VALENCIA. Mientras el líder de Kasabian, Tom Meighan, arengaba a las más de 20.000 personas que se hallaban frente al Escenario Maravillas en la madrugada del viernes al sábado, en un lateral un individuo caminaba entre la multitud en dirección contraria, descalzo, vestido sólo con unos calzoncillos rojos. Sólo una persona se le acercó a preguntarle si estaba bien. El individuo desnudo cabeceó y se fue por dónde iba. Nadie le hizo caso.
Meighan, por su parte, seguía a lo suyo. A arengar a las masas. Con un set-list medido para la ocasión, la banda de Leicestershire presentaba en su única fecha en España su nuevo disco, el quinto, 48:13. De su condición de estrellas de la noche y posiblemente del FIB 2014 daban fe las numerosas camisetas con esa leyenda. De la selección argentina, camisetas negras... con esos dos números, los de la duración del disco. Su concierto duró casi el doble, cerca de hora y media.
Entre su numeroso público, especialmente eufórico, se encontraba Aidan, de 28 años, irlandés, quien aseguraba estar emocionado. Era su primera ocasión en el FIB. Bueno, nunca habló del FIB; "Benicàssim" decía. "Estudié en Barcelona hace cinco años y me decía todo el mundo que tenía que venir. Me encanta todo. La gente es tan amable. En el Reino Unido en los festivales hasta los camareros son antipáticos. Aquí todo el mundo es amistoso", aseguraba. "Y además hay buena música" añadía señalando al escenario.
Mientras, Meighan seguía con su diálogo para masas. Gestos, saludos, invocaciones a dar palmas. Y de vez en cuando una palabra: ‘Benicàssim'. Gracias a Benicàssim. Siempre Benicàssim. Nunca FIB. En su imaginario, como en el de buena parte de su audiencia, eso no era el FIB, es Benicàssim, una nueva Arcadia de felicidad donde la música y el trato amable se dan la mano. Si el FIB alguna vez existió fue hace años. De aquel FIB sólo quedan unas pocas cosas como la leal furgoneta de Radio 3 con sus emisiones en directo, los últimos románticos de la música indie.
La presencia de Kasabian lo eclipsaba todo, hasta el punto que el cantante de los londineses Fat White Family, Lias Saoudi, con evidente ironía, les dedicó su segunda canción. Les tocó bailar con la más fea, actuar a la misma hora que Kasabian en el escenario FIBClub, uno de los dos pequeños. El centenar corto de fans que les aplaudían, que bailaban, la mayoría amigos, rieron la gracia de la dedicatoria y hasta uno de ellos se subió al escenario para intentar abalanzarse después sobre el público, pero fue rápidamente reducido por dos encargados de seguridad. Mientras, una pareja de cincuentones procedentes de Bristol bailaban de manera anárquica, saltando de un lado a otro y con constantes guiños a otra pareja de amigos, que les veían sentados, risueños, cerveza en mano, en el otro extremo del FIBClub.
Muy cerca de allí, unos padres se despedían de sus dos hijos, que se iban corriendo hacia el escenario Maravillas para ver a Kasabian. Llegaban tarde y corrían hacia la música como el conejo de Alicia en el país de las maravillas. El padre llevaba una camiseta alusiva a que ser Mod es una forma de vida. Obviamente, estaba feliz tras haber visto a Paul Weller, el mítico Paul Weller, figura imprescindible del movimiento mod, quien dio un más que correcto concierto en el que demostró una vez más su clase y al que nada perjudicó la breve pero intensa tormenta que animó la noche del viernes. "Ha sido estupendo", decía como escueto balance. Aunque ‘great' en ocasiones se puede interpretar como ‘grande'. El gran Paul Weller también sería una correcta traducción.
Un año más, y van cinco, la lingua franca de Benicàssim ha sido el inglés. Australianos, irlandeses, escoceses como Laura que lucía la típica corona de flores estilo Lana del Rey que es trending topic en el recinto de conciertos, e ingleses, de todas partes del país como el zurdo Oliver, de 20 años, procedente de Spennymoor, quien acudía como su novia por primera vez y que describía este bautismo con la palabra más usada por los anglosajones para narrar sus emociones: ‘Great'. Otra posible traducción es magnífico.
Tanto Oliver como su amigo Steve habían acudido por recomendación de unos amigos suyos; en el caso del primero por su hermano mayor, que ya había estado en Benicàssim. Siempre Benicàssim. Nunca el FIB. Otros, como Aidan, hablaban de que era una cuestión pendiente en su mochila de experiencias. Para todos la música era lo de menos. Todos los grupos les parecían bien, aunque ninguno podía decir exactamente quién iba después de Kasabian en el Escenario Maravillas.
