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Carteles electorales: Dime de qué presumes...

A. MOHORTE. 10/05/2015 Hay partidos que esconden el logotipo y otros que prefieren tirar de él a tope, fiel reflejo de la reputación de la organización y del conocimiento público del candidato que se aspira a situar en el palacio de la calle Caballeros

VALENCIA. Los carteles electorales son como las tarjetas de visita: algo demodé y muy analógico, pero que dice mucho de la persona a quien presentan. En el caso de la política, nos abre la puerta a la propia idea que el equipo de campaña tiene de su candidato (o del conocimiento social con el que cuentan), del dinero disponible y de la estrategia que se plantea para la campaña.

Teniendo en cuenta que en estas elecciones el bacalao lo están cortando hasta siete formaciones, prima entrar en harina y dejarse de recontar teorías y empezar a deshuesar el pollo por la vía rápida. Lo primero que llama la atención es el empequeñecimiento del logo del Partido Popular, ese que en otros tiempos ocupaba casi un tercio del cartel.

De hecho, en el propio partido se comentaba en 2011 que la formación iba a barrer tantos votos, echando mano sólo de la marca a causa del ‘efecto Zapatero', que si se ponía una escoba en el retrato, poco se iba a notar en los resultados.

La razón es fácil: la marca PP esta vez resta, como lo hizo para el PSOE hace cuatro años. Por el contrario, este año tanto Ciudadanos como Podemos tienen en la marca su gran baza. Así, al tener unos candidatos autonómicos y locales casi desconocidos para el gran público, han optado por darlo todo con su emblema y... adelante.

Al menos Ciudadanos da protagonismo a su cabeza de lista, por aquello de tener una concepción más individualizada de la sociedad; mientras que Podemos, con una idea más colectiva, prefiere usar con profusión la marca y la foto de grupo. Contrasta mucho esta decisión con la que tomó esta última en las elecciones europeas, donde el rostro de su líder, el televisivo Pablo Iglesias, era hasta el logotipo que lucía la papeleta.

QUITAR LETRAS Y PONER LENGUAS

También llama la atención la decisión del PSPV-PSOE de suprimir su marca local a favor de la nacional y sólo incluir un escueto ‘Vota PSOE'. También formaciones que han hecho gala con empeño de su valencianía han preferido abrir el espectro idiomático.

Éste es el caso de Compromís, que ha rotulado sus carteles de Mònica Oltra y Mireia Mollà en castellano y valenciano, mientras que en Castellón se limita al valencianos. Esto refleja una voluntad de partido ‘atrápalo todo' que no quiere restar por principio a potenciales votantes de izquierdas poco concienciados con la llengua como los de la capital y el interior de la provincia de Valencia o los del sur de Alicante.

Al margen de esto, se puede ver que ninguna de las formaciones se ha complicado la vida en esta cita y, sin mucho esfuerzo, podríamos poner en la silueta del candidato de cada cartel a un Felipe González con todo su pelazo y su cazadora de pana o a un Manuel Fraga en su robusta humanidad.

La propuesta más sufrida es la de UPyD que, como es sabido, ha tenido que improvisar ante la retirada en el último momento de su aspirante Toni Cantó y, lo que ha sido más grave, la desbandada de potenciales votantes que muestran las encuestas y que siempre corta las posibilidades de financiación.

Caso diferente es el del PSPV-PSOE, que ha optado por romper con la imagen general del partido en esta convocatoria y se la ha montado por su cuenta. Aunque es correcta, como la de casi todos, el tipo de letra elegido está demasiado visto y recuerda a una de las opciones que sale por defecto en el Word.

VIEJA ESCUELA Y FILTROS DE COLOR

Hijas de los años 90 son las propuestas de Partido Popular y de Esquerra Unida, cada una al estilo de la casa por aquellas fechas, además. Esto no significa que estén mal, sino que te parece que ya las has visto. Rompen con esta línea Ciudadanos y Compromís, aunque no se termina de entender la lógica que llevó a estos últimos a poner a su candidata mirando a Cuenca en lugar de la cámara, que es como hacerlo hacia los ojos del votante.

Se podrá asegurar que recuerda a las entrevistas en prensa y televisión, aportando naturalidad, pero lo que tiene poca justificación es meter además un filtro naranja sobre la cara de los candidatos, restando legibilidad y quitando algo tan de agradecer como que el candidato se presente "al natural", transparente o #sinfiltro. Está claro que todos los carteles están retocados (incluso muy bien retocados, como es el caso de los de Esquerra Unida), pero lo que no tiene sentido es que en ese paso se perjudique al candidato.

Entrando de pasada en los eslóganes, aunque nuestra democracia es joven comparada con la británica o la norteamericana, ya empezamos a lamentar repeticiones y lugares comunes, como es el caso de la llamada al "cambio" de Ciudadanos (Pide cambio) o UPyD (Si tú quieres la Comunitat cambia), que tan bien le fue al PSOE... en 1982.

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