VALENCIA (EFE). La noche electoral ha tenido sabor agridulce en la sede del PSPV de Valencia, el de los tradicionales flaons de Morella que ha repartido Ximo Puig, posible futuro president, y el de las naranjas amargas para el candidato municipal, Joan Calabuig, cuya fuerza se diluye hasta la cuarta posición.
Ya había avisado Puig a su llegada al cuartel general de Blanquerías, minutos antes de las 20 horas: "Pase lo que pase, hi hauràn flaons", unas empanadillas dulces, de receta centenaria, con las que ha endulzado la espera a los periodistas y trabajadores del partido.
Los flaons no estaban en el guion pero se esperaban, se intuían por los habituales, quizá como el resultado electoral, y se han convertido en la guinda de una noche en la que el PSPV ha cuidado la puesta en escena y ha trabajado con intensidad para poner "guapa" la sede.
El PSPV ha dado "un paso decisivo" para gobernar la Generalitat "desde el diálogo permanente, la responsabilidad y la generosidad", ha apuntado Puig en su intervención, y la palabra "responsabilidad" ha amortiguado de inmediato los gritos de "Ximo president".
Ni el reparto de camisetas con el mismo lema ha entusiasmado a los presentes: "Era ahora o nunca", se comentaba por unos, se daba por hecho por otros. "Pocas noches electorales viviremos como esta", se reconocía también.
El disfrute, sin embargo, no ha sido completo para los socialistas de Valencia, que han visto cómo el candidato local, Joan Calabuig, perdía tres concejales y se convertían en la cuarta fuerza por detrás de PP, Compromís y Ciudadanos.
Los resultados obtenidos en la ciudad "no son los que esperábamos", ha faltado conexión con las clases medias urbanas y el hecho de que este problema sea compartido con otras capitales "en ningún caso tranquiliza", ha reconocido.
Calabuig, el socialista más solícito, atento con la prensa y presente durante toda la noche, no ha ocultado su decepción por los resultados obtenidos y, tras saludar brevemente a Puig, ha abandonado la sede.
Una noche electoral, en definitiva, sin euforias ni celebraciones, sin más estruendo que el de una corta traca, que han celebrado sólo unas pocas decenas de militantes y simpatizantes a las puertas de la sede, charlando, como tomando la fresca y esperando la llegada del verano.
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