VALENCIA. Garantizan a los padres prestar el mismo interés que ellos mismos a la hora de preparar los alimentos de sus pequeños. Esta empresa, que fabrica tarritos infantiles 100% ecológicos, acaba de desembarcar en la Comunidad Valenciana a través de la distribuidora Biotremol.
Smileat es una marca de alimentación infantil ecológica para niños de más de cuatro meses. Elaboran y comercializan tarritos de frutas, verduras, carnes y pescados cuya materia prima proviene 100% de agricultores y ganaderos ecológicos españoles prescindiendo del uso de conservantes, espesantes, azúcar y sal. Garantiza la calidad el sello de producto ecológico que expide la Unión Europea y que controla toda la vida del artículo, desde la obtención de las materias primas hasta la gestión de los residuos.
En su caso no sólo los ingredientes son 100% ecológicos sino que también se ciñen al uso de frutas y verduras de temporada. La producción se hace en una fábrica ecológica de Jaén y envasan el contenido en tarros de vidrio para facilitar el reciclaje. Donde más transgreden la norma es en la logística dado que distribuyen ya a Cataluña, País Vasco, Navarra, La Rioja, Cantabria, Valencia y algún punto de Galicia y Andalucía. Sí respetan, sin embargo, el transporte sostenible de los repartos en Madrid capital donde las entregas se hacen en bicicleta gracias a un acuerdo suscrito con otra startup, Mensos.
En cuanto a las variables de precio y conservación, dos sospechas que suelen levantar los alimentos ecológicos, la segunda la despejan con un procesamiento térmico y envasado al vacío que aplaza la fecha de caducidad del producto cerrado a 18 meses, similar a los del resto del mercado. Con lo que no han podido batallar es con los precios, un 30% más altos que la media. Los tarritos son fáciles de identificar con un contenido de 230gramos y un etiquetado diferente, de toque casero, que permite observar el producto interior en todo detalle.
OBJETIVO: DIFERENCIARSE
Durante un año y medio estuvieron tirando potitos a la basura hasta dar con las proporciones adecuadas en cuanto a textura, sabor y olor, los tres indicadores básicos, como los que integran este equipo: Alberto Jiménez, Javier Quintana y Rocío de la Iglesia, licenciado en ADE, ingeniero informático y doctora en alimentación y nutrición, respectivamente. "Teníamos que diferenciarnos y crear valor añadido", dice Alberto quien sabía de este error de principiante gracias al fracaso de la segunda startup que fundó antes que ésta.
La otra lección aprendida por Alberto fue que es preferible tirar de cuantos recursos propios sea posible antes de buscar financiación ajena "que suele llegar sola cuando ya estás rodando".
PULMÓN FINANCIERO
Así que entre los tres reunieron 30.000 euros que les dieron para hacer numerosas pruebas y fabricar sus 12.000 primeras unidades. Obtuvieron luego ayuda a través de amigos y familiares, con lo que aumentaron la producción a 50.000 unidades y tendrán que recurrir ahora a otra vía de financiación para duplicar la fabricación y dar respuesta a la demanda que ha empezado a anticiparse a la oferta porque la acogida en el mercado les ha pillado un poco de sorpresa. Lo que tienen claro es que necesitan ensanchar el pulmón financiero para aprovechar la temporada de primavera y verano y aumentar el stock de cara al invierno, más pobre en materias primas.
Lanzaron producto en enero de 2015 y en abril facturaron ya 8.000 euros vendiendo sólo en Madrid y por e-commerce. De sostener el ritmo, la previsión de facturación al cierre del año sería de 150.000 euros. Aunque el precio del producto no varía de la tienda física al online, funciona mejor la primera debido a que se trata de un producto delicado que los padres prefieren observar directamente. Por eso en Smileat han tomado este camino para expandirse en un modelo híbrido. Venden en herbolarios, farmacias, tiendas ecológicas y supermercados como El Corte Inglés donde han pasado de contar de 2 a 15 puntos nacionales de venta. La Cocinita de Chamberí, El Viejo Hortelano o Herbolarios Doemi se suman también a su lista de clientes.
Dicen que quieren crecer pero de manera sostenida y estable para no rebajar los cánones de calidad y fidelizar a los clientes por lo que, aunque estén valorando una propuesta de internacionalización en China, prefieren fijar bien las bases en el mercado nacional antes de dar el salto y afrontar nuevos trámites burocráticos que no recuerdan con especial afecto. "El sector de la alimentación infantil es especialmente estricto-dicen- y sumado a que nosotros tenemos la certificación ecológica complica el doble el proceso para sacar el producto al mercado. Pero además tuvimos problemas porque nuestra sede social está en Madrid pero fabricamos en Andalucía por lo que nadie nos sabía decir si teníamos que certificarnos en la Comunidad de Madrid o en Andalucía".
Smileat fue seleccionada, ante más de 450 propuestas, por la aceleradora de proyectos sociales UnLtd Spain la cual les proporcionó apoyo para el lanzamiento y crecimiento de la empresa, logrando que así puedan estar presentes en muchos más puntos de venta en la geografía española. Forman parte del programa crece de Edmond the Rothschild además de Premio Ecoemprendedores 2014. Al compromiso ecológico y con la alimentación saludable suman su contribución al comercio justo adhiriéndose a la filosofía Fairtrade que ayuda a los pequeños comercios de países en vías de desarrollo.
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