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VALENCIA (EFE). El silencio ha sido la tónica predominante en la sede del PP de la Comunitat Valenciana desde que han empezado a conocerse los primeros resultados provisionales de las elecciones autonómicas y municipales, que daban por perdida la Generalitat y ayuntamientos como el de Valencia.

Después de veinte años de gobierno autonómico, dieciséis de ellos con mayoría absoluta, en estas elecciones los populares no logran alcanzarla en Les Corts, ni siquiera pactando con Ciudadanos, que se preveía como su salvoconducto para mantener el control de ambos gobiernos.

Lo mismo le ha ocurrido en el Ayuntamiento de Valencia, donde Rita Barberá gobierna desde hace 24 años, veinte con mayoría absoluta, y que ahora tendrá que ceder ante un previsible pacto de la izquierda.

El primero en dar la cara, sobre las nueve de la noche, ha sido el portavoz de campaña, Alfredo Castelló, cuando únicamente se conocían los sondeos a pie de urna realizados por la Generalitat y que daban a los populares entre 35 y 37 escaños en Les Corts, lejos de los 31 que ha obtenido finalmente.

A partir de ahí se hizo el silencio en la sede de la calle Quart, donde las horas pasaban y los únicos que entraban y salían eran los periodistas a la espera de nuevas comparecencias y valoraciones de los dirigentes del PP, que se han ido retrasando.

La siguiente que debía comparecer era la coordinadora general del partido, Isabel Bonig, cuando hubiera "resultados fiables" de las elecciones locales (así lo había anunciado Castelló), pero finalmente ha comparecido el candidato a la Presidencia de la Generalitat y líder del partido, Alberto Fabra, cerca de la medianoche.

La llegada de Fabra, acompañado de gran parte de sus consellers y equipo de campaña, ha sido el único momento en que la sala de prensa de la sede de PP se ha medio llenado con cargos del partido, concejales, diputados y miembros del equipo del todavía president de la Generalitat.

Tras una comparecencia de unos cinco minutos y en la que no ha admitido preguntas, Fabra ha salido por una puerta trasera, aunque ha tenido que volver a entrar ya que llegaba la alcaldesa de Valencia y candidata a la reelección, Rita Barberá, para valorar unos resultados que no le "gustan nada".

Si con Fabra se he llenado la sala, Barberá ha logrado arrancar algunos aplausos entre unos asistentes que no tenían ningunas ganas de fiesta tras el batacazo electoral que, según han reconocido algunos de sus dirigentes, no se esperaban.

La marea de acompañantes de Fabra y Barberá ha desaparecido con la misma velocidad con la que ambos dirigentes han comparecido ante la prensa, apenas cinco minutos cada uno.

A partir de ese momento, el silencio ha vuelto a reinar en una sede por cuyo exterior se oía el pitido de algún coche al pasar.

Antes de marcharse, Barberá ha tratado de animar a quienes le acompañaban, y mientras esperan al coche que tenía que recogerla, sonreía a los fotógrafos y cámaras de televisión, a quienes ha dicho que no lograrían sacarle una mala cara.

El único incidente se ha producido cuando una decena de personas, entre ellas el secretario general de Podemos de Valencia, Jaime Paulino, ha pasado por delante de la sede pasadas las once de la noche para celebrar la derrota y han posado ante su puerta, sonrientes y romanos, con el mismo gesto: los pulgares hacia abajo.