VALENCIA. La franquicia Burguer King situada en la Av. Marqués de Sotelo abrió una línea de negocio, la de la comida rápida situada en plena Plaza del Ayuntamiento, en 1982. Si no hay contratiempo, el próximo mes de mayo Taco Bell abrirá la que será la última -hasta esa fecha- de los establecimientos derivados de cadenas de alimentación franquiciadas basadas en el fast food, y además lo hará en una esquina noble de esta plaza emblemática, en su desembocadura sobre el Carrer de les Barques.
Deutsche Bank ocupó el bajo de la finca con caída al posterior Carrer Moratín desde 1973. Sin embargo, esta entidad financiera ‘huyó' en busca de "una zona menos turística", tal y como adelantó su traslado ValenciaPlaza.com el pasado mes de agosto, para dejarse caer eun un renovado edificio, amplio, diáfano y moderno, en las esquinas del Carrer Pasqual i Genis con Roger de Lauria. "La Plaza del Ayuntamiento es el punto de llegada de muchos de los turistas que llegan a la ciudad", apunta el economista Ramón Marrades, "algo que unido a la falta de imaginación en los inversores locales está homogenizando estos espacios emblemáticos con los de otras ciudades con ‘problemas' similares, como Barcelona".
En el sentido de las agujas del reloj, la fotografía suma locales de Pans & Company, Foster's Hollywood, Fast Fresh Food, Telepizza, Lizarrán, Aromas, Smöoy, Wowble, Goody Life (no es franquicia), Café & Tapas, Burguer King, Taco Bell, SportTime (Café Valencia CF MegaStore) y el Burguer King ya citado, el primero de la ciudad; cuatro de ellos con menos de un año. Frente a ellos, y separados apenas por un par de locales, Cervecería San Patricio y Cafetería Ascot, el más longevo de los locales de comida de la plaza abierto desde 1973.
La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de Valencia ya trajo en 2007 al representante homónimo del Barri Gòtic de la capital catalana. La idea era anticiparse a la reflexión: "¿qué modelo comercial quiere la ciudad de Valencia? Necesitamos estructurar una mesa de trabajo seria al respecto, pero todavía no lo hemos conseguido", asegura Julia Martínez, gerente de la citada organización. "El temor es acabar perdiendo la personalidad, aquello que te distingue de cualquier otro cuando paseas por uno de los ejes principales de la ciudad", añade.
El profesor de Derecho Administrativo de la Universitat de València Andrés Boix reconoce que "es una situación inevitable, aunque derivada de lo que es la Plaza del Ayuntamiento: un paso de tráfico y parada de autobuses. Si esas mismas estaciones se trasladaran al eje Xàtiva Estación del Norte, los mismos restaurantes de comida rápida se trasladarían a su entorno, porque es un establecimiento que el turista busca en su llegada o primer paso por la ciudad".
Marrades, también profesor de la UV y miembro de su Unidad de Investigación en Economía de la Cultura y Turismo, cree que, en este sentido, "si la Plaza del Ayuntamiento fuera un ágora o tuviera un sentido distinto para la ciudadanía, esta creciente aparición de franquicias de fast food no se estaría dando". Tanto Martínez como Boix enseguida reconoce que cualquier bloqueo comercial a un espacio emblemático, fuese el que fuese, entraría en conflicto legal con la Ley de Empresa. "Lo que sí cabe son políticas indirectas, como evitar una proliferación de la ocupación de las aceras con terrazas o evitar la vulneración según el caso de las fachadas", añade Boix.
La gerente de los comercios históricos también se muestra preocupada por el efecto de las terrazas, aunque no solo en esta plaza, sino en toda la ciudad: "tenemos como ejemplo los propios accesos a la Plaza del Ayuntamiento como el Carrer de Ribera, que se ha convertido en una terraza continua, pegajosa y poco transitable y que genera una llegada nada deseable hasta este punto de la ciudad".
No obstante, Martínez cree que la llegada a la Plaza del Ayuntamiento de este tipo de restauración denota que "no estamos trabajando a favor de un turismo de calidad, familiar, de consumo diferenciado o culto". En ese sentido avanza un libro de referencia en el ámbito, Urbanalización (Gustavo Gili, 2010) de Francesc Muñoz. El autor propone explicaciones de los procesos que han conducido a las ciudades globalizadas a una urbanización banal, a partir del estudio de Londres, Berlín, Buenos Aires y Barcelona, y destaca:
"El proceso global de urbanización y la progresiva extensión de la ciudad en el espacio, hacen que encontremos cada vez más dificultad para apreciar contenidos de identidad propio [...]. El denominador común de lo metropolitano, en unos casos, o las transformaciones aceleradas en el territorio, en otros, hacen que el paisaje deje de representar permanencias históricas o culturales para mostrar panorámicas líquidas."
Para Marrades hay algunas bases que han de quedar claras ante esta sintomática escalada de locales de comida rápida en la Plaza del Ayuntamiento. Una de ellas es que "el comercio histórico, si no tiene ventas de forma independiente, desaparecerá sí o sí. No se puede hacer permanecer artificialmente"; otra que "lo deseable para el ciudadano no es precisamente tener una ciudad que le expulse, ya sea por la concentración de gente o por no tener los comercios de abastecimiento y ocio propios a su alrededor. El caso paradigmático sería el Mercat Central y Taco Bell, como opuestos"; y una tercera: "a largo plazo, la actividad comercial con una identidad propia es aquella que fomenta que se pasen cosas, que se generen historias de la ciudad y ésta sea atractiva turísticamente por sí misma a nivel internacional, no ofreciendo poco más que las demás".
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