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'EL CABECICUBO'

'Unbreakable Kimmy': la serie que 'libera' mujeres secuestradas 15 años

ÁLVARO GONZÁLEZ. 28/03/2015 Un iluminado rapta y oculta en un zulo bajo tierra a un grupo de jóvenes anunciándoles el Apocalipisis y cuando son rescatadas por los SWAT ellas tienen que enfrentarse a una nueva vida

VALENCIA. La semana pasada hablábamos de una serie postapcalíptica, ‘The last ma  on Earth' sobre la hipótesis de que un virus acababa con la vida en el planeta,  solo un hombre sobrevivía y se iba encontrando algunas mujeres por el camino lo que propiciaba una comedia romántica de guerra de sexos y triángulos amorosos. Estaba escrita por Will Forte, cómico guionista de Saturday Night Special.

Ahora en "Unbreakable Kimmy" se trata de también de ex guionistas del Saturday Night Live. Robert Carlock, que lo fue entre 1996 y 2001 y Tina Fey, 1997 y 2006, que han creado otra serie relacionada con el Apocalipsis. En este caso, el que no se produjo. A la protagonista, Kimmy, la secuestró una secta cuando era niña y la mantuvo bajo tierra en un zulo con otras mujeres hasta que fuerzas especiales de la policía, los Swat, la rescatan y ha de reincorporarse a la vida normal en lo que ella denomina "el futuro". 

La idea podría haber sido muy interesante para un arriesgado drama. Ya se sabe que la ficción supera a la realidad porque no tiene que esforzarse en parecer real. El caso del Monstruo de Amstetten lo puso de manifiesto. Un padre secuestró a su hija en un sótano y formó una familia subterránea con ella violándola día tras día. Ocurrió en Austria y la chica y sus hijas, que nunca habían visto la luz del día, fueron liberadas en 2008. A partir de ahí, comenzaron una nueva vida. "Hola, nueva vida" fueron las palabras que, de hecho, pronunció la hija cuando despertó en el hospital.

"Unbreakable Kimmy Schmidt" tiene el mismo argumento, pero lo aborda desde el humor. La protagonista desconoce todo sobre los móviles y sobre la vida del siglo XXI. Pero decide quedarse en una difícil ciudad como Nueva York y salir adelante. Los gags de humor funcionan cuando se convierte en niñera de una familia de millonarios y no da crédito a nada de lo que ve.

El padre siempre está ausente, la mujer está podrida de lujo y dinero pero deprimida y los niños están descarriados. El pequeño es violento, roba en las tiendas, y la mayor es una chica fancy superficial e insoportable. El botox, la moda, los selfies, todas las tonterías de la vida moderna son un descubrimiento para Kimmy y a partir de ahí, y en capitulillos de 22 minutos, nos cuentan su evolución sorpresa tras sorpresa. Realmente es una serie más para adolescentes, por las características naif de la protagonista y el buen fondo de todas sus acciones, pero quienquiera que lo haya sido pude disfrutarla.

Donde los guionistas se ponen más políticamente incorrectos es en el tratamiento de los hispanos, que solo son mujeres que se niegan a aprender el inglés y casualmente trabajan todas de asistentas del hogar. El personaje que acompaña a Kimmy, Titus, es un negro que se gana la vida pidiendo con un disfraz de Iron Man en zonas de la ciudad tipo Times Square. En realidad lo que quiere es ser artista, actor, y Kimmy le ayudará. Pero es un gay muy amanerado y tampoco faltan referencias a la esclavitud por su color. Lo mismo que al origen de ella, Indiana, donde se supone que todos son unos paletos. Estamos, como en otra serie que comentamos recientemente de las estrenadas en este 2015, Man Seeking Woman ante un proyecto elaborado por urbanitas y hipsters para deleite de sus iguales. Si a uno esta óptica no le da urticaria, como cada vez es más habitual, tiene una serie ante sus ojos muy divertida y original.

Inicialmente, cuenta Vertele, iba a ser emitida por la NBC, que la desechó y fue a parar a la plataforma Netfilix, "la salvadora oficial de las series que otras no quieren". Y la sorpresa viene también por Mad Men, al igual que January Jones (Betty Drapper) en "Last man on Earth", aquí quien aparece de repente es John Hamm (Don Drapper), en el papel de secuestrador y líder de la secta. Principal acusado en lo que la prensa llama "El caso de las mujeres topo".

Interpreta al reverendo Richard Wayne durante su juicio. Un iluminado que, por cierto, en los primeros capítulos cuando sale de espaldas, con cierta inclinación en la columna y una coleta, excuso decirles a quién recuerda.

Dicho juicio es uno de los momentos más delirantes de esta primera temporada -ya hay una segunda firmada-. John Hamm pide perdón por haber encerrado bajo tierra a las chicas durante quince años pero plantea "¿acaso la fe es un delito?" Le da a un miembro del jurado un billete y le pregunta: "¿qué pone aquí? En Dios confiamos ¿no?".

"¡Eso hice yo, pero me equivoqué de fechas!", exclama. Su única lectura a lo largo de su vida había sido la Biblia y ahí decía eso, que se acababa el mundo. Lo que intentó, en realidad, era salvarlas. Le canta una canción al jurado y todos quedan cautivados. 

Es lo que mejor chuta de la serie. Todo lo referente a la vida bajo tierra, empezando por el líder de la secta. Los flashbacks son tan buenos que uno echa de menos una serie solamente sobre eso, lo cual tal vez sería un poco indecente, pero ofrece muchas posibilidades. En Unbreakable Kimmy vemos también que en el zulo no tenían espejos y las chicas se dedicaban a describirse la cara pormenorizadamente unas a otras. Que se las mantenía ocupadas dándole vueltas a una manivela todo el día. Un rollo caverna de Platón que podría dar muchísimo de sí.

Y en el otro lado de la moneda tenemos una crítica abrasiva a nuestra vida moderna. No sólo por los aspectos superficiales de los selfies y la dependencia de los móviles. También por el vacío vital que transmite el personaje de Jacqueline Voorhees. Obsesionada con su imagen, con no envejecer, con hacerse arreglos de cirugía estética y con su mascota, un perrito al que han extirpado el aparato digestivo para que no deje sus excrementos por ahí y "su ano es meramente decorativo", explica ella misma.

En ese punto el humor deja paso a una visión pesimista sobre la búsqueda de la autoestima en una ciudad tan dura como Nueva York. Al final, ya sea con la mafia como pretexto en los ‘Soprano', la muerte y la funeraria de ‘A dos metros bajo tierra' o el mundo de la publicidad de ‘Mad Men', la mayoría de las creaciones contemporáneas dan vueltas sobre lo mismo con escasas variaciones. Teniéndolo todo, cuántas veces sentimos que no tenemos nada.

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