VALENCIA. Fueron más de 8.500. Como cada año desde hace un lustro, estos miles de jóvenes portugueses, congregados con el final del invierno, se reunieron en Calpe para celebrar su fin de estudios, su paso por el Selectivo. Los finalistas, como se les llama en el país luso, tomaron esta localidad de la Costa Blanca para convertirla en su breve, efímero e inolvidable paraíso.
Transformada en una cita idílica, el Calpe Festival Village es una rara avis en el mapa de los festivales que se celebran en la Comunidad Valenciana y en España y es el primero de los certámenes de la temporada en todos los sentidos. Su singularidad es tal que sólo se puede establecer una sucinta comparación con el Festival de Benicàssim. Y tampoco. Porque el Calpe Festival Village no es un festival al uso. Es mera diversión. Es una experiencia adolescente lúdica sin pretensiones.
El cómo el Calpe Festival Village se ha convertido en lo que es para los jóvenes portugueses habla mucho de la empresa organizadora del evento. Xtravel ha funcionado siempre al margen de las instituciones públicas valencianas, de los canales convencionales, con una profesionalidad que se ha ganado el respeto de los vecinos de la localidad alicantina. Hay otras empresas lusas que trabajan en por ejemplo Benalmádena, donde se organiza otro festival para finalistas, pero ninguna ha obtenido los resultados que ha logrado Xtravel en Calpe con su paquete que incluye alojamiento, visitas a parques temáticos, actividades deportivas en la playa y, por supuesto, carpa.
En el recién aparecido diario bilingüe (alemán/español) Blick Marina Baja se hablaba este domingo de cómo Calpe se había despertado "bruscamente de su hibernación" gracias a esta fiesta. 120 autobuses llenos de jóvenes lusos, constataba el diario, habían abierto los hoteles de la localidad alicantina a una semana vista del inicio de la temporada de vacaciones. Porque, y ése es otro rasgo definitorio del Calpe Festival Village, es el prólogo a la temporada turística en esta localidad y de toda la Costa Blanca. Como las golondrinas, cuando llegan los portugueses es que llega la primavera.
La gran carpa donde se celebra el festival se ubicó entre los hoteles Diamante y Esmeralda. "Y mientras nosotros, envueltos en nuestras chaquetas de invierno, intentamos aprovechar unos pocos rayos de sol, nos encontramos con los jóvenes en pantalones cortos y chanclas viniendo de los supermercados o de la playa", relataba el diario hispanoalemán.
Desde el Ayuntamiento confirmaban esa independencia, esa peculiar autonomía de un certamen que nunca ha buscado ni las ayudas institucionales ni el beneplácito político. Con su eficacia, seriedad y profesionalidad, sólo han pedido que se les deje trabajar con rigor. "Permiten reabrir los hoteles antes de tiempo. Hay opiniones para todos los gustos, pero en general la gente lo aprecia", explicaban desde el consistorio.
¿Cuáles son las características del Calpe Festival Village? Música electrónica. Edm y cantaditas. Todo ello servido por dj's de renombre. Entre la nómina de invitados este año al Calpe Festival Village se podía encontrar a dj's de Tomorrowland como Dj Blend, o el que muchos consideran como uno de los más grandes dj's portugueses, Sonic Blast. No eran meras comparsas. A diferencia de otras invasiones como la de los británicos en Salou, en Calpe la inmensa mayoría de los jóvenes acudían a disfrutar de la música por encima de todo. "Alguno se emborrachará, alguno acudirá a ligar, y se emborracharán y ligarán, pero sobre todo vienen por la música".
Así lo relata uno de los pocos españoles que ha participado en el festival este año, el valenciano Salvador Faus, que junto a su compañero David Andrés Casado intervinieron en un certamen al que no duda en calificar como "el gran desconocido". Los dos forman parte de Discos Camaleón, una de las pocas empresas valencianas que colaboran en esta fiesta única de la que se puede aprender mucho.
De hecho, a diferencia de lo que ocurre en la localidad catalana, en la alicantina, tras un primer año en el que sólo se vendía la ciudad y el clima, desde principios de la década se ha publicitado entre los jóvenes lusos por su cartel de artistas. Y el público luso ha respondido "con una cultura musical que ya quisieran en muchos países", constata Faus. "Ya no es sólo que se conocieran las canciones que se pinchan y las tararearan; es que sabían cuándo llegaban los famosos subidones y los esperaban mirando a la cabina".
"Se lo dije a mi compañero David antes de empezar a pinchar: ‘Vamos a disfrutar'. Y así fue", relata. "Tú veías el parking y era espectacular. Es una cosa única. Era algo que me decía mi compañero, Santi Bertomeu, que tiene narices que vengan los portugueses y nos den en la cara y nos enseñen cómo hay que hacer las cosas, con una infraestructura musical y de seguridad muy buena", explica. "Es su Tomorrowland", añade. Y no existe quizás mejor descripción ni más sintética.
Existe cierta predisposición por parte de los organizadores lusos de abrir algunos días el festival al público local, ya que en algunas de las sesiones se habían congregado centenares de jóvenes de la zona a las puertas del festival sin poder acceder. Con todo, tienen sus reparos por el concepto mismo de la fiesta, privada, y por las peculiares características del público del Festival Calpe Village, en su inmensa mayoría adolescentes que frisan los 18 años y que cuentan con un nivel adquisitivo muy por encima de la media.
En Calpe los comercios locales y las discotecas se han amoldado a la idiosincrasia de este público en el que, por ejemplo, las bebidas carbonatadas son inusuales. Lo que triunfa entre los jóvenes portugueses es una suerte de vodka negro que se combina con zumo de naranja o de limón, según gustos.
Este año el Calpe Festival Village ha tenido lugar entre el 22 y el 28 de marzo y ha sido como en sus ediciones anteriores una celebración casi modélica, la perfección en este tipo de eventos es imposible, disfrutada básicamente por unos jóvenes portugueses que han demostrado más civismo del que se puede encontrar, por ejemplo, en las Fallas.
El paso de los jóvenes portugueses, de esta invasión ‘bárbara', ha dejado este año en la localidad alicantina un nuevo reguero de millones de euros. Si el gasto medio por joven se sitúa en torno a los 300 euros, y han pasado por Calpe 8.500, la cifra final se sitúa por encima de los 2,5 millones de euros. Con todo, desde el consistorio optan por ser más precavidos y hablan de unos ingresos directos sobre el pueblo de 1,5 millones. A ello hay que unir la contratación de servicios auxiliares con empresas de la zona, encargadas de la logística y, lógicamente, el gasto hotelero.
Con el añadido, insisten vecinos de la zona, de que el Calpe Festival Vilage no deja en la localidad más problemas que los que dejaría cualquier reunión de miles de jóvenes nacionales o algunas de las famsas juergas británicas en Mallorca. "Imagínate lo que harían 8.500 jóvenes españoles en Portugal de fiesta", bromea Faus.
A cambio, el Ayuntamiento sólo debe incrementar los servicios de seguridad y limpieza de la playa. Y como rédito queda la huella en las redes sociales, donde los días siguientes al festival decenas de miles de jóvenes portugueses hablan de Calpe, de la fiesta de sus vidas, como de una Arcadia que ya no volverá. Una huella que se reproducirá y crecerá el año que viene cuando de nuevo regresen para vivir la fiesta de sus vidas, una semana antes de Semana Santa. "Como promoción de la marca Calpe es única", cree Faus. "Igual que los españoles idealizan Florencia, Pisa, Cancún, o los británicos Benicàssim, los portugueses idealizan Calpe. Y eso es algo que permanece".
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