VALENCIA. Ni fantasmas ni princesas. La ciudad de Valencia cuenta con un buen número de palacios en mejor o peor estado de conservación que se concentran principalmente en el casco antiguo y en los que cuelga el cartel de ‘se vende'. La reactivación que lentamente se está apreciando en el mercado inmobiliario ha permitido que se cierren operaciones relevantes, aunque eso no significa que sea fácil dar salida a estos inmuebles premium.
Al margen de los de titularidad pública, como el de la Generalitat, Dos aguas, Fuente Hermosa o el de Boïl d'Arenos, que son inajenables, muchos de los que jalonan vías históricas como la calle de Caballeros o La Paz son objeto de compraventa por parte de particulares y empresas, aunque su grado de protección pone límites a determinadas adaptaciones para un nuevo uso.
Aunque la singularidad de estos inmuebles hace imposible una valoración homogénea que permita establecer una tabla de precios o su uso potencial o un perfil del público comprador, si que existen unas líneas generales que rompen algunos tópicos.
QUIÉN COMPRA UN PALACIO
La imagen del multimillonario extranjero como principal interesado en la compra de inmuebles históricos no es ni mucho menos la habitual. "El aspecto histórico tiene una especial importancia a la hora de hablar de clientes interesados", reconocen desde la inmobiliaria de lujo Rimontgó, pero son las familias valencianas con un alto poder adquisitivo, "que conocen el valor histórico de estas propiedades, las que aprovechan la actual situación para comprar a precios que en otros momentos no les sería posible".
Es decir, no sólo compran la propiedad, sino que adquieren un trozo de historia de la ciudad. Sin embargo, esta noción del valor histórico no es tomada tan en cuenta, en cambio, por clientes extranjeros, que se fijan también en otros componentes que facilitan la vida moderna y que estas propiedades no siempre cumplen.
De hecho, muchos de estos inmuebles se adquieren para fines alternativos a los de ser vivienda. En concreto, los palacetes también son centro de atención de fundaciones o empresas que buscan una localización más representativa que comercial, ubicadas en zonas nobles de la ciudad, como advierten desde Rimontgó.
LA SOLUCIÓN HOTELERA
Tras el éxito de propuestas como el Caro Hotel, la alternativa de convertirlo en hotel boutique está en la mente de muchos interesados. Éste ha sido el caso de la antigua sede el estudio de arquitectura Diez Cisneros, que aspira a ser convertido en hotel de la mano de Domus Céntrica Promociones, mientras que otros, como la Casa americana de la plaza de Manises ha estado años arrendado a la Diputación provincial como oficinas y ahora sus propietarios le buscan una salida como alojamiento turístico.
Pero no es tampoco fácil esta solución. "Es una opción valorable pero problemática, ya que generalmente estos palacetes gozan de un alto nivel de protección, una protección que puede convertirse en un impedimento", advierten desde Rimontgó.
En primer lugar, porque la empresa hotelera no pueda asegurarse el suficiente número de habitaciones de cara a obtener una rentabilidad; y en segundo lugar, porque la protección de elementos comunes puede chocar con las normativas de seguridad necesarias para obtener la licencia de hotel.
(Las imágenes que ilustran este reportaje han sido facilitadas por la inmobiliaria Rimontgó)
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