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VALENCIA. Las candidaturas a Les Corts Valencianes del PPCV, elevadas el lunes y aprobadas este martes por el Comité Electoral Nacional de la formación 'popular' ha dejado un regusto extraño -como suele ocurrir en estos casos- en distintos sectores del partido que lidera actualmente Alberto Fabra. Ahora bien, el análisis más frío de estas listas conduce a dos preguntas: ¿Será este un buen grupo parlamentario? ¿Permanecerá unido en torno a Fabra si no consigue la Presidencia de la Generalitat? Las respuestas a estas cuestiones, mirando atentamente la confección de las candidaturas, generan un mar de dudas.
El presidente Fabra ha tenido aciertos y errores en la legislatura. Posiblemente, en el debe del líder de los 'populares' valencianos ha estado rodearse de mejores colaboradores o, si los tiene o ha tenido, escucharles con mayor atención. Sus bandazos en el ámbito orgánico y, se entiende, su deseo de mostrar liderazgo, han sido definitivos para no alcanzar o perder el 'feeling' con Rita Barberá y con los barones provinciales del partido, especialmente Alfonso Rus y José Císcar.
Así, aunque la confección de listas se ha resuelto con aparente -e incluso no ficticia- tranquilidad, la sensación es que el problema de desconexión de Fabra con los barones del PP ya no tiene solución. Su única posibilidad es conseguir ser presidente de nuevo y así imponerse.
Por tanto, si gana las elecciones y el resultado es suficiente para gobernar se salvará: si no, habrá batalla. A no ser, eso sí, que Génova dé la orden de paz hasta las elecciones generales y el PPCV vuelva a agachar la cabeza frente a Madrid como lleva haciendo desde que Fabra llegó al poder. Sobre esto diversas voces internas aseguran que no están por la labor de obedecer o permitir otra decisión 'a dedo' desde la capital de España. Pero una cosa son los corrillos y otra salir a la palestra.
La cuestión es que, de producirse la guerra interna, es decir, si Fabra no es presidente pero continua al frente ya sea por orden de Génova para no abrir un proceso interno antes de las generales o por propiio empeño del líder del PPCV, éste no tendrá un grupo parlamentario de garantías para resistir. Aunque aparentemente el jefe del Consell tiene el control de la candidatura, un mal resultado electoral y la desaparición de la posibilidad de gobernar puede adelgazar sus respaldos notablemente cuando, además, la mayoría de sus apoyos no tiene una consistencia territorial fuerte.
En Alicante, por poner el ejemplo más llamativo, Císcar encabeza la circunscripción y le siguen Eva Ortiz, José Juan Zaplana y César Sánchez, tres personas de su máxima confianza. En general, la candidatura está regada de dirigentes próximos al presidente provincial o que han iniciado un proceso de acercamiento. El propio Císcar y la alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso, con quien ha tenido diferencias a lo largo de la legislatura, han empezado a limar asperezas.
En la candidatura, en torno a una decena o más de miembros de los 16 primeros puestos están más cerca del líder provincial que del presidente de la Generalitat, pese a que éste último haya facilitado pactos que han permitido diversas inclusiones. Podría pensarse, dirigentes del PP así lo hacen, que el puesto 5 para Elisa Díaz es fruto de un acuerdo anterior de Fabra con Luis Díaz Alperi o que el 14 para María Magdalena González, mujer del exdiputado imputado David Serra, también se produce por un pacto. No obstante, este tipo de maniobras no apuntan a arrojar una férrea fidelidad para Fabra en el grupo de parlamentarios alicantinos.
Por otro lado, los puestos de salida en Valencia están ocupados por un variopinto grupo en el que, a priori, Fabra sí tendría un mayor control por la presencia de buena parte de sus consellers y de algunos de sus pocos fieles. Pero cuidado. Si el actual presidente no consiguiera un resultado para repetir en el cargo habrá que ver si hombres de su confianza como Juan Carlos Moragues o Manuel Llombart están dispuestos a aguantar en la oposición cuando tienen otras salidas profesionales.
Por otro lado, no conviene confundir el número con el peso específico orgánico de los actores. Así, tampoco puede esperar Fabra que, en caso de batalla, fichajes 'externos' como María José Ferrer de San Segundo, socia de Paula Sánchez de León; la emprendedora María Bernal, procedente de Nuevas Generaciones o la abogada Blanca Garrigues Francés, hija de Asunción Francés, histórica presidenta de la asociación de amas de casa Tyrius, sean piezas clave en su defensa.
La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, número dos, así como su exconcejal Miguel Domínguez, que figura en el número 13 de la lista, no serán los salvadores del presidente, al igual que Vicente Betoret, número dos de Alfonso Rus. Así pues, Jorge Bellver, Alfredo Castelló y Verónica Marcos pueden ser los diputados más afines al presidente si llegan las dificultades.
En su feudo de origen, Castellón, Fabra tampoco ha construido una lista de gran solidez a su favor. Encabezada por Isabel Bonig, precisamente una de las dirigentes que más ha sonado como su relevo, el presidente ha situado a dos de sus antiguos concejales de los que ha querido prescindir su sucesor en la alcaldía, Alfonso Bataller, quien por cierto ha generado notable malestar en Castellón con su intención de introducir a cuatro independientes en la lista local. En cuanto a la candidatura autonómica en puestos de salida, se ha situado a tres ex alcaldes que Javier Moliner ha querido relevar para dar paso a candidatos jóvenes y a una persona de su confianza, Beatriz Gascó. Entre los afines a Alberto Fabra se puede contar al número seis de la lista, Rubén Ibáñez.
En resumen, si el PP no consigue gobernar, las listas confeccionadas por Fabra generan ciertas dudas sobre su capacidad para realizar una tarea férrea de oposición: aunque se ha renovado mucho (un 70%), los perfiles y la manera de hacer incorporaciones no parecen convincentes en muchos casos. Pero por encima de todo, lo que llama la atención es la fidelidad tan débil al líder entre la mayor parte de los elegidos, algo que contribuye a generar el caldo de cultivo para la rebelión si hay mal resultado. Así pues, a Fabra solo le queda la opción de poder volver a gobernar merced a un pacto con Ciudadanos.
La alegría o malestar va por barrios. Como ya informó este diario, el presidente de la Generalitat ha incluido a todos sus consellers -excepto a la candidata a la alcaldía de Alicante, Asunción Sánchez Zaplana- pero al mismo tiempo ha cedido a buena parte de las pretensiones de las direcciones provinciales. Por otro lado, en el diseño de la lista, con la previsión a la baja en los sondeos, se han caído muchos referentes históricos del partido.
Si Ciudadanos va a pactar con el PP aquí en Valencia no lo votará ni el tato. Y en las nacionales todos tendríamos claro que sólo son una segunda marca del PP....
No sé. La solució de Punset a Altea és pactar amb el Pp.
Yo creo que Fabra cuenta mal, porque para poder mantenerse da por descontado el apoyo en la investidura de Ciudadanos y yo creo que este no se producirá. El exvotante del PP, entre los que me encuentro, que vote Ciudadanos, no va a querer propiciar ese apoyo, porque no hemos cambiado el voto para sostener a quien consideramos lo ha hecho fatal. Si Ciudadanos cometiera ese error caería en picado en la elecciones generales y eso no creo que le guste a su lider Rivera. Mas le valdría a Punset, preparar una alternativa de gobierno con profesionales reconocidos.......por si finalmente y ante la ingobernabilidad la menos mala de las soluciones es que sea Ciudadanos quien se haga cargo de la Generalitat con el respaldo del PPCV o del PSPV .
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