidad, el 27%. Si entra en el cuerpo de policía, el porcentaje es de 25,5 puntos, y de 17,3 si trabaja en servicios sociales.
El primer sindicato estudiantil del país por afiliados, el NUS, prevee que hasta un 79% de estudiantes de clases trabajadoras y medias bajas podrían virar sus rumbos y abandonar las aspiraciones universitarias, y que las universidades con un alto grado de diversidad social y cultural se encuentran bajo riesgo de cierre al tener que competir por capital contra instituciones más poderosas como Oxford o Cambridge. Estos son algunos de los efectos contraproducentes que las universidades, en colaboración con sus gobiernos en el continente, deberían evitar si echan una buena ojeada al proceso inglés. Y no les queda mucho tiempo para estudiarlo.
UN buen artículo. Les felicito. Lo que está ocurriendo es un efecto más de un sistema que se desmorona. Con China inundando occidente de productos regalados, desde que entró en la Organización Mundial de Comercio en 2000, el centro de gravedad se ha desplazado allí, donde no hay sindicatos ni vacaciones ni partidos políticos ... ¿Asistimos a la caída de un modelo de civilización? ¿Aguantará nuestro querido Estado de Bienestar de servicios públicos gratuitos y justicia social? Tengo dudas. Primero fue el muro de Berlín, ahora la muralla china. ¿Aceptará esto la juventud?
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