Hubo un tiempo en el que artistas como Fatboy Slim se acercaban para actuar como dj's. Este viernes, de madrugada, en torno a las dos, Kasabian, en uno de sus momentos de brocha gruesa, versioneó su ‘Praise you' como intro de ‘L.S.F.' y la multitud lo agradeció; la multitud lo agradecía todo.
Hace unos años el periodista británico Duncan Campbell relataba en un artículo en The Guardian como la mayoría de sus compatriotas vivían aislados en España. En dicho reportaje la periodista Benny Davis explicaba que los británicos "tienden a vivir en una burbuja". "Cuanto más y más información tienen disponible en inglés, menos razones tienen para aprender español". Y añadía: "Muchos de los residentes no hablan más de 10 palabras en español en una semana normal, y habitualmente en el restaurante, y ellos se enorgullecen de ir tirando". Una idea de la que ya daba cuenta el corresponsal de The Economist Giles Tremlett en su imprescindible España ante sus fantasmas (2007), cuando explicaba que una antropóloga había estudiado el comportamiento de las comunidades anglosajonas en España.
Hoy día Benicàssim, el festival, no es el FIB, es Benicàssim. Es un destino, un punto de encuentro para la diversión, abierto también para los curiosos locales, pero pensado en dar satisfacción a ese público mayoritario que no se diferencia mucho del de Benidorm salvo en el hecho de que les gusta, o al menos así parece, la música rock. Un público que vive en su burbuja encantado con el sol, el clima y el buen ambiente.
Camino del concierto de The 1975 en el escenario Trident, Carlos Pérez de Ziriza, una de las pocas personas que puede tener a gala el haber asistido a las veinte ediciones del FIB, reflexionaba sobre el hecho de que ahora los conciertos del festival, de cualquier festival, "han dejado de ser un acontecimiento". "Si miras el cartel del Low Festival verás a grupos que han tocado en el FIB, y en el Arenal hay grupos que tocaron en el Low. Parece que se los intercambien entre ellos", comentaba.
Mientras, sobre el escenario, los componentes de The 1975 Matthew Healy, Adam Hann, George Daniel y Ross MacDonald daban cuenta de sus animadas y amables canciones para teenagers que les han convertido en estrellas en el Reino Unido. Su público era mayoritariamente adolescente también, anglosajón, por supuesto, aunque no todos estaban especialmente atentos a su propuesta eminentemente ochentera. Un joven corría por un lateral empujando la silla de ruedas de su amigo a toda velocidad, sorteando grupos de chicas sentadas con coronas de flores, cómo no, o de despedida de soltera o soltero, fácilmente reconocibles por los disfraces, las gorras o los sombreros de fieltros que los identifican y uniformizan a todos.
Healy, madera de estrella sin azúcar, también se dirigió al público diciendo ‘Benicàssim'. Ya no queda ni tan siquiera restos del divertido acento de Brian Molko, que se presentaba a ‘Benicasimmm' como el cantante de Placebo. Los grupos que ahora acuden saben pronunciar el nombre de la localidad con el acento en la 'a'. Relataba Aidan, el irlandés: "Podría ir a festivales en el Reino Unido pero prefiero venir aquí. Sois un poco como la gente de mi país, más amables", decía. Y mientras hablaba, un grupo de chicas, de despedida de soltera, se hacían un selfie frente a uno de los ventiladores de aire helado acondicionados para hacer más agradable la estancia.
A unos centenares de metros de allí, una vez terminados los conciertos, un centenar de personas hacía ordenada cola esperando los autobuses lanzaderas que les llevarían a Oropesa o Castellón. Algunos portaban la camiseta de V de Vendetta, el cómic filoanarquista escrito por Alan Moore, con la leyenda ‘Desobedece' impresa debajo. Hasta allí llegaban los ecos de cómo sobre el Escenario Maravillas Above and Beyond pinchaban ‘Blue Monday', de New Order, posiblemente el tema que más se ha escuchado en el FIB en toda su historia.
Para este sábado estaba prevista la actuación de, entre otros, The Libertines, Katy B, Lily Allen e Ingrosso en el Escenario Maravillas, así como Cat Power y el regreso de los incombustibles Manic Street Preachers, viejos conocidos del festival, desplazados en esta ocasión al Trident Escenario. Paolo Nutini, M.I.A. y los veteranos Travis son por su parte los nombres más populares, no necesariamente los mejores ni los más interesantes, de la jornada del domingo, día de clausura de la XX edición del FIB. Un FIB que ya no existe. Bye bye FIB. Welcome to Benicàssim.
